Una decisión como la tomada por la junta del Banco de la República el 30 de octubre, que sorprendió al mercado y lo dejó quieto, se le conoce en el argot de los financistas como una ducha con agua helada.
La decisión fue aumentar la tasa de interés en 0.5%, cuando la conducta regular es ajustarla gradualmente con intervalos del 0.25%. Aún así, la tasa de interés de 5.25% es obviamente negativa si se la mide descontando la inflación de 5.35% anualizada que se marcó en septiembre.
La razón de fondo es que la inflación viene al alza y los agentes tienen expectativas de que se consolidará, algo que repercute en sus decisiones sobre fijación de precios y salarios. Este factor psicológico puede dificultar la obtención de la meta de largo plazo de entre 2 y 4%. El pase de la devaluación a los precios de bienes intensivos en importaciones ha incidido en que la inflación básica (sin alimentos ni bienes y servicios cuyos precios son regulados) cierre septiembre en 4.9%. Además, el fenómeno de El Niño ha hecho elevar el precio de los alimentos, jalonando el índice de precios al consumidor.
Aunque la Junta no lo menciona, una tasa de interés máss elevada puede atraer capital y frenar su salida, de tal modo que también tiene un efecto moderador sobre la tasa de cambio. Para reforzar este efecto, la Junta anunció que intervendrá el mercado cambiario cada vez que aumente el precio del dólar por encima de cierto nivel, vendiendo dólares mediante subastas de hasta US$500 millones. Esto es algo que debió hacer hace tiempos para frenar tanto la volatilidad del mercado cambiario como una devaluación tan elevada como la que hemos vivido. La medida hará que los agentes del mercado cambiario anticipen que el Emisor intervendrá de manera contundente si se dispara el dólar, moderando su volatilidad.
Frente a la crítica inminente de que la política monetaria está frenando una economía que viene perdiendo dinamismo, el comunicado de la Junta dice que “el equipo técnico revisó al alza su pronóstico más probable de crecimiento de la economía de 2,8% a 3,0%”. A veces los técnicos hacen proyecciones de crecimiento mediante modelos estadísticos que no tienen en cuenta factores poderosos, como el multiplicador que informa que una baja de la inversión privada y pública, como la que se viene produciendo, tiene un impacto a mediano plazo de reducción progresiva de la actividad económica.
El argumento que se enarbolará contra la Junta es que sólo debe tener en cuenta el crecimiento de la economía para tomar decisiones; sin embargo, hay que contrastarlo con la necesidad de estabilizar la tasa de cambio y la inflación, frente a la posibilidad de que en diciembre la Reserva Federal normalice su política monetaria, elevando su propia tasa de interés. En esa circunstancia, la presión devaluacionista aumentará, pero con las medidas tomadas recientemente por el Emisor se disipará un poco. A veces los críticos no consideran que la ruptura de los equilibrios macroeconómicos puede resultar más costosa que un crecimiento algo menor de la economía
Por razones similares, la Reserva Federal aumentará su tasa, sin importar si la economía norteamericana crece menos, para impedir que se formen burbujas especulativas en el mercado inmobiliario y en la bolsa de valores que pueden desatar una nueva crisis financiera.
Salomón Kalmanovitz | Elespectador.com