Bolombolo, un corregimiento del municipio de Venecia (Antioquia) que acogió al poeta León De Greiff, quien llegó a trabajar a la zona como administrador del tramo ferroviario, es retratado como un paisaje subreal, y hoy vuelve a ser noticia por la construcción de la central de Cañafisto, pues su embalse inundaría ese lugar. A propósito de ello, el consejero de Utadeo, José Fernando Isaza, abordó, en su columna de opinión en El Espectador, la mítica ruta de ferrocarril del Pacífico, que conectaba a Buenaventura con Medellín.
Sin embargo, cuenta Isaza, fue en el invierno de 1970, cuando parte de la banca sobre el cañón del río Cauca fue destruida, lo que marcó el fin del transporte ferroviario, del que aún yacen los vestigios de la estación de Bolombolo: “En una de las salas está hoy el Centro Cultural León De Greiff. Es de suponer que el poeta debía completar los pocos ingresos que le proporcionaba su profesión con algún salario, de preferencia oficial. Los Ferrocarriles Nacionales hicieron el acertado papel de mecenas y De Greiff estuvo en su nómina. En los años 1926 y 1927 vivió en Bolombolo. La casa se conserva”.
Sin embargo, el ex rector de Utadeo relata que este corregimiento está lejos de ser un destino gastronómico, pues lo que allí sobresale es la torta de pescado, cuyo olor y sabor recuerdan al tiburón podrido, plato típico en Islandia.
El columnista va por las huellas que dejó León de Greiff, entre ellas el centro cultural erigido en su nombre, así como El Automático, una institución en las letras colombianas, donde el poeta discutía sobre su arte y la política con contertulios como Jorge Gaitán Durán, Hernando Téllez, Juan Lozano y Luis Vidales: “Años antes de trasladarse a Bogotá, De Greiff instauró en Medellín una tertulia de escritores llamada Los Pánidas, la mayoría de ellos rebeldes, desafiantes de la sociedad clerical y cerrada en que vivían. Casi todos fueron expulsados de las universidades confesionales en las que estudiaban”, señala Isaza.