Como 'departamentos para la mortificación ciudadana', así define el consejero y exrector de Utadeo, José Fernando Isaza, en su columna de opinión en El Espectador, a los cada vez más engorrosos y extensos trámites administrativos en las entidades públicas, a propósito del anuncio que ha hecho el gobierno en torno a una Reforma fiscal y tributaria integral, así como a una simplificación de los trámites.
Para Isaza, en el caso de las leyes de financiamiento o reformas tributarias, es claro que estas se fundamentan sobre una colcha de retazos que obliga a que periódicamente se estén modificando.
Ahora bien, en cuanto a los procesos burocráticos, afirma que los logros de nuestro país en materia de reducción de trámites innecesarios es modesto, pues los ciudadanos se ven expuestos a que se les soliciten requisitos que cada vez más son inútiles, tal como la famosa ampliación de la cédula al 150%: “Si el documento cuenta con las medidas de seguridad, ampliar la fotocopia no aumenta la calidad de la información, además es de suponer que las oficinas públicas tienen los medios técnicos para ampliar o reducir la fotocopia o escanearla al tamaño que satisfaga al burócrata de turno”, señala el columnista.
Algo similar, indica, ocurre con los certificados de vigencia de la cédula de la ciudadanía, en la medida que estos documentos no vencen, y en ese orden de ideas, si se desconfía del documento también debería desconfiarse del certificado, pues es entregado por la misma autoridad.
Finalmente, Isaza, de manera jocosa, aplica la segunda Ley de la termodinámica a la burocracia, insistiendo en que, cada día, requisitos y procedimientos de igual o mayor inutilidad se seguirán exigiendo por parte de las entidades.