Bajo la piel de "El Comandante"

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“Me parecía increíble que yo hubiera llegado la noche anterior de Miami, haga una entrevista de radio, en la que dije que me gustaría hacer de Hugo Chávez, y doce horas después, recibiera una llamada en donde me decían que querían que hiciera de Chávez”, cuenta Andrés Parra mientras recuerda el momento en el que le dijeron que interpretaría a este personaje.

Diagonal a la sala en donde nos encontramos sentados, un día domingo, el único día libre de Andrés desde hace más de ocho meses, hay un estudio que guarda todos los secretos del actor. Un escritorio lleno de papeles, una biblioteca con muchos libros y unos mini bustos de Chávez acompañan los cinco elementos más importantes de este espacio. Cinco carteles de diferentes producciones en las que Andrés ha participado: Siempreviva, La Semilla del Silencio, Pillowman, La Pasión de Gabriel y sin duda alguna, El Comandante.

Sin embargo, dentro de su estudio no se encuentra un cartel del proyecto que alguna vez pensó no iba a ser superado por ningún otro: Escobar, el patrón del mal. Y es que Parra cuenta que cuando se auto-Googlea ha encontrado entrevistas donde reitera lo que antes pensaba: “Yo ya voy a estar tranquilo en mi vida porque muy difícilmente voy a hacer un personaje que supere a Escobar”. Además, aclara que en el fondo la respuesta donde hacía referencia a Hugo Chávez como un personaje al que aspiraba, era una respuesta para salir del paso, pues era una pregunta recurrente y consideraba que el personaje que ahora lleva bajo su piel era una utopía, un imposible, una locura.

Pero no existen límites para un actor que pone en su perfil de Instagram que “si no fuera actor, sería actriz”. Porque sí; Parra no tiene la piel morena, ni los ojos cafés ni achinados, tampoco es venezolano ni tiene el acento, es más, no se sabía el himno de ese país. Pero sí es una persona que encontró en la actuación la única manera de desaparecer, y para él, desaparecer es sinónimo de felicidad, fascinación y plenitud, “porque yo fui un niño gordo, víctima de un bullying muy bravo, y aparece el teatro y entiendo que me pongo un disfraz y una peluca y dejo de ser el gordo de mi infancia”.

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Un día después del estreno de El Comandante en Colombia, Parra está sentado en la silla de maquillaje y se enfrenta a una hora de transformación. La idea es quedar idéntico a un cartel que está colgado en el espejo del tráiler. Para esta etapa solo van a ser necesarias una peluca, unas prótesis de látex para las bolsas de los ojos, base para oscurecer su tono de piel y unos lentes de contacto para esconder el azul de sus ojos.

Hay tres personas y seis manos literalmente encima de Parra, actuando como los asistentes quirúrgicos de un cirujano. Cada uno interviene al paciente con precisión, concentración y delicadeza. Uno de ellos pone una peluca de cabello castaño oscuro y rizado en la cabeza calva de Andrés, otro oscurece con un delgado pincel las cejas, los labios y pinta una ranura café entre los dos dientes frontales inferiores, mientras el tercer asistente aplica bases más oscuras sobre el cuello, las manos y los brazos.

Mientras tanto Parra corta lo que sobra de las hojas de papel en donde están impresas sus escenas. Abre y cierra los ojos mientras dirige su mirada al infinito y dice: “Hasta hoy llega mi felicidad. Mañana empieza mi camino por el infiero”, haciendo referencia a los días de grabación que corresponden a la etapa de la enfermedad de Hugo Chávez. Días donde se enfrentará a cuatro horas de maquillaje y ocho horas de grabación cargando unas prótesis en su rostro que dibujan el sobrepeso que el político tuvo antes de morir.

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Parra sale del estudio y se sienta en un sofá de la sala principal de su casa. Allí hay una pared con cientos de fotos pequeñas de su familia y su esposa. Prende su reproductor y pone música llanera para tener como fondo en la entrevista, es el mismo tipo de música que escuchaba Chávez. “La situación de Venezuela no está para que alguien salga con una serie sobre la vida de Hugo Chávez”, pensó en su momento el actor. Hubo entonces dudas y algo de escepticismo. Entre aquella pregunta inicial y comprobar con sus propios ojos que el proyecto era una realidad pasaron cuatro meses. “Ahí sí le vi la cara de – we are gonna do it - y básicamente entré en pánico”, cuenta Andrés entre carcajadas.

 

“El poder de la pasión, y la pasión por el poder”, fue el lema elegido por Sony Pictures para generar expectativa sobre esta serie. Foto: Tomada de www.zeleb.com.co

 

Chaves y los Tres diarios. Parra y sus Cartas de Navegación

En el parqueadero del Círculo de Suboficiales de las Fuerzas Militares en Bogotá, la locación del día para la grabación, se encuentra el tráiler privado del actor. Su equipo respeta su privacidad, sus tiempos y su espacio. Hay una pequeña sala-comedor, un baño, una cama y una cocina. Todo es impecable. El actor al ingresar al tráiler prende un “palo santo” y con su mano recorre el espacio hasta empapar el ambiente del humo que emana. Afirma estar limpiando las energías, los demonios, lo malo y lo bueno.

