Un libro reciente del profesor Gabriel Zucman, titulado La riqueza escondida de las naciones, cuantifica en forma aproximada lo que guardan los ricos del mundo en Suiza, Luxemburgo, Irlanda, Islas Caimán, Bahamas y Panamá.
Un 8% de la riqueza mundial está depositada en estos discretos países, cerca de US$8 billones, de los cuales US$2,3 billones sólo en Suiza. El fraude de las cuentas bancarias no registradas le significa a los países pérdidas de US$200.000 millones anuales, como evasión de impuestos y escamoteo de las herencias. Las pérdidas para Estados Unidos son de US$35.000 millones por año, para Europa de US$78.000 millones y África pierde unos US$14.000 millones.
Apple mantiene en sus arcas de una filial en Irlanda sin empleados US$190.000 millones, que son traslados de sus utilidades obtenidas en Estados Unidos, por los cuales ha eludido US$57.000 millones de su factura tributaria. En su reporte anual, el líder tecnológico mundial se precia de pagar una tasa de impuestos del 2,2% de sus ganancias totales. Lo mismo sucede con Google, Starbucks y Amazon, pero también en menor medida con las 500 empresas más grandes de Estados Unidos. Se trata de una hemorragia de recursos fiscales que socava la propia fortaleza del Estado y rompe los pactos sociales que construyeron las sociedades del bienestar y que incluso permitieron financiar las guerras y los imperios.
La porción de la riqueza nacional que es guardada en paraísos fiscales puede ser de 10% en Europa, pero en los paises africanos y en la América Latina alcanza entre 20 y 30% de los patrimonios de sus ciudadanos, siendo Rusia el campeón con 52%. Eso significa que los paraísos fiscales tienen efectos destructivos mucho mayores en los países en desarrollo, en los que son gobernados por sátrapas o están cruzados por la corrupción. En este sentido, una parte no despreciable de la riqueza oculta pertenece a funcionarios de gobiernos autoritarios que pueden hacerse a porciones significativas de la riqueza pública, algo que siempre ha funcionado en Venezuela, pero que con el régimen chavista ha alcanzado figuras estrambóticas, apropiadas por su llamada boli-burguesía. La cleptocracia le permite al sector privado también sacar divisas que controlan los funcionarios.
La riqueza de los narcotraficantes y otros delincuentes es guardada en efectivo en cajas de seguridad en los bancos del Caribe y Suiza. En Islas Caimán y Panamá se pueden crear sociedades de papel a bajo costo, algo que Colombia replicó con sus Sociedades Anónimas Simplificadas, que permiten la elusión de impuestos a gran escala.
Para Colombia no existen cifras que puedan dar una idea aproximada de la riqueza depositada en el exterior, fundamentalmente en Panamá, que rehúsa entregar información financiera a la DIAN. Debió ser considerable cuando las Farc eran vistas como un peligro para la riqueza privada, pero ha debido reducirse con el debilitamiento de la insurgencia y la conversión del país en un semi-paraíso fiscal. Acá las capacidades investigativas y operativas de la agencia tributaria son débiles, ha sido presa de la corrupción, la legislación prohíja el ocultamiento de la riqueza y no existe cárcel para los que defraudan el fisco. Hasta los ministros del Estado salen a protestar cuando una propuesta tributaria seria, imprescindible para su funcionamiento, puede terminar afectando sus parcelitas de poder.
Salomón Kalmanovitz | Elespectador.com