Santra Posgre

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Santra Posgre
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Jueves, Abril 30, 2020
Pasadas las semanas, ella terminó la muñeca. Tenía el cabello rojo y rizado, alguno que otro remiendo, y unas partes de color, pero, en definitiva, era muy hermosa. El Sr. Gre estaba muy contento, empezó a acariciarla y de un momento a otro su cara cambió: “¿Y sus ojos, querida?”. A lo que ella respondió: “La hice tan hermosa que ninguno de los ojos que tengo aquí le quedan bien”. Él comprendió y la dejó así; “Luego me las arreglo”-exclamó. El Sr. Gre puso la muñeca al lado de una caja que parecía moverse. “¿Q-Qué es eso?”-dijo su mujer asustada. “Es un cerdo.”-respondió él- “¿Sabías que nuestros órganos son similares a los de ellos?, simplemente voy a acomodarlos al cuerpo de nuestra hija, una que otra potencia de electricidad y listo”. Su esposa quedó en shock, así que decidió irse inmediatamente al escuchar esas palabras.

Redacción: Ariana Natalia Parra Ceballos

Ilustración: Luisa Fernanda Mora Zapata

 

 

El Sr. Gre, un rechazado científico suizo del Siglo XX, se encontraba triste con su esposa al saber que ésta había perdido el bebé que llevaba en su vientre. Sin embargo, ella, una estimada costurera con buen corazón, animó a su esposo con una inesperada propuesta: “Amor, no te preocupes, tengo una idea; no podemos desperdiciar todo lo que le compramos al bebé, ¿Qué tal si hago un muñeco para nosotros?”. El Doctor Gre no lo pensó dos veces y obviamente aceptó la iniciativa, y añadió: “Yo le daré vida; tengo unas cuantas fórmulas que en la universidad me rechazaron, pero tengo la certeza de que sirven”. La mujer lo pensó un poco, pero al ver tanta emoción en su marido, asintió con la cabeza de inmediato.

 

La costurera iba haciendo su muñeca con ternura y esperanza, cada bordado lo hacía con amor, cada parche lo anexaba con delicadeza, simplemente hacía “a su hijita”.

 

Pasadas las semanas, ella terminó la muñeca. Tenía el cabello rojo y rizado, alguno que otro remiendo, y unas partes de color, pero, en definitiva, era muy hermosa. El Sr. Gre estaba muy contento, empezó a acariciarla y de un momento a otro su cara cambió: “¿Y sus ojos, querida?”. A lo que ella respondió: “La hice tan hermosa que ninguno de los ojos que tengo aquí le quedan bien”. Él comprendió y la dejó así; “Luego me las arreglo”-exclamó. El Sr. Gre puso la muñeca al lado de una caja que parecía moverse. “¿Q-Qué es eso?”-dijo su mujer asustada. “Es un cerdo.”-respondió él- “¿Sabías que nuestros órganos son similares a los de ellos?, simplemente voy a acomodarlos al cuerpo de nuestra hija, una que otra potencia de electricidad y listo”. Su esposa quedó en shock, así que decidió irse inmediatamente al escuchar esas palabras.

 

“Bueno, comencemos”-dijo el científico. Abrió delicadamente a la muñeca de trapo sacándole un poco de relleno e inmediatamente aplicó anestesia general al animal y empezó a abrirlo con el bisturí. Cada riñón, pulmón, intestino… mejor dicho, todos los órganos los pasaba delicadamente a su hija. Pasaron más de 16 horas, y cuando ya casi estaba “terminada” exclamó: “No puede pensar como cerdo, ella es humana”.

 

Sin más preámbulos, se dirigió al cementerio a buscar el muerto más reciente y, como anillo al dedo, se topó con el funeral de un niño de 2 años que había fallecido hace unas horas. Esperó a que todo el mundo se fuera, y robó el cadáver del infante para llevarlo a su laboratorio.

