El desarrollo de la ciencia en Colombia

El desarrollo de la ciencia en Colombia
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Lunes 01 de Octubre 2018
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La demanda por ciencia en cualquier sociedad surge fundamentalmente del sector productivo y de la industria en especial. En Colombia hemos vivido un largo proceso de desindustrialización que comenzó en los años 70 del siglo pasado cuando la industria constituía un 23 % del PIB. Hoy en día estamos en 12 % de participación. El nivel de complejidad alcanzado por la industria nacional fue limitado, reducido a la sustitución de bienes de consumo, algunos bienes intermedios y pocos bienes de capital, de tal modo que no ejerció una demanda importante sobre las universidades y los pocos centros de investigación que se fundaron.

La razón principal de este proceso de pérdida de complejidad en la división del trabajo fue el hallazgo de minas de carbón y de yacimientos petrolíferos que dieron lugar a una renta en divisas. Fueron cuatro auges mineroenergéticos los vividos por la economía colombiana: carbón en 1978, petróleo en 1983 y 1989-1993, y petróleo y carbón en 2003-2014. Para agravar la situación, la enorme renta del narcotráfico desde los años 80 financió un gran volumen de contrabando que desplazó bienes locales.

Estos auges tuvieron dos impactos serios sobre la industria: revaluaron el peso, lo que abarató las importaciones que sustituyeron producción nacional y frenaron el auge exportador que tuvo la industria en los años 70. Se trató de lo que se diagnostica como enfermedad holandesa.

Si hubo una política de industrialización en el país fue solo defendida por algunos sectores liberales intervencionistas como Carlos Lleras, pero no por las élites políticas, y fue abandonada cuando la nueva riqueza aportada por la lotería de las materias primas se hizo más notoria y estable. La industria fue desamparada en los años 90 y no hubo ningún proyecto que la apoyara más adelante. Por el contrario, ella fue agobiada con impuestos y contribuciones parafiscales.

El financiamiento de las universidades públicas y de la investigación en ciencia y tecnología también se tornó cada vez más débil. Colciencias pasó a ser la cenicienta del gobierno y terminó clientelizada. Su presupuesto se gasta casi enteramente en becas de doctorado y en funcionamiento, que no en investigación. El número de doctores ha aumentado con el tiempo, más por iniciativa de las universidades y de la cooperación internacional, gracias a lo cual el país cuenta con una tradición robusta en investigación básica y en ciencias sociales que se hace con las uñas, a pesar del gobierno.

Para frenar el deterioro de la industria se requiere más que nunca del desarrollo de investigación y desarrollo. Eso lo han entendido algunas élites empresariales como la de Antioquia con el proyecto Ruta N de Medellín y la Andi, que propone modernizar los bienes de capital, lo que requiere nuevas capacidades de sus ingenieros y técnicos, fortalecer una red de laboratorios acreditados que garanticen la calidad de los productos y establecer una red de certificaciones internacionales.

Otros sectores y la población requieren de los servicios de la ciencia para progresar y obtener un mayor bienestar: geología, física,química, biología y medicina para curar nuestras enfermedades endémicas. El químico Fanor Mondragón propone fundar universidades de investigación e institutos especializados para atender sectores diversos, coordinadas por un ministerio con $20 billones de presupuesto anual y no el $0,3 billón actual.

Salomón Kalmanovitz | Elespectador.com

Donde fue publicado: 
El Espectador