De Canal Capital a la televisión pública. Mismas críticas, otras formas de consumo

Muchos creen que la TV pública debe aprender de la TV privada sobre el entretenimiento. Otros, creen que TV privada debe aprender de la TV pública lo culto de su público. Hace poco llamaron a Canal Capital "cadáver insepulto", por los supuetos bajos índices de audencia. ¿Era justo?

 

Me gusta mucho la televisión. Soy televidente asiduo de todo lo que mis ojos y mi tiempo me lo permiten. Hubo dos hechos, o mejor, dos textos que motivaron esta reflexión con tintes periodísticos.

Uno fue la columna del periodista Gonzalo Guillén, publicada en la revista Semana. Del tema, sobre el que no me interesa profundizar más allá de los modos de producción audiovisual o narrativo, me quedó sonando fuertemente este aparte: “Canal Capital, técnicamente se considera que está “apagado”: Su promedio de televidentes diario es de escasos 8.000, de acuerdo con la firma IBOPE, especializada en medir audiencias. No es un error de mecanografía: es una audiencia promedio diaria de 8.000 (ocho mil) personas. Bogotá tiene alrededor de nueve millones de habitantes”.

El otro texto es del crítico de televisión Ómar Rincón. Dentro de los últimos Premios India Catalina, que celebran la calidad del audiovisual en Colombia, hubo varios hechos que le llamaron la atención. Él escribió en su columna semanal en el diario El Tiempo, que le resultaba paradójico que la televisión pública obtuviera 62 nominaciones, suponiendo buena calidad en su producción, pero sin público que la vea. “Son programas, tal vez, bien hechos pero sin audiencia, lo cual debería indicar que el gran reto de esta televisión es ganar televidentes. Y para tener público, la televisión pública debe dejar de ser solemne, elitista y de cabezas parlantes. Y por eso deben hacer una televisión para el sujeto popular, que es quien va a la pantalla para relajarse afectivamente y encontrarse culturalmente”.

Las dos conclusiones parecen determinantes, poderosas, demoledoras. Entonces busqué a estudiosos, académicos, personas con experiencia en medios y fundamentalmente en televisión. 

Manuel Corredor fue jefe de programación de Señal Colombia, ahora es coordinador del área de producción audiovisual de Comunicación Social en la Universidad Externado. La pregunta resultaba sencilla: ¿Son los canales públicos los llamados a innovar y a explorar en otras plataformas con nuevos contenidos, y así ganar mayor y mejor audiencia? Manuel cree que sí: “La innovación, para hacer claridad, es un fenómeno que conecta la creatividad con la generación de valor. El valor, no necesariamente debe ser económico, sin embargo, ese proceso entraña riesgos, por ende, para la televisión pública, asumir seriamente la innovación, implica apostar a contenidos de riesgo con la intención de generar mayores y mejores audiencias, pero también tener la libertad de asumir el riesgo de no obtener necesariamente ese resultado”.

Aquel era un buen comienzo. Apostar a contenidos diferentes no debe ser fácil en un país como Colombia, con tan solo dos canales de televisión privada nacional que no quieren repartir, entre otras cosas, la torta publicitaria. El panorama entonces no deja de ser desalentador. Además, son dos maneras de contar y narrar la realidad, en dos o tres géneros y formatos, con una sola forma de hacer televisión. 

Alejandro Ángel está formado en el exterior, tiene experiencia en nuevas narrativas y conoce como pocos los temas de convergencia audiovisual. Él está convencido que “la televisión regional, la televisión pública y los canales de televisión comunitaria, son todos espacios en los que, sin duda, deberían conectarse rápidamente las narrativas digitales, porque allí es donde realmente ellos van a poder sobrevivir, contando historias que hagan falta y que tengan mucha más visibilidad”. Esa podría ser una buena apuesta; dejar de pensar y asumir el riesgo de mover los límites de lo pensado en términos audiovisuales y de televisión. Narrativas digitales, ¿por qué no?

“Es importante resaltar que a la hora de pensar en innovar y explorar, el discurso audiovisual cambia, y por esa razón, los canales públicos y otros medios no pueden seguir pensando de una forma lineal cuando pretenden narrar desde nuevos esquemas interactivos. Toca dejar de pensar en narraciones en las que va a haber un inicio, un desarrollo y un final (aunque también los haya), y empezar a hackear las narraciones, a darse cuenta que pueden tener diversos finales, diversos contenidos, diversos contextos”,concluye Ángel.

Jaime Tenorio fue director de Señal Colombia entre los años 2014 y 2016. Para él los retos de innovación van más allá de las formas de narración de estos canales. El problema está en los recursos necesarios para hacer dicha producción y aplicar una mejor promoción de ello. “Hay que tener en cuenta que la experimentación no necesariamente es exitosa, pero sí permite explorar nuevas narrativas y arriesgar en los formatos, algo que los canales comerciales no están tan dispuestos a hacer. Supondría que la razón es por temor a perder audiencia y por ende pauta comercial. Un país como Canadá, por ejemplo, le apuesta mucho a la innovación, porque es un país al que le interesa explorar nuevos formatos. Sin embargo, muchas veces son proyectos artísticos muy interesantes, pero no necesariamente exitosos comercialmente”.

