BRUTO, CIEGO Y SORDOMUDO

La Brújula

LA BRÚJULA es un medio de comunicación de la Universidad Jorge Tadeo Lozano "hecho por estudiantes y para estudiantes", donde se dan a conocer los acontecimientos y la realidad que influye en la vida universitaria tadeísta.
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BRUTO, CIEGO Y SORDOMUDO
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Jueves, Septiembre 24, 2020
Verme en sus ojos, fue como caer en el abismo. Mi corazón soñaba, con una emoción infantil, inocente e infundada, con el inicio de una historia de amor idílica, como esas que se ven en las películas y parecen inalcanzables, pero que ante mí tomaron forma de mujer: alta, delgada, con ojos como el mar y boca de rosa; el reflejo de sueños y esperanzas cosechadas en mi interior, aquello que iba a lograr completar mi vida y volver una realidad el “felices para siempre”. Esos eran mis planes, pero no los de ella.

Redacción: Sofía Acero.

Ilustración: Carmen Paola Garzon Cristancho

 

i do not want to have you

to fill the empty parts of me

i want to be full on my own

 

i want to be so complete

i could light a whole city

and then

i want to have you

cause the two of

us combined

could set it

on fire

- Rupi Kaur

 

Verme en sus ojos, fue como caer en el abismo. Mi corazón soñaba, con una emoción infantil, inocente e infundada, con el inicio de una historia de amor idílica, como esas que se ven en las películas y parecen inalcanzables, pero que ante mí tomaron forma de mujer: alta, delgada, con ojos como el mar y boca de rosa; el reflejo de sueños y esperanzas cosechadas en mi interior, aquello que iba a lograr completar mi vida y volver una realidad el “felices para siempre”. Esos eran mis planes, pero no los de ella.

 

Nos tropezamos de casualidad, solo tuvimos el tiempo preciso para intercambiar un “hola” y que mi corazón se agitara más de lo normal. Cuando los dos volvimos a tener los pies firmes sobre la tierra - al menos ante cualquiera que cruzara la calle, las cosas que no se podían ver eran diferentes - era el momento justo para soltar todo lo que mi corazón estaba sintiendo, sin embargo, en el segundo que dudé en hacerlo por miedo de parecer un bruto enamoradizo a primera vista, la oportunidad se agotó. Sentí alguien golpeando fuertemente mi espalda, un saludo familiar de Tomás, mi mejor amigo, con quien habíamos quedado para despejarnos esa tarde; volteé la cara un instante para sonreirle, y cuando regrese mis ojos a mi tropiezo accidental, vi tal brillo especial en los suyos, que estaba convencido que volveríamos a coincidir, y así fue.

 

A la salida de la universidad, no podía creer lo que mis ojos estaban viendo: era ella. Me despedí de Tomás y me dirigí hacía la mesa en la que se encontraba, pero cuando me iba acercando su mirada se quedó fija en algo - o alguien - detrás de mí, me saludó con la mano, recogió sus cosas y se fue sin cruzar palabra conmigo. Para este punto, lector, ya te habrás dado cuenta de lo ciego que fuí. Por mi parte, tuvo que pasar más de un mes para entender que esos “encuentros fortuitos” iban dirigidos a Tomás, no a mí. No pude evitar sentir la traición ardiendo caliente en mi interior cuando los ví juntos, él acariciando su rostro y ella sonriendo encantada; supongo que notaron mi mirada sobre ellos, porque en ese instante voltearon hacia mi para encontrar un rostro estupefacto y dolido. Tomás tomó impulso para correr tras de mí, pero jamás me encontró, yo no lo permití; me encerré cual sordomudo en mi propio mundo, impidiendo que cualquiera entrara a él, esperando que el fuego que bullía en mi interior se aplacara, sin darme cuenta que fue la llama que extinguió una amistad de toda la vida.

 

La veo caminar, sonriente, con los ojos llenos de brillo mirándolo a él. Desde la distancia, mi corazón llora en silencio al recordar todas esas veces que, ingenuamente, creía ver ese brillo por mi, pero a la larga solo fue la luz de una lámpara confundida con luz de estrellas. Había sido un bruto al pensar que podía enamorarme con tan solo verla una vez, había sido un ciego cuando pensé que yo era el protagonista de sus miradas llenas de ilusión y remate toda esta historia convirtiéndome en un sordomudo, que no escucha razones y no sabe pronunciar disculpas. Bruto, ciego y sordomudo, querido lector.

 

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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