 

Ya en su espacio de trabajo, abrió la cabeza del pequeño, extrajo el cerebro y lo incorporó en la muñeca. Volvió a coser al objeto de trapo y conectó unos cables al mismo, bajó una palanca conectada a un generador eléctrico y lo encendió, usó un voltaje tan impresionante que se agotó la energía de toda la casa.

 

La costurera prendió una vela y bajó rápidamente al laboratorio aterrada y frustrada. “¡¿SE PUEDE SABER QUÉ DEMONIOS PASÓ AQUÍ?!”-gritó fuertemente a su marido. “Lo logré…”-dijo el Sr. Gre. “¿Cómo dices?”-preguntó confundida su esposa.

 

“¿Hola?”-una infantil, inocente y tierna voz sonó en el fondo del lugar. La mujer, sorprendida, asomó la vela hacia la dirección de la nueva voz y vio como su muñeca, más bien, hija, parecía un humano de verdad. Se puso a llorar de la felicidad y corrió a abrazarla. “¡Hijita mía! ¡Yo soy tu madre, esta es mi voz, este es mi cuerpo! ¡Y te amo,te amo!”. El Doctor también se unió a la dicha de su mujer y le dieron mucho afecto a su hija.

 

Santra Posgre, como decidieron llamarla, creció en una familia llena de amor y compresión. Nunca le pusieron ojos, ningún “modelo” era apropiado para ella, así que sus sentidos del tacto y del oído se volvieron muy desarrollados.

 

Al pasar los años, Santra se volvió una amante de la ciencia y anatomía humana, todo gracias a su padre. Jamás fue al colegio o en sí, a la calle, sus padres tenían miedo de que le hicieran daño por ser “diferente”. Pero todo cambiaría cuando la niña cumpliera la mayoría de edad.

 

Cuando aquella época llegó, Santra escapó de su casa con una camisa de seda gris y tacones negros junto a un faldón enorme oscuro, (regalo de parte de su madre y descrito por ella misma. Santra no conocía los colores; no obstante, le gustaba la tonalidad que le regalaba “el no ver”), quería mezclarse con los demás y conocer el exterior. Al salir se sintió libre, el aire fresco rozaba su cara de trapo, sus oídos de tela escuchaban más que a su madre en la cocina; había sonidos maravillosos y ruidos escandalosos, sus manos suaves de terciopelo sentían paredes, objetos y pasillos totalmente diferentes a los de casa. “¡Es maravillosamente mágico!”-exclamó con alegría.

 

Después de recorrer por un buen rato todo el lugar, escuchó unos gritos desesperados provenientes de distintas voces, no sabía lo que ocurría y empezaba a atemorizarse. Oía cosas como “¡Es creación de Satán!”, “¿Qué hicimos mal, Señor?” y “¡Protégenos de esta monstruosidad!”.

 

Entre el bullicio y el alboroto, una mujer se acercó a Santra y le preguntó: “Tú, hija del pecado, ¿por qué vienes del infierno hasta aquí para atormentarnos?”. Santra, un poco confundida, contestó: “Señora, con todo respeto, usted está equivocada. Yo no soy hija de nadie malo ni vengo de ese horno del que habla, y mucho menos he venido a atormentar a la gente. Soy Santra, hija del honorable científico y la excelente costurera, Sr. y Sra. Gre. Simplemente vine aquí a conocer su encantador mundo, eso es todo.”

 

Posteriormente a eso, Santra escuchó los pasos de la mujer alejarse rápidamente y el bullicio volvió. La muñeca sencillamente decidió alejarse de allí y buscar un espacio tranquilo, estaba cansada y tenía sueño. Luego de una hora de sueño incómodo aproximadamente, escuchó unos escalofriantes alaridos que la despertaron de inmediato. “¡Padre!”- gritó con un fuerte dolor en el pecho. Sin dudarlo, se levantó y fue rumbo a su casa.

