Por: Antonia Gómez Almarales
Del estudio que nos trajo Aladdín, La bella y la bestia y El rey león —dos veces—, llega Free Guy, la película ambientada en un videojuego que parece ser la excepción de las películas de videojuegos.
El encargado de dirigir esta cinta es Shawn Levy, quien también llevó la batuta en The Intership (2013), la trilogía de Una noche en el museo, produjo Arrival (2016), Why him (2016) y ocho episodios de Stranger Things, entre otros proyectos; en esta ocasión, Levy se alía con Ryan Reynols, Jodie Comer, Joe Keery, Taika Waititi y un elenco con celebridades de todo tipo para traernos Free Guy, la historia de un personaje de videojuego quien cobra consciencia de sí y decide hacer algunos cambios en su vida.
Soul (Pete Docter y Kemp Powers, 2020) ya nos había dejado bien en claro que una película podía estar dirigida a un público infantil e igual dejarnos una crisis existencial. Free Guy es una versión tal vez menos ‘extrema’ de esta fórmula—aunque no opino que Soul sea extrema—, si bien Free Guy es una comedia clasificación PG13, es un filme que podría darnos pie a unas tesis dignas de seminario. El hecho de que una inteligencia artificial pueda, primero, cambiar su comportamiento a voluntad, y segundo, comprender su existencia, lo que hay más allá de sí y cuestionarse su propósito en la vida, me resulta bastante impresionante; es el tipo de situaciones que llevan a cuestionamientos como: ¿qué se necesita para estar vivo? O, ¿cuánto nos queda antes de que nos dominen las máquinas? Pero el filme no repara mucho en ello, volviéndolo más inquietante. Por favor no me malentiendan, el existencialismo no es el principal pilar de Free Guy, todo lo contrario, es lo que en inglés se denomina como una feelgood movie, pasa que este aspecto en particular fue lo que más me llamó la atención.
Las películas sobre videojuegos suelen llevar consigo el prejuicio de que van a decepcionar a los seguidores de estos o al público en general, pero siendo honestos, cualquier adaptación siempre va a tener espectadores pesimistas. Siento que el principal acierto de Shawn Levy para desafiar la profecía de sus detractores es el enfoque que le da a la cinta, que tiene como base un videojuego sin querer replicar la experiencia de uno. El juego es el contexto que, como cualquier otro, condiciona los problemas que se desarrollarán a lo largo de la película, es el escenario mas no el conflicto, la película no va sobre el robo a un banco.
El contexto también trae consigo una parte importante de la estética, la cual siento está muy bien lograda. Esa luz cenital (que viene desde arriba) plana, el tratamiento que le daban a la imagen para que las pieles de los personajes se vieran perfectas y las texturas evocaran lo digital, el zoom out cuando sacan un arma o pasan a vista en tercera persona, junto a una edición que tiene un muy buen criterio al momento de mostrarnos las animaciones dentro del juego, a los jugadores y las reacciones de las demás personas, etc; realmente logran crear una atmósfera propia de este lugar y sumergirnos en él.
Mención de honor para la chica que se da cuenta que no necesita tener pareja y para el homenaje que hacen en la batalla final, fue fantástico.
¿Qué sería lo contrario a una mención de honor?, ¿una de deshonor?
Mención de deshonor, en ese caso, a los momentos poco verosímiles, como cuando un personaje hace una transmisión en vivo con el portátil cerrado, cuando modifican el código de juego para que aparezca una rampa en cuestión de diez minutos y para los deus ex machina (problemas que se arreglan mágicamente) justificados por el juego.
Siento que la película, en general, es una comedia muy divertida, yo me reí de verdad, no con esa risa que uno exhala aire por la nariz, sino a carcajadas, y es que tiene apuntes muy precisos, juegan con la polisemia de las palabras —por lo menos en la versión en inglés— y logran un equilibrio con el slapstick (humor físico, de cuando alguien se cae) que en conjunto queda muy bien. Esto no la exime de tener algunas irregularidades en el guion o en las motivaciones de los personajes, pero si lo que están buscando es un gran guion lleno de subtexto y esas cosas, aquí no lo van a encontrar —y la película tampoco pretende ofrecerlo—. Lo que sí ofrece es un rato agradable, referencias a la cultura pop que no se sienten ‘de tío’ y un pequeño descanso de la locura que es vivir en el mundo real.
Free Guy ya está disponible en salas de cine.
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