Por: Egoitz Gago
El próximo 10 de diciembre, día internacional de los Derechos Humanos, se hará entrega en Estocolmo del premio nobel de la paz que, en su edición de 2013, ha sido otorgado a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).
La OPAQ es una organización intergubernamental, creada en 1997, cuyo cometido principal es velar por el cumplimiento de la Convención Internacional sobre Armas Químicas, carta firmada por la mayoría de países del mundo, que prohíbe el uso de este tipo de armamento y requiere su destrucción inmediata. Todos los países firmantes de la Convención sobre Armas Químicas son parte de la OPAQ y, por lo tanto, esta organización tiene la potestad de actuar en todos ellos para llevar a cabo sus fines.
La OPAQ inspecciona rutinariamente todas las plantas de destrucción de armamento químico y vela por la total destrucción del mismo. Para entender la importante labor de la OPAQ, hay que resaltar que las armas químicas están catalogadas oficialmente como armas de destrucción masiva, al mismo nivel de peligrosidad que las armas nucleares o biológicas.
Este año es el más propicio para que este prestigioso galardón, el Nobel de la paz, recaiga en una organización como esta. La OPAQ fue la encargada de llevar a cabo las inspecciones en Siria para verificar, y en su caso, informar a la opinión pública sobre el uso de armas químicas en el conflicto que desgarra a ese país. Además, ese trabajo impulsó al gobierno sirio a adherirse a la Convención sobre Armas Químicas y comenzar la destrucción de su arsenal.
La OPAQ es un recipiente muy válido para el Nobel de la paz y esperamos que este premio impulse de manera decisiva las acciones de esta organización.