Entre el golpe de Estado y la constitucionalidad
En su primera entrega sobre el golpe de Estado y los dilemas constitucionales que han planteado las manifestaciones sociales en Estados Unidos, el consejero y exrector de Utadeo José Fernando Isaza, en su columna de opinión en El Espectador, analiza la tensa situación que vive el país norteamericano tras el asesinato de George Floyd por parte de la policía, acción que ha desencadenado, en las últimas dos semanas, un sinnúmero de protestas y un movimiento que exige el respeto por la vida.
Uno de los episodios que evoca Isaza es la desobediencia del Ejército de los Estados Unidos a la orden de Trump, especialmente cuando este les ordenó a los militares intervenir para impedir las manifestaciones, lo cual es un claro desconocimiento del mandatario a las funciones que cumplen las guardias nacionales de cada estado.
“El jefe del Estado Mayor Conjunto, el oficial de mayor rango, Mark A. Milley, se negó a acatar esta orden que hubiera incendiado el país. Se enfrentó a un dilema moral: si cumplía la orden, violaba la Constitución. En sus palabras: “Cada miembro de las fuerzas militares de Estados Unidos jura defender la Constitución… (Esta) le da derecho al pueblo a la libertad de expresión y a reunirse pacíficamente… Todos los que llevamos el uniforme nos comprometemos a defender los principios consagrados en la Constitución… Durante la actual crisis la Guardia Nacional está actuando bajo la autoridad de los gobernadores estatales para proteger la vida y los bienes de las personas, preservar la paz y asegurar la seguridad…” (traducción libre). Al negarse a cumplir la demencial orden de Trump, su superior jerárquico, acató la Constitución”, destaca Isaza.
De acuerdo con el columnista, la Constitución de ese país es clara al señalar que el presidente es el comandante del Ejercito y de la Marina, pero deja en manos de los gobernadores la comandancia de las guardias nacionales: “La Constitución de los Estados Unidos de América, a pesar de ser corta y tener pocas reformas, tiene contradicciones lógicas que permiten, sin violarla, degenerar en un régimen fascista”, agrega.