Redacción: Camilo Llanos
Si pensamos y hablamos sobre el cine del Hollywood actual vemos una decadencia y una búsqueda más por el negocio, moviéndose más por la oferta y demanda. Por eso, cada día vemos más películas sobre superhéroes, franquicias interminables, universos compartidos y secuelas tardías; todo esto siempre recurriendo a la estrategia de la nostalgia, una que ya está siendo muy explotada en la industria cinematográfica actual.
En medio de este panorama muy criticado y poco alentador para algunas personas, se alza en esa lista de pequeñas excepciones Top Gun:Maverick no solo deslumbra por su continuación de la historia a la perfección, sino que también es mejor que la original, y nos demuestra las grandes posibilidades técnicas y prácticas que una producción hollywoodense puede ofrecer sin necesidad de abusar de efectos visuales. Además, es la confirmación de Tom Cruise como una estrella de Hollywood y como él hay pocos. Se puede clasificar a este filme como el blockbuster perfecto y aquí les voy a contar el porqué.
Ambientada décadas después de la original (Top Gun: Pasión y Gloria (1986)), en esta nueva entrega el Capitan Mitchell (Tom Cruise) sigue superando sus propios límites y récords, pues su más grande vicio es la adrenalina y su lugar preferido es el aire: “Siento la necesidad de la velocidad”. Luego de una prueba peligrosa y discusiones con altos rangos, “Maverick” es enviado a Top Gun, su antigua escuela, con la misión de entrenar a jóvenes graduados para una misión importante y muy arriesgada. Sin embargo, una cosa es clara: él no es instructor, es piloto.
Voy a serles sincero: amé cada minuto de la película. En el momento en que se apagan las luces y empieza a sonar el tema de Kenny Loggins, “Danger Zone”, vino a mi mente recuerdos de cuando vi la primera, porque la secuencia inicial es parecida a la original en la que se siente, como a lo largo del filme, un respeto y homenaje hacia su material predecesor. La película sigue una línea de intensidad y espectacularidad visual en donde no hay tregua ni para los que están dentro de la pantalla, ni para los que están sentados afuera.
Hablando de las secuencias en los aviones, estas son intrigantes e hipnotizantes, ya que la cámara de Claudio Miranda, ganador del Óscar a Mejor Fotografía por Life of Pi, está colocada en puntos estratégicos encima de los propios cazas y de la tierra para captar no solo los espacios por donde transcurre la acción, sino también la adrenalina de los pilotos y de la simple proeza de pilotar un artefacto como esos. Además, el sonido es algo impecable que acompaña de manera perfecta las secuencias de acción, haciendo de esta una experiencia loable y plausible distinta a cualquier película o momento visto a nivel masivo, al menos en los últimos años, excepción de productos hechos por el mismo Tom Cruise. Asimismo, el cameo de un personaje y actor muy querido del filme anterior vale la pena la entrada al cine.
Obviamente, Top Gun: Maverick tiene pequeños errores, como por ejemplo el pobre desarrollo de algunos personajes, sin embargo, eso no le quita la espectacularidad de la cinta, porque todos los puntos débiles quedan a un lado cuando la película se desarrolla en el aire y cuando llegamos a un tercer acto épico, que te mantiene al borde del asiento. (Por cierto, tengo que mencionar que la banda sonora de Top Gun, es una de las mejores de todos los tiempos)
A día de hoy, y salvo sorpresas, no tengo ningún tipo de duda de que Top Gun: Maverick estará dentro de mi Top 3 de lo mejor del año. Y es que no todos los días somos testigos de un espectáculo y una emoción que se funden de manera equilibrada, supurando ese encanto de los clásicos ochenteros fotograma a fotograma, y derrochando talento personificado por un Tom Cruise, que se confirma como uno de los más feroces exponentes de la acción y la adrenalina en pantalla, con secuencias de acción que te dejarán con la boca abierta. Este es un espectáculo visual que no hay por qué perderse.