“Quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, ese parece ser el adagio con el que, desde la historia económica, se conectan la famosa crisis de 1929 con la vivida hace diez años. En su columna de opinión en El Espectador, titulada “Una crisis desperdiciada”, el profesor emérito de Utadeo, Salomón Kalmanovitz, destaca que la crisis ocurrida hace ya casi noventa años rebatió la idea de un capitalismo que funciona armónicamente y en equilibrio perpetuo, cuestión que puso en la palestra a John Maynard Keynes, quien sentó las bases de la macroeconomía moderna.
En el 2008, por su parte, la crisis financiera vivida en Estados Unidos y Europa obligó en su momento a que los gobiernos intervinieran de manera masiva para salvar el sistema bancario y la banca de inversión: “La ingeniería financiera se inventó derivados nocivos que precipitaron la ruina del sistema inmobiliario y la quiebra de multitud de entidades y personas. Al sistema se le permitió prestar dinero a familias que no tenían capacidad de pago, conociendo que el gobierno vendría a salvarlo, igual que sucedió con los bonos de agua en Colombia, aunque las familias perdieron sus viviendas y los municipios sus acueductos”, asegura Kalmanovitz.
Como consecuencia de ello, sostiene el columnista, avanzó la derecha en países como Estados Unidos y Europa, al tiempo que se fortalecieron las instituciones económicas que fueron responsables de la crisis. Así pues, las máximas económicas soslayadas por Keynes, entre ellas la teoría de la eficiencia de los mercados y de expectativas racionales, siguen sin ser aplicada con eficiencia por el mercado: “La ingeniería financiera, con toda su capacidad de hacerle daño al cuerpo social, continúa prosperando, como lo prueba la preeminencia de la banca de inversión y su influencia sobre las políticas públicas en Estados Unidos y con el ministro Carrasquilla en Colombia”, agrega.
Finalmente, ante el fracaso del aprendizaje de los errores del pasado, Kalmanovitz cita a Mirowsky, en su libro “Nunca dejes que una grave crisis económica se desperdicie: de cómo el neoliberalismo sobrevivió al colapso financiero”, recordando que los altos directivos de la economía de Estados Unidos hicieron caso omiso a subsanar en lo que se había equivocado el país de forma sistemática. Por ejemplo, las facultades de historia obvian esta sombría época para la economía mundial, al tiempo que los economistas defienden la regulación financiera, los bajos impuestos y la penuria pública.
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