En conversación con Fabiola Calvo, coautora del informe “Periodistas sin acoso”

Las periodistas y comunicadoras sociales también son víctimas de violencia de género y acoso sexual en el ejercicio de su profesión. Una investigación de la Red Colombiana de Periodismo con Visión de Género  y la Fundación Karisma pone el foco en este fenómeno. 

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El pasado 18 de agosto, la periodista Fabiola Calvo participó en una plática ofrecida por la asignatura de Laboratorio de Medios, sobre la investigación Periodistas sin acoso, la cual aborda la violencia machista presente en este oficio. 

La idea de sistematizar y contabilizar los casos de violencia de género o acoso sexual, con el fin de realizar un diagnóstico sobre esta situación en el medio, comenzó en 2016 a partir de las experiencias negativas que expresaban las periodistas y comunicadoras de la Red Colombiana de Periodismo con Visión de Género. 

A partir de allí, se hizo una campaña llamada Periodistas sin acoso, que pretendía incentivar a las mujeres a denunciar el acoso y las violencias cometidas contra ellas en la Universidad Los Libertadores. La campaña no fue suficiente para el grupo de investigadoras, debido a la magnitud de la problemática, y debieron transformar la idea. El salto se convirtió en la investigación homónima realizada por Fabiola Calvo, Amalia Toledo Hernández y Montserrat Torrente Rodríguez, publicada en marzo de 2021 por la Red y la Fundación Karisma.

Para desarrollar el proyecto, el equipo de investigadoras se enfrentó a dificultades de diversa índole. Según la información compartida por Fabiola Calvo durante su charla, el inconveniente fundamental fue la falta de registros sobre el número de periodistas que ejercen en el país y, en especial, de las mujeres que trabajan en este oficio, lo que constituyó un problema para hallar a las periodistas víctimas de actos de violencia por motivos de género. 

Otro de los inconvenientes, a la hora de obtener las respuestas de las encuestas realizadas, fue que los resultados no ofrecían datos detallados o con información concluyente, en contraste con lo que aspiraban conseguir. Sin embargo, el grupo se vistió de positivismo y perseverancia para reunir a 24 personas de diferentes ciudades, con el objetivo de crear dos grupos focales de mujeres, uno de hombres y otro mixto, responsables de encuestar a 470 personas en línea y realizar 10 entrevistas a profundidad.

Imagen obtenida del informe "Periodistas sin acoso: Violencias machistas contra periodistas y comunicadoras".

La investigación arrojó datos relevantes sobre las distintas manifestaciones de acoso sexual que han vivido las mujeres dedicadas al periodismo. Un 51.7% del grupo encuestado declaró haber recibido miradas o gestos con connotación sexual, mientras un 29.5% aseguró haber escuchado comentarios indeseados sobre su cuerpo o forma de vestir en espacios analógicos. Esto, para Calvo, es un reflejo del poder que creen tener los hombres sobre la apariencia de las mujeres y sus cuerpos en esta profesión. Estas manifestaciones no se limitan a aspectos verbales, también están presentes en prácticas más invasivas que limitan la privacidad de ellas y atentan contra su integridad física y mental. Esto se refleja en que, del total de mujeres encuestadas, 21.1% denunció haber sido objeto de peticiones sexuales no deseadas en espacios analógicos y 19.4% aseguró haber sido besada o acariciada sin su consentimiento. 

Otras agresiones de las cuales pueden ser víctimas las periodistas, van desde la “suplantación de identidad, hasta los continuos mensajes que buscan cosificarlas o vigilar su tono de voz o sus cuerpos”, según dice la investigación. 

Estas muestras de violencia también limitan la libertad de prensa, según Fabiola Calvo, cuando no se incluye a las mujeres en la información y en la comunicación: “No es suficiente hablar de ellas, es cómo se les incluye”. Por ende, para la periodista es importante reforzar los procesos y los estándares de género dentro de los medios. 

Imagen obtenida del informe "Periodistas sin acoso: Violencias machistas contra periodistas y comunicadoras".

Sin embargo, esta paridad debe respetar la integridad de las mujeres que son incluidas en las salas de redacción, pues entre los detonantes que disparan la violencia sexual contra las periodistas está, en primer lugar, con un 47.6%, “simplemente ser mujer, vestir de alguna manera o estar siempre arreglada”, características que no son observables en los casos de acoso sobre profesionales masculinos.

El trato hacía ellas también es más hostil, puesto que, de acuerdo con sus experiencias en el cubrimiento de los temas duros del periodismo, donde históricamente han hecho mayor presencia los profesionales masculinos, la investigación encontró que cuando las mujeres trabajan asuntos relacionados con política, economía, conflicto armado o el ámbito deportivo, han sido víctimas de violencia psicológica en un 39.2%. También, la investigación halló que cuando se trata del abordaje de instituciones, funcionarios, figuras públicas, políticos o actores del conflicto armado, la presencia de experiencias negativas y agresiones psicológicas está cerca del 35.7%. 

Ahora bien, en cuanto a las mujeres que han vivido acoso sexual, el 51.3% de los casos mencionados señalaron a un colega como agresor, el 38.8% a un jefe o supervisor y el 27.2% una fuente. A su vez, 6.1% periodistas y comunicadoras aseguraron haber vivido violencia sexual en el ejercicio de su profesión. En el caso de los hombres periodistas, sus agresores son principalmente colegas, anónimos o jefes y supervisores, y tan solo dos aseguraron haber sufrido violencia sexual en el medio.

Imagen obtenida del informe "Periodistas sin acoso: Violencias machistas contra periodistas y comunicadoras".

Estas experiencias ocasionan en las mujeres: “1) la autocensura, 2) las afectaciones a la salud, 3) el abandono permanente o temporal de la profesión y 4) el cambio de prácticas profesionales”, de acuerdo con la investigación. Por lo que las consecuencias no se limitan únicamente al evento traumático, sino a su bienestar y al ejercicio de su profesión.

Sobre el papel de los medios de comunicación y sus entornos laborales en la prevención de estas violencias, Fabiola sostiene que la investigación identificó algunos errores en los protocolos de atención de las denuncias sobre violencia de género y acoso que se dan en estos espacios. Uno de ellos, dice, es la falta de apoyo psicosocial durante el proceso de la denuncia, pues no todas las mujeres reciben el acompañamiento necesario ni la atención de los profesionales adecuados para tratar las secuelas del hecho vivido. Sobre esto, Calvo recuerda el caso de una periodista que no pudo seguir participando de la investigación por los efectos adversos de la medicación que recibía, resultado de una experiencia violenta que había vivido en el pasado.

Otros aspectos que afectan el adecuado funcionamiento de las políticas de protección en casos de denuncias, son la excesiva burocracia y la ausencia de rutas de atención. Según Fabiola, existen casos donde el agresor es parte del proceso de denuncia y se encarga del desarrollo de protocolos, así como aquellos en los que intervienen figuras de poder, dentro y fuera de los medios, que no quieren que se sepa del hecho. Por último, un factor que dificulta el buen término de la denuncia es que se pone en duda la credibilidad de la víctima y, por ende, muchas prefieren sufrir en silencio sus casos de acoso o violencia sexual. En este contexto, suele prevalecer la palabra y el reconocimiento del agresor sobre el de la víctima, dado que en estos eventos existen múltiples dificultades para aportar pruebas, de manera que el acto de denunciar, en muchos casos, se convierte en un proceso continuo de revictimización. 

En cuanto al rol de la academia, Fabiola Calvo reconoce que hace falta incluir en el pénsum académico de las universidades una serie asignaturas sobre temas de género, derechos de las mujeres y derechos humanos, que les