 

En la caminata le fue casi imposible llegar; no tenía un camino claro para arribar a su casa, la gente la atacaba con objetos cortopunzantes, le rasgaban su ropa y le gritaban cosas hirientes y deplorables. “No lo entiendo, yo sólo quería conocer el mundo, no le hice nada malo a nadie y todos son malos conmigo. Si tuviera ojos, ya habría empezado a llorar sin descanso”-pensó.

 

Cuando por fin sintió que llegó y pudo quitarse de encima a las personas, sus manos detectaban las paredes de su hogar completamente distintas, todo estaba destruido y silencioso. Se dirigió al laboratorio mientras llamaba a sus padres, y se topó con algo duro, se agachó y sintió un cuerpo: “¿Padre?”. Le empezó a sentir el rostro y efectivamente era el Dr. Gre. También sintió algo líquido y espeso en su cuerpo y alrededor de él. “¿Es esto sangre?”-dijo nerviosa. Le habló, le gritó, lo sacudió y éste no respondía, Santra descubrió que estaba muerto. “No es posible que estés muerto, padre mío”-dijo en un tono de rabia con tristeza- “Sé que no tengo ojos, pero veo lo nefastos que son los humanos. Y en nombre tuyo me vengaré del que te hizo esto, no descansaré hasta encontrar al verdadero monstruo que te arrebató el milagro de la vida. Sin embargo, padre mío, creo que ya es hora de ver, ver con los ojos de aquellos que sólo ven para su conveniencia y dejan en la impunidad a los otros”-exclamó con determinación y se agachó al rostro de su padre. “Necesito que me los prestes”- besó el cadáver de su padre en la frente y arrancó desesperadamente sus ojos.

 

Utilizó elementos especiales para el procedimiento e incorporó el par de esferas en su rostro. Posgre, después de 21 años, logró ver. “Así que esta es la inmunda realidad”- dijo hastiada. Tomó el cuerpo de su padre y lo llevó a su cuarto, donde infortunadamente encontraría a su madre igualmente muerta. Santra no podía creer la maldad que sucumbía en la cabeza de los humanos, no entendía por qué querrían matar a una sencilla costurera que no le hacía mal a nadie. Con inmensa tristeza, acomodó a sus padres en la cama, los arropó y les dio un beso en la mejilla.  Se dirigió a su madre y dijo: “No me imaginé que fueras tan bella, madre. Lo siento, pero requiero de tus ojos también, debo estar más pendiente de todo y encontrar con facilidad al desgraciado que ocasionó la muerte de lo más preciado que poseía”. Arrancó los ojos de su madre y también los incorporó en su cara. Fue a buscar algo en qué verse y encontró un espejo de plata. Vio cómo su ropa rasgada, su cuerpo lastimado y sus cuatro ojos la hacían ver horrible. Aunque reconocía que se veía fea, empezó a reírse maniáticamente, sentía que con ese aspecto podría atormentar (esta vez, en serio) al que sea y buscar respuestas del asesinato de sus padres. “Ahora seré la peor pesadilla monstruosa que tanto deseaban que fuera”-exclamó riéndose mientras miraba la sangre de sus manos.

 

Pasados unos cuantos meses, la gente del pueblo comenzó a morir de manera atroz diariamente. Todos los cadáveres aparecían llenos de cortadas profundas y, extrañamente, sin ojos. En sus nucas aparecía un mensaje aterrador hecho con cuchillo que decía: “Tengo que verte para encontrarte, más vale que sobren y que no falten”.

 

¿Quién será este asesino, qué quiere con los ojos?,¿Matará por venganza, o su venganza se tornó en placer a matar?,¿QUÉ ES Y QUÉ BUSCA? Efectivamente, señor lector, usted y yo somos los únicos que conocemos las respuestas que se encierran este dilema. Un secreto compartido con Santra Posgre

 

 

 

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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