El último azul

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El último azul
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Miércoles, Mayo 25, 2022
A pesar de lo difícil que parecía su entorno, la vida de Lauren tuvo siempre su pilar en el amor: a su esposa, su hija, su arte, sus amigxs y el azul. Pero a veces, tanto amor es insuficiente para tan poca vida, y el odio viene en forma de huracán a quebrarlo todo.

Por: Mariana Cortés

Ilustración: Jean Carlo Montoya

 

Para que la experiencia de lectura sea más grata, les invitamos a acompañar la lectura con este audio, unos apartados de las cartas de Van Gogh:

 

Pilar

Hace dos semanas que Lauren se había marchado sin decir a dónde y lo único que dejó tras ella fueron los pedazos de un florero y un corazón roto. «Qué desgraciada», pensaba Pilar, que ya no hallaba las palabras para darle consuelo a su hija. Ni siquiera para ella misma. Estuvieron hablando del divorcio pero nunca pensó que fuera a irse así como así, ni siquiera sus pinceles se llevó, tampoco los lienzos que tenía preparados para la exposición. Era innegable que todo parecía extraño, pero la policía ya había dado por hecho que era algo sin importancia, que Lauren estaba bien y pronto se iba a comunicar.

Julieta, Julieta, Julieta.

Era difícil lidiar con el dolor propio pero resulta más difícil aun cuando alguien depende de ti, hay más preguntas que respuestas y poca paciencia:

—¿Y va a volver, mamá?

—No lo sé, Julieta. — dijo Pilar.

—¿Será que ya no nos ama? ¿Se cansó de que llore tanto?

¿Qué podía decirle a su hija si ni ella sabía por qué su madre se había ido? Lo único que había dejado a su paso eran pinceladas grises y azules, la odiaba, no la soportaba desde hace un buen tiempo y solo quisieron alargar su dolor para evitar el de su hija.

Ya Lauren no era esa encantadora pintora que conoció en aquella exposición en Los Ángeles hace ya tantos años: largas piernas, sonrisa perfecta, cabello de color azul y ojos cafés, como el café que tomaba cada mañana antes de hacer cualquier otra cosa: oscuro, muy oscuro. Sus manos como las de cualquier artista: delicadas y cansadas, denotaban horas de trabajo y de esfuerzo para poder al fin presentar algún cuadro que le gustase. Siempre fue admiradora de Van Gogh, todas sus pinturas llenas de curvas y azul, y de un profundo sentimiento que siempre transmitía a quienes veían su arte. Le encantaba la entrada de diario de él en la que decía: «Cuanto más lo pienso, más me doy cuenta de que no hay nada más artístico que amar a los demás. Es bueno amar muchas cosas porque ahí está la verdadera fuerza, y quien ama mucho, hace mucho y puede lograr mucho, y lo que está hecho con amor, está bien hecho», y esa era la regla de cómo vivía su vida.

Una última vez, un último abrazo, la última pincelada, lo último que voy a ver.

De cada lugar que visitaba Pilar le traía un regalo a Lauren, era su forma de demostrar que, aunque estuviesen separadas por miles de kilómetros, ella estaba en su pensamiento. Ninguna de las dos logró entender cómo terminaron enamoradas, pero el universo actúa de forma misteriosa, y la pintora desarraigada del mundo terminó haciendo parte abiertamente de la comunidad LGBTIQ+, poniendo primero a su corazón y al amor por sobre cualquier cosa, casándose con Pilar y teniendo una hermosa hija.

Pero ahora el titular de las noticias no era su nueva exposición, sino que hace dos semanas desapareció tras haber ido a su estudio a terminar sus últimas pinturas. Pilar conoce a su esposa y sabe que no es del tipo de mujer que se va de la noche a la mañana, tampoco era su estilo sentarse y arreglar las cosas, pero al menos decir dónde estaba, algo no estaba bien.

Lo que pude haber sentido, las cosas que no fui capaz de decirte, ojalá regresar allá donde la gente puede amarse.

