Como un policía bueno y otro malo. Así calificó el profesor emérito de Utadeo, Salomón Kalmanovitz, en su más reciente columna de opinión en El Espectador, el lenguaje al que apelaron en sus discursos el presidente de la República, Iván Duque, y el presidente del Senado, Ernesto Macías, respectivamente, como parte de la ceremonia de transmisión de mando.
Kalmanovitz recuerda que Macías llegó con un discurso plagado de exageraciones, medias verdades y mentiras en contra del legado del expresidente Juan Manuel Santos, muy al estilo de lo que también hizo Trump cuando desestimó la obra dejada por su antecesor Barack Obama: “Entre otros, denunciaban un país inundado de coca, sin desarrollo social, la economía saturada de impuestos, la salud en cuidados intensivos, más corrupción y derroche y con mala imagen, como si nada hubiera cambiado desde la era Uribe”, sostiene el columnista.
Así pues, mientras el discurso de Macías fue “venenoso, divisivo y polarizante”, Duque puso en evidencia un débil discurso de unidad nacional, que instaba a olvidar los odios y las agresiones: “La diferencia entre Trump y el Centro Democrático es que acá se inventaron un presidente joven, moderno, con el ideal de hacer un gobierno tecnocrático, para lo cual nombró un gabinete de jóvenes, la mitad mujeres. Sin embargo, los puestos estratégicos —Hacienda, Defensa, Trabajo, Cancillería e Interior— quedaron en cabeza de la caverna derechista”, señala.
Para el profesor emérito, es claro que el Centro Democrático está socavando la autoridad del presidente con acciones como quitarle el apoyo a la Consulta Anticorrupción o cuestionando el nombramiento del viceministro de Vivienda bajo el argumento de que este participó en la redacción de un manual contra el matoneo de jóvenes de orientación sexual diferente.