"Soy partidario de la apertura económica y creo que no tiene sentido que protejamos a terratenientes y empresarios rurales haciendo que la comida sea más cara, dizque para que den más empleo. Pero creo que el campo colombiano anda muy mal, pues durante cuarenta años preferimos repartir ayudas y limosnas a los agricultores, sobre todo a los ricos, a enfrentar los problemas de fondo: la mala distribución de la tierra, el avance muy lento de la productividad, la poca investigación, la falta de un sistema para que en los años buenos se ahorre para los malos. Desde que se decidió, hacia 1970, que lo bueno era la llamada “agricultura moderna” y no la campesina, se consolidó un sistema en el que, al lado de sectores más o menos modernos (flores, caña, banano, algunos lecheros, etc.), la mayor parte de la tierra se dedica a una ganadería atrasada e improductiva".
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