Vive la exposición virtual "Rastrojo", un espacio de reconfiguración para lo orgánico
En una adaptación artística y pedagógica en el marco de la situación actual de confinamiento nacional por cuenta del coronavirus, el profesor Felipe Arturo, de la Escuela de Arte de Utadeo, orientó la exposición digital Rastrojo, como parte de las asignaturas de Profundización Expografía y Laboratorio 3 del programa de Artes Plásticas. La muestra está abierta a todo el publico, a través de un video y un catálogo virtual.
La exposición virtual se proyectó en el espacio de la Estación del Sur (Edificio 3), en inmediaciones de la antigua Estación de la Sabana, en el centro de Bogotá, en asocio con la Estación Cultural de los Oficios (ECO).
La puesta en escena contó con la curaduría y el diseño museográfico de Luisa Acosta, Ana María Baldión y Omar Toledo, estudiantes del programa de Artes Plásticas de Utadeo, y tuvo como punto de partida los procesos artísticos de los estudiantes tadeístas Maria Fernanda Fajardo, Alejandra Gómez, Valentina González, Kelly Monctezuma, Lizeth Rodríguez, Natalia Muñoz, Joan José Piñeros, Maria Camila Bernal, Mateo González y Laura Medina, quienes también contaron con la asesoría de los profesores Juliana Góngora y Felipe Arturo.
De esta forma, la exposicion da cuenta de un encuentro con lo orgánico, desde su reproducción estética o por el uso de materiales biodegradables, a partir de pieles arrugadas de maracuyá o texturas corporales que se marcan en moldes: “La cobertura, la piel pelada, la piel sobre la piel, las capas. La dermis es la capa de la piel situada bajo la epidermis, es el punto oculto, está forrada, vestida por una capa delgada, podría decirse que lo mismo es el rastrojo, una piel velada por el follaje”.
Plano del Edificio 3, en la Estación de la Sabana, lugar sobre el que se proyectó la muestra virtual
Como lo advierten sus autores, la muestra da cuenta de un impulso vital, que se construye desde las lógicas del desecho, fragmentos y materias en el olvido, pero también desde la memoria, pues nos remiten a lugares escondidos e imperceptibles, en los que se identifican rasgos particulares de la experiencia con la materia y de su transformación en nuevos cuerpos e imágenes.
“Estas huellas son un rastro que se expresa más allá de la palabra. Este rastro es una marca que indica un sendero para evidenciar lo oculto”, advierten los autores.
