El fin de los colegios en concesión

Opinión
El fin de los colegios en concesión
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Jueves, Agosto 1, 2013
El alcalde Petro anunció que no renovará los contratos que se vencen en diciembre de 2014 porque no le gusta la tercerización que permite que los dineros públicos terminen en manos de privados...

El alcalde Petro anunció que no renovará los contratos que se vencen en diciembre de 2014 porque no le gusta la tercerización que permite que los dineros públicos terminen en manos de privados, aunque se dice también que se
les hará pronto una evaluación objetiva. 

La educación en Colombia es de mala calidad. En las pruebas PISA, Colombia ocupa los puestos 58, 52 y 54 en matemáticas, lenguaje y ciencias, entre 65 países que las presentan. Casi la mitad de los estudiantes no entienden un texto que han leído y 71% no puede hacer inferencias simples a partir de resultados matemáticos. Los colegios privados salen mejor librados que los públicos. Colombia está por debajo de países más pobres en sus resultados, o sea que no cuenta con recursos públicos proporcionales a su riqueza y/o los desperdicia por corrupción y clientelismo.

Existen buenas razones para concesionar colegios públicos a buenas instituciones privadas en Bogotá: democratizan la mejor calidad de la educación; superan el desgreño que caracteriza a la administración distrital y que se aprecia en el deterioro de los colegios públicos, incluso los terminados recientemente; imponen un patrón de medida que presiona al sistema público a superar sus malos resultados pedagógicos; disminuyen la deserción y la repitencia, al contar con mejores métodos de enseñanza y docentes cuya renovación de contrato depende de sus resultados; hay mejoras moderadas en el desempeño de los estudiantes (2,4% en matemáticas y 4% en lenguaje frente a los públicos), que tiene que ver con la heterogeneidad en la calidad de los concesionados; el costo por estudiante, que se ha mantenido constante desde el inicio del programa, es de $900.000 al año, que es bastante bajo y menor al promedio del Distrito; los programas comunitarios de los concesionados contribuyen a disminuir la deserción en otros colegios públicos del vecindario. Falta convertirlos a la jornada única para mejorar aún más sus resultados.

Aunque el principio de la evaluación de los maestros del Distrito por resultados existe en la ley y está a cargo de los rectores de los colegios en que laboran, no ha sido implementada en forma efectiva, posiblemente por la vigilanciasindical que la obstaculiza. De hecho, los enemigos naturales del experimento son los sindicatos de maestros porque se convierte en una amenaza para su estabilidad, que se defiende sin importar que lesione los intereses de los estudiantes y de sus familias. De hecho, ellos constituyen las bases electorales de Petro y la razón de fondo para el marchitamiento de los colegios en concesión.

Hay que agregar que los resultados de los colegios concesionados hubieran sido mejores de haberse implementado una cláusula en sus contratos que informara que, de no cumplir ciertas metas, éstos se pueden liquidar. Al parecer,no se ha terminado ninguno, según los estudios sobre el tema.
Si el alcalde está interesado en mejorar las oportunidades de vida a todos los estudiantes de los colegios públicos de Bogotá, debería ampliar el programa de colegios concesionados, al tiempo que cancela los contratos de los mediocres y selecciona los mejores.

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