 

Antonia

—¿Estás completamente segura de hacer tu última pintura conmigo, Lauren? —dijo Antonia al teléfono segundos antes de que Lauren colgara, haciéndole entender de que estaba bastante segura de su decisión, su exposición final debía tener el rostro de su modelo favorita y, sin duda, la que más la apoyó en toda su carrera, en especial después de su boda con Pilar y que esta fuera tendencia en todas las noticias, justo antes del declive de sus ventas.

Antonia fue la primera en creer en su arte, en que las cosas que hacía tenían sentido y no eran simples pinceladas porque sí, que detrás de esos colores fríos había un sentimiento más profundo que debía ser compartido con otrxs. Y así fue, Lauren puso las pinturas, Antonia el espacio y surgió la primera exposición de arte, «Amarillo triste», y de ahí en adelante solo fueron pinturas tras pinturas, éxito tras éxito, ¿qué podría ser mejor que vivir haciendo lo que amas?

La normalidad es un camino pavimentado, es muy cómodo para caminar, pero por ahí no crecen las flores. Vivir diferente me costó, ya no siento mis pulmones y no sé cuánto más pueda aguantar.

Ser una «nulidad» para la sociedad fue lo que terminó por unirlas; después de casarse con Pilar, Lauren tuvo que renunciar a cualquier contacto con sus padres y con las personas importantes en el mundo del arte, y sin esas personas, básicamente no se tiene nada, cada vez menos ventas, menos pinturas y menos dinero, ahora la responsabilidad de la casa y de Julieta estaba solo en Pilar y eso fue deteriorando su matrimonio, poco a poco.

Hay que tener mucha valentía en el pecho para amar de una manera libre, y eso quería mostrar Lauren con su última exposición, las últimas pinturas. Además, nadie mejor que Antonia para ser el retrato de toda esa libertad, mostrar en colores el sentimiento y la realidad; sin embargo, plasmarla en un lienzo resulta mucho más difícil que verla: ¿qué color tiene la violencia?, ¿qué forma tiene el amor?, ¿qué espacio ocupa el miedo?, tanto que decir y tan pocas formas de expresarlo.

Si tal vez me hubiese callado, si solo tal vez hubiera ahogado las palabras, si no hubiera dado el anillo, quizá, si mi elección hubiese sido otra, podría gritar, pero me cerraron la garganta, me rompieron la tráquea y ya no hay dónde resguardar el amor.

Antonia iba a ser el rostro para una de sus pinturas más impresionantes, el tema era la muerte, tan inevitable y tan lejana a la vez, poco se habla de ella, pero se sabe que ahí está, respirando despacio y suave, esperando por el momento para llevar a todxs hacia otra estrella. Lauren era una fiel convencida de que la vida se trataba de arriesgar, del valor de atreverse y de intentar, y que si el mundo parecía difícil, el arte era el consuelo para lxs destrozadxs por la vida, y también un golpe de realidad, poner los pies sobre la tierra y conocer nuestro destino inherente.

Cuando Antonia salió del estudio no le fue extraño ver a esos hombres tocando la puerta y esperando a que alguien abriera, pues Lauren siempre fue una mujer nocturna, veía más luz en la noche que cuando alumbraba el sol y sus pinceladas resultaban más precisas. Por eso no quiso llamar a nadie ni se alarmó, simplemente siguió su camino en una noche lluviosa, esperando ansiosa ver aquellas últimas pinturas en las que su amiga le gritaría al mundo entero que ahí estaba ella, que significaba algo y no iba a ser más cómplice del criminal silencio de quienes querían negar su existencia. Al día siguiente le llevaría un kit de pinturas azules, puede que esta sea su última exposición, pero estaba segura de que, en donde fuera, no dejaría de pintar noches estrelladas.

Ojalá me aceptaran como soy, no pueden seguir castigando a quienes sentimos mucho, si pudiera volver a respirar, repetiría todo de la misma forma, no puedo cambiar el hecho de que mis cuadros no se vendan, pero que me recuerden como quien luchó con todo su corazón.

 

 

 

 

 

 

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