Al frente de la mesa de centro se encuentran sus tres más preciados tesoros: sus tres biblias, sus tres cartas de navegación, sus tres diarios. Tres cuadernos que guardan en sus páginas el trabajo de un actor apasionado y juicioso, un actor que es infinitamente feliz en un set. “Ahí aparece la vida. Cuando dicen “¡acción!” yo arranco. No puedo explicarle qué pasa. Yo desaparezco, y son tantas las ganas que tengo de desaparecer a través de mis personajes que me encanta armarlos muy bien”.

Sus tres diarios representan el trabajo de un año continuo de investigación. Allí están plasmados once libros, cientos de fotos y muchas alocuciones vistas y analizadas. Tres diarios que tienen en la primera página una foto de Hugo Chávez, y en la última, una imagen del Ángel San Miguel. “Es mi protector. Tremendamente protector. Lo protege de toda la mala onda. Y todo esto produce mucha mala onda. Hace que usted sea invisible a toda esa mierda. A la gente, a las reacciones que pueda tener esta serie. Al hecho de usted estar tan conectado con un personaje que despertó tantas pasiones pero que ya está muerto”.

Mientras Andrés explica el contenido de sus tres diarios adquiere una posición de firmeza, justa de un actor como él, justa de un personaje como Chávez. Pasa las hojas vívidamente exponiendo qué hay en cada uno de los cuadernos y en su voz se evidencia emoción. Es como si hacer el recuento de lo que hay en sus diarios lo llevara de nuevo al viaje emprendido durante un año de preparación.

El primer diario, un cuaderno de marca Norma, contiene todos los hechos históricos necesarios para comprender la vida del personaje en orden cronológico. El segundo diario, un cuaderno de caricaturas infantiles, contiene el desglose de la totalidad de las escenas del personaje durante toda la serie. Cada sección contiene un número del uno al diez, que coinciden con una de las diez etapas que Parra descubrió o definió del personaje. “A mí la investigación me arrojó diez Chávez. Diez a nivel actoral, que no se parecen en nada entre ellos”. Allí están el niño, el beisbolista, el cadete en la Academia Militar, el sub- teniente conspirador, el rock star (cuando está en prisión), el candidato, el presidente, el que regresa del golpe de Estado, el que es reelegido en 2006 y el que padece cáncer.

El tercer y más importante diario es un cuaderno del Cique du Solei, que contiene todo lo relacionado con la personalidad de Hugo Chávez. Parra repasa con voz y gestualidad del personaje algunos de los dichos y palabras características del político. Su transformación ya no es algo íntimo en este punto, es algo que fluye con naturalidad y realismo. Se sorprende de su propia creación. Se ríe de su personaje, lo disfruta tremendamente.

“A mí se me pierde ese cuaderno y yo entro en terror. Es como quitarle las cartas de navegación a un piloto. ¿Se apagan los sistemas y de qué se coge uno? Esa es toda la parte mecánica de mi avión si se va la luz. Yo ya sé qué matracas coger y qué palancas halar para no irnos de culo”, sentencia.

 

Andrés Parra: “No existe un solo venezolano al que el fenómeno de Chávez no le pegue en el estómago, para bien o para mal”. Imagen tomada de www.nytimes.com

 

El Palo Santo de Parra

Diana Cáliz, su esposa, sale de su habitación y se despide con un “te amo idiota” en tono tierno y consentido, dejando en evidencia que es ella quien tiene el poder de transformar a Parra. Es su polo a tierra. Fue ella quien le hizo ver que sus personajes tenían repercusiones emocionales en su estado de ánimo. Lo curó. Le mostró el camino espiritual en su vida, junto a ella, emprendieron una investigación acerca de cómo desligar al personaje del actor.  

“No es que a usted el personaje lo afecte, lo cambie. Es esa profundidad a nivel mental, emocional y espiritual que tiene unas consecuencias. Hay algo que pasa adentro de uno. Usted empieza a sentirse desorientado, con angustia, nostalgia, como con síntomas de depresión sin una razón aparente. Porque lo que pasa es que usted está rodando, pero empieza a sentir una cosa muy fea. Y es ahí donde usted dice: me dejé ir”, explica.  

Andrés ve la actuación como un juego. Está convencido de que la actuación es un juego de entretenimiento que no ayudará a cambiar el mundo. “No estamos haciendo nada importante, créame. Disfrútenlo”, acepta esperando que la serie sea eso, una distracción para los televidentes.

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¿Qué podría venir?, le pregunto. “No tengo idea”, me responde. ¿Qué otro personaje de ese nivel? ¡Trump! le digo. “¡Trump!.. Sí, no kidding. Trump, pero like Trump in 20 years. No es una locura. Y yo me disfrutaría a un tipo como Trump… ¿Why not? Trump es delirante. La historia de Trump tampoco es normal. Guarde ese tweet que le estoy diciendo, ese man vino a moverle los andamios a Estados Unidos. Y ya, off de record, apague eso que le voy a decir algo”.

 




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