El Gobierno bolivariano ha dejado de publicar estadísticas económicas en los 8 meses corridos de 2015.
La inflación se venía recrudeciendo, resultado del financiamiento con emisión de un déficit fiscal de 16.5 % del PIB, uno de los más altos del mundo. El índice de precios al consumidor aumentó 68.5 % en 2014. La unidad de inteligencia de The Economist lo proyecta en 76.4 % para 2015, a pesar de los grandes subsidios para los bienes de primera necesidad que están siendo racionados crecientemente. Cómo será de alta la inflación que las transacciones en efectivo requieren que la gente lleve el dinero en maletines y no en billeteras. La tasa de cambio oficial es de 6,3 bolívares por dólar, pero se transa en Cúcuta por cien veces ese valor.
Es claro que las casas de cambio colombianas no son responsables de la debacle monetaria y cambiaria venezolana. Tampoco es el Banco de la República el que está imprimiendo bolívares desmesuradamente. La causa más próxima es la caída del precio del petróleo de US $105 el barril hace un año a los 45 de hoy, frente a una menor producción de crudo por la incompetencia, desgreño y corrupción de los funcionarios leales al Gobierno que administran PDVSA. Una causa más estructural es la política contra la producción industrial y agrícola, la “lucha contra la burguesía” venezolana, liderada por Hugo Chávez. Esta batalla que no termina ha llevado a la quiebra a miles de empresas y a otras a niveles ínfimos de producción porque no les aprueban sus importaciones de materias primas, bienes intermedios y repuestos para su maquinaria. Otra causa adicional es el despilfarro para financiar los subsidios internos y la política exterior del régimen.
Considérese que el acceso restringido a divisas y bienes racionados permite que agentes del Gobierno los vendan a sus precios internacionales, lo que ha permitido que muchos empresarios y la clase media alta del país hayan podido sacar sus capitales a Miami, Panamá y Colombia. Los agentes incrustados en la administración económica, la Guardia Nacional y el Ejército son los garantes del contrabando de gasolina y bienes de consumo que salen de Venezuela a raudales y que capitalizan el arbitraje (la diferencia entre el precio subsidiado y el precio a que se puede vender en Colombia) a su favor. Los pimpineros y bachaqueros constituyen la moneda menuda del negocio, pues el contrabando en serio viene en camiones protegidos por las autoridades venezolanas y por los correspondientes funcionarios colombianos.
Maduro fue a China implorando que le prestaran US$20.000 millones y sólo le renovaron un crédito por US$5.000 millones. Venezuela cuenta con US$16.400 millones de reservas, la mayor parte en oro, medida desafortunada que tomó Chávez porque desconfiaba del imperialismo. El precioso metal se ha desvalorizado mucho y deberá venderse a menos precio. Un analista del Banco Barclays calcula que las reservas del Banco Central de Venezuela alcanzan hasta agosto de 2016 y el Gobierno tiene un 70 % de probabilidad de entrar en cesación de pagos. Por eso el bono venezolano, según Bloomberg, debe pagar 30 % de interés anual más que los bonos latinoamericanos.
Este año Venezuela enfrenta una contracción del producto de 4.2 % que pueda tornarse en un vicioso espiral, si continúan las políticas macroeconómicas que han creado los enormes desequilibrios que sufren los ciudadanos del vecino país. Es obvio que también sufriremos nosotros.
Salomón Kalmanovitz | Elespectador.com