Muchos creen que el error es seguir midiendo a estos canales con los tradicionales esquemas de cuantificación del rating. “En una primera etapa, la innovación implica buscar la divergencia respecto de lo establecido, etapa en la cual los resultados globales de medición no necesariamente van a tener un crecimiento dramático, y en una segunda etapa, buscar la convergencia (a través de los aprendizajes, modelos y casos exitosos) con lo que un canal de esta naturaleza sí podría aspirar a esta clase de logros. Como sin riesgo no hay innovación, esta no puede ser la clave para el éxito en esos indicadores tradicionales”, dice Manuel Corredor. Allí, creo, es donde radica todo el problema. Entonces la clave para el éxito de un canal público puede estar dada en hacer ver a la opinión pública que los indicadores instituidos para medir las audiencias resultan obsoletos, y no sirven más que para definir qué es bueno y qué no, como ocurre actualmente. “Los indicadores tradicionales se están reinventando, o incluso, derrumbando”, sentencia Corredor.

Alejandro Ángel va más allá. “Hay que alimentar una comunidad que crea en el proyecto narrativo. Se trata de empezar a pensar como una sociedad creadora de contenidos en constante beta. Ya se quemó esa etapa de los medios como creadores de contenidos audiovisuales, en los que se guardaban y cuidaban de manera secreta todo lo que se estaba desarrollando, y solo una vez se tenía el proyecto finalizado, era que se compartía con el público. Estamos en una época de versiones beta, una época en la que los creadores lo primero que deben hacer es empezar a compartir sus contenidos con su posible comunidad; no cuando esté listo, sino cuando está en una etapa muy inicial de su creación; eso va a permitir que la gente se sienta parte de la toma de decisiones y parte de la narración que se va creando”. Novedoso, desde todo punto de vista.

Como propuestas suenan alentadoras e interesantes, pero, ¿qué está haciendo sobre esto Canal Capital, el canal en cuestión? Hablé entonces con Darío Montenegro, su gerente. Me contó que su objetivo viene siendo crear contenidos transmedia en educación en valores, además de fomentar la cultura. “Hacemos contenidos cortos, entre tres y cinco minutos. Contenidos pensados no solo para el consumo tradicional de televisión abierta, en el cuarto o en la sala de un hogar, sino en las diferentes plataformas digitales. El año pasado hicimos más de 800 contenidos que fueron emitidos más de 14.000 veces en el canal. Mediante una estrategia de arrastre, emitimos esas historias educativas entre los programas de información, deporte y transmisión de eventos culturales”. Ese es su objetivo: ¿rentable, visto, bueno, exitoso? El tiempo le dará o no la razón, pero de eso se trata este negocio de la televisión pública según los expertos, de atreverse a hacer cosas diferentes a las tradicionales.

Sobre los modos de consumo el canal parece también estar orientado a salirse de lo normal. “Antes, nosotros programábamos una especie de regadera, en la que el televidente recibía esa programación a ciertas horas del día. Él solo recibía esos contenidos. Él solo tenía la opción de ver, cambiar de canal o apagar el televisor. Hoy la gente que ve Canal Capital puede ver cualquier contenido de nuestra programación en cualquier sitio, en cualquier dispositivo, a cualquier hora. La gente ya no quiere que se le programe, sino que ellos puedan también programar”, explica Montenegro, versión que coincide con lo expuesto anteriormente por Alejandro Ángel.

Todo parece indicar que esa es la dirección que están tomando los canales regionales, dirección, que dicho sea de paso, está a años luz de ser una realidad en los canales privados. “Señal Colombia ha ganado varios premios con sus contenidos innovadores y multiplataforma. Me arriesgo a decir que fue el primer canal en entender la convergencia, especialmente, con sus contenidos infantiles. Programas como la coproducción del canal con Hierro Animación y la empresa española Piaggiodematei "Cuentos de viejos", es un ejemplo de ello. El canal, además de producir los programas infantiles, ha creado un sitio en la web donde se encuentran contenidos de juegos, videos, descargables, música y actividades que permiten enriquecer el universo narrativo de los programas, y que siguen funcionando por fuera de la pantalla tradicional”, cuenta Jaime Tenorio.

Pero este camino también lo muestran canales de televisión pública internacional. “Es interesante remarcar los variados procesos que han realizado desde TVE en España, al crear en 2011 el RTVE LAB, laboratorio de innovación audiovisual de este canal, donde han experimentado con procesos narrativos tanto en lo documental como en la ficción. Programas como "Águila Roja", "El Ministerio del Tiempo", y documentales web interactivos como "Montelab", "Las Sinsombrero" y "Cromosoma 5", por nombrar algunos de los más reconocidos, muestran que desde la televisión pública se pueden generar nuevas dinámicas e interacciones con el espectador, en las que se pueda tomar un papel más activo, más real, más potente”, recuenta Alejandro Ángel.

Lo que es un hecho es que la televisión tradicional (pública o privada), tardará mucho en adoptar estos cambios, sobre todo mientras la televisión privada no se atreva. Eso sí, uno de los tantos problemas de estas apuestas convergentes, es que requieren a veces de más recursos económicos para la producción, sobre todo, si es un programa de producción diaria y se quieren mantener vivas y actualizadas todas las plataformas. ¿Tendrán los canales públicos en Colombia toda la intención de innovar permanentemente cuando no cuentan con suficientes recursos para hacerlo? Esa es la pregunta del millón.

Dicho esto, y reconociéndome incapaz de llegar aquí a alguna conclusión, creo que me siento en la obligación de precisar algo: no soy abogado defensor de nadie. No defiendo lo indefendible como pensarán algunos sobre esta columna que resalta ciertos logros en materia de producción audiovisual en Canal Capital. No pretendo intermediar en el conflicto público entre Darío Montenegro y el periodista Gonzalo Guillén. Esa no es mi intención. Pero tampoco es admisible que en nombre de las cifras de audiencia y pauta publicitaria, se tache de “cadáver insepulto” a un grupo de profesionales que quieren hacer algo diferente con la manera de hacer programas de televisión. 

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