Cóndores no entierran todos los días – Reseña

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Opinión
Cóndores no entierran todos los días – Reseña
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Martes, Julio 20, 2021

Por: Antonia Gómez Almarales.

 

¡Independencia! grita
El mundo americano:
Se baña en sangre de héroes
La tierra de Colón.”

 

-Himno Nacional de la República de Colombia, Rafael Núñez (1899).

 

Probablemente les hicieron leer el libro en el colegio y les suena el nombre de alguna clase lejana. Cóndores no entierran todos los días es la adaptación cinematográfica de la novela de Gustavo Álvarez Gardeazábal con la que comparte nombre. Fue dirigida por Fernando Norden en 1984, protagonizada por Frank Ramírez, Vicky Hernández e Isabela Corona y actualmente se encuentra disponible en la plataforma de Amazon Prime Video. El filme está ambientado en la época de la violencia bipartidista en Colombia y nos trae la historia de León María Lozano, un conservador que a medida que va adquiriendo más poder en su pueblo, se va transformando en un sangriento asesino.

 

Es una adaptación realmente fiel al libro, es muy cercana a lo que algunos llamarían ‘el libro hecho película’, casi que cada escena está recreada de forma literal. Desde mi perspectiva, hubiera podido arriesgar más en ese sentido —malo si le es fiel al libro y malo si no, quién entiende a las personas… — pues no es que sea bueno o malo el camino que eligieron, sino que, a la hora de traducir el texto al audiovisual, hay momentos —por no decir huecos— que el primero no describe y como el segundo no se atreve a llenarlos, terminan creando cierta ambigüedad respecto a cuánto tiempo transcurre realmente entre las acciones y hace que el filme pueda llegar a parecer anecdótico, pues el libro está planteado casi de esa manera. En el libro no se nos grita en la cara cuál es el conflicto o el objetivo de León María, son casi que una serie de relatos de su vida que donde a algunos podría darles la impresión de que no está sucediendo nada, cuando la verdad es que sí; luego de algunos capítulos, Gardeazábal nos deja entender mediante la repetición de cierto patrón en nuestro protagonista, que está buscando imponer poder, ya sea sobre su esposa, sus hijas o sobre quienes opinen distinto a él.

 

Independientemente de la forma cómo se nos presente la historia, el relato sigue siendo una de las maneras más efectivas de conservar la memoria. Ya entrando en términos de dirección, me gustan las secuencias que crea Norten donde no necesita mostrarnos violencia explícita para que sepamos que León María está quitando vidas, basta con dejarnos escuchar ladridos de perro, disparos y luego silencio o ver pasar a un burro llevando ataúdes y que después sean dos burros, para que nuestro cerebro entienda qué es lo que está pasando. Aquí sí se distancia del libro y no nos enseña toda la sangre que allí se relata y que en su momento se derramó, pero esto no significa que sea menos trágico el escenario y ahí yace un problema: menos muertos no significa menos importante porque no deberían haber muertos en un principio. Tal vez esta sea la forma más acertada de mostrar violencia en este país, para que no reduzcamos la gravedad de los hechos a cifras.

 

Mención de honor a que la película inicie con un texto en letras amarillas que va subiendo, en mi cabeza evoca a Star Wars, otra guerra que surge del choque entre ideales políticos.

 

Las películas hollywoodenses de época suelen resaltar por su vestuario y llevarse muchos Oscars por ello, pero ver una ambientada en Colombia da cierta sensación de familiaridad, aunque no hayamos vivido en la década del cincuenta, yo me siento viendo fotos viejas de mis abuelos y también da cuenta de que la ruana nunca va a pasar de moda. Del arte quiero resaltar particularmente los colores que emplean, me gusta mucho que hayan tomado la decisión darle a los personajes algunas prendas azules o rojas dependiendo del partido en el que militan, utilizando tonalidades más discretas e incluir también estos acentos de color en la escenografía; rara vez alcanzamos a ver un rojo carmesí, un azul rey o colores muy saturados, al punto que cuando incorporan un algodón de azúcar rosado, pueden dirigir allí nuestra mirada sin el menor inconveniente.

 

Cóndores no entierran todos los días es una cinta sobre la guerra, pero si quieren ver una película bélica con muchos disparos y enfrentamientos, esta no es la que están buscando; tampoco es un filme que se centre en la estrategia que hay detrás de los enfrentamientos, lo que busca tal vez es retratar a la persona encargada de dar las órdenes —cuyo arco sí queda mejor definido en libro, todo hay que decirlo— y sobre todo, no dejar que esto quede en el olvido, porque piénsenlo: dos corrientes políticas distintas iniciaron una guerra civil que se extendió por más de tres décadas porque no querían aceptar el pensamiento de los otros, no entendían que el mundo era lo suficientemente grande para que vivieran personas que pensaran diferente, y ya les digo yo que lo sigue siendo.

 

Se espera que quien conoce su historia no la repita, sino que con ese poder redireccione su futuro y lo convierta en algo mejor. Es nuestro deber cumplir ambas cosas.

 

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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