El rebusque, una materia que para muchos no es electiva

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El rebusque, una materia que para muchos no es electiva
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Miércoles, Noviembre 6, 2019
¡Hablemos del rebusque! Ya cuando la decisión de trabajar adquiere un poco más de formalidad, muchos le apuntan a hacerlo como meseros, bartenders, anfitriones, vendedores y otras actividades que a menudo se pueden desarrollar los fines de semana y que pueden dejar un poco más de dinero si se hacen con constancia y si se establece como prioridad el estudio y lo que esto demanda, porque eso sí: primero lo primero.

Redacción: Andrés Felipe Pinto

Ilustración: Edith Chaparro

Ingresar a la universidad expande la perspectiva sobre muchos aspectos de nuestra vida de los que empezamos a tomar conciencia cuando  entramos en contacto con esa realidad que nos grita de frente que ahora somos nosotros los directos responsables sobre aspectos en los cuales siempre solíamos endosar responsabilidad cuando éramos niños y estábamos en el colegio.

Parte de todo ese proceso de crecimiento es dividir nuestra jornada entre  todas las actividades y compromisos que debemos cumplir ya sea de orden académico, social, familiar, sentimental e incluso personal (porque siempre debe haber un espacio donde nos dedicamos a nosotros mismos, ya sea meditando, ejercitándonos, etc.) y también entender que ya nadie nos presionará para que cumplamos con nuestros deberes porque si no lo hacemos, sencillamente el perjuicio será para nosotros mismos.

Sin embargo, en nuestra lista de responsabilidades existe una a la que, por más que queramos pensar que está bajo control, debemos asignarle tiempo y esfuerzo si aspiramos a poder sostenernos en todos esos ámbitos mencionados en el párrafo anterior, y es la de TRABAJAR.

Sí, trabajar, y trabajar en lo que sea que se ajuste a nuestros horarios, huecos y demás espacios de tiempo libre; y es que cuando se dice “lo que sea” se abre la puerta a una multiplicidad de opciones, todas en su mayoría abordadas por los estudiantes y perfeccionadas en su método por esa recursividad que nos caracteriza y por esa ambición de no limitarnos a lo que nos den en casa para subsistir, que en la mayoría de los casos no es una cifra muy amplia o quizás no tan elevada como quisiéramos.

Están los que, armados de un buen recipiente con tapa y mucha actitud, se la juegan apuntándole al supuesto de que “la gente siempre tiene que comer”, e incursionan en el competido mundo de la venta de comestibles, pero aquí está otra subcategoría, porque hay quienes se van por el lado de las llamadas “galguerías” (gomitas, chocolatinas, masmelos, bombombunes, etc.) o también los que venden comida un poco más “elaborada” (sánduches, empanadas, pasteles, mantecadas, brownies, etc.) todos elementos comunes de la dieta universitaria que a menudo va muy en contraposición a lo que indican las páginas “fit” que seguimos en redes sociales, pero a los que cuesta mucho resistirse.

También están quienes apelan al supuesto de que siempre se necesitará una “ayudita” en temas académicos y siempre habrán temas complejos que algunos no entienden y otros manejan con destreza. Allí nace el negocio de las asesorías, tutorías, elaboración de tareas, trabajos y demás. No es tan común como la venta de comida, pero existe un gran número de personas (por lo general los más más pilos) que se rebuscan esos pesos adicionales llevando a cabo éstas actividades.

Ya cuando la decisión de trabajar adquiere un poco más de formalidad, muchos le apuntan a hacerlo como meseros, bartenders, anfitriones, vendedores y otras actividades que a menudo se pueden desarrollar los fines de semana y que pueden dejar un poco más de dinero si se hacen con constancia y si se establece como prioridad el estudio y lo que esto demanda, porque eso sí: primero lo primero.

Sin duda alguna la economía del estudiante suele ser un ir y venir de cuentas, de gastos (fotocopias, impresiones, materiales, salidas, uno que otro gusto, etc.) de pedir rebaja, buscar opciones y ser recursivo, pero también se puede constituir como un factor que agudiza nuestra capacidad de valorar y manejar racionalmente nuestro dinero y así comprender la razón por la que siempre nos aconsejaban en casa sobre el desperdicio, el malgastar y la diferencia entre lo urgente, lo necesario, lo importante y lo indispensable. Pero sobre todo nos enseña que todas y cada una de las cosas que deseemos obtener en el transcurrir de nuestra vida suelen producir más satisfacción cuando el empeño, la honestidad y la disciplina son lo que nos acerca a ellas y así es que comprendemos el valor y la importancia del trabajo.

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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