¿Qué es ‘amigo secreto’ y por qué siempre me va mal?

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¿Qué es ‘amigo secreto’ y por qué siempre me va mal?
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Miércoles, Septiembre 22, 2021
Todos alguna vez —por obligación o gusto— hemos jugado amigo secreto, este famoso juego en el que de manera anónima un grupo de amigos, compañeros o familiares se intercambia mensajes, tarjetas y obsequios. Sin embargo, aunque lo hemos adoptado como una tradición, pocos saben cómo y dónde surgió.

Por: Valentina Ramírez Vargas

Ilustración:  Carmen Paola Garzon Cristancho 

Todos alguna vez —por obligación o gusto— hemos jugado amigo secreto, este famoso juego en el que de manera anónima un grupo de amigos, compañeros o familiares se intercambia mensajes, tarjetas y obsequios. Sin embargo, aunque lo hemos adoptado como una tradición, pocos saben cómo y dónde surgió.

El nacimiento del juego amigo secreto, santa secreto, amigo invisible o angelito se sitúa en Venezuela a finales del siglo XIX, cuando a las mujeres casadas o comprometidas no les permitían tener amigos íntimos, y mucho menos recibir regalos.

Entonces para esquivar la prohibición, grupos de hombres y mujeres empezaron a reunirse para intercambiar obsequios de forma diferente. La idea era que los participantes sacaban aleatoriamente un trozo de papel con el nombre de la persona a la que le tenía que dar un regalo. Esta tradición la denominaron ‘compadre de papelito’ o ‘compadre secreto’. Lo que empezó como un juego de pocas personas traspasó fronteras a través del intercambio social, y aunque ha adoptado varios nombres, la idea sigue siendo la misma.

Para la fecha de entrega de regalos se pueden preparar varias actividades que tienen como finalidad dar a conocer la persona que corresponde al amigo secreto. Por ejemplo, hacer mímica de gestos o rasgos que identifique fácilmente a la persona. Además, en nuestro país también se endulza hasta que llega el día de descubrir a esa persona que debe hacerte el regalo, con chocolates, gomitas, caramelos o frutas.

Hasta ahí todo bien, todo correcto. Lo difícil aparece cuando ponemos en práctica dicho juego y empieza Cristo a padecer. Lo primero que pasa es que al momento de descubrir los papelitos te salgas a ti mismo, en ese caso hay que reacomodar todo el juego, volver a poner los papeles y empezar de nuevo a repartirlos; ahí no es tan chévere porque no falta el o la que dice que no quiere, que supuestamente ama a la persona que le salió. Luego de varios intentos por fin todos tienen a su nuevo amigo secreto.

Luego las endulzadas son otro problemita, no falta el que lo olvida y compra en el descanso lo primero que ve, o peor, el que no lleva plata y da algo de su lonchera. También está el que da la mejor endulzada y recibe la mandarina que lleva unos días paseando por el salón. Y ni olvidarnos de los graciosos que dan de endulzada una panela.

A mí no me iba tan mal en esta dinámica (o eso creo). Cuando realmente sí sufría era en la entrega de regalos.

El ambiente de ese día es diferente, en la mañana empieza el desfile de bolsas y cajas con regalos dentro. Todos a la expectativa de cuál será el suyo y qué irán a recibir. Hay que esperar hasta la tarde o después de descanso para dar paso a la maravillosa dinámica de imitar a nuestro amigo secreto, decir cómo es o algún otro tipo de dinámica que con mucha creatividad inventábamos. (No olvidemos al que no jugaba, por favor).

En esos momentos se siente la tensión porque hay quienes quedan súper felices con el regalo y hay otros que no pueden ocultar su cara de incomodidad al recibir algo que no pidieron; como en mi caso, por allá en sexto grado, no sé con exactitud qué regalo pedí ese año, pero seguramente no fue un bafle como de 5 centímetros color azul. También están los que no jugaron, que son unos verdaderos visionarios, no tienen problemas, no se ilusionan con el regalo, en fin.

Lo cierto es que es un juego que debemos disfrutar, pero sobre todo tomarnos en serio.

 

 

 

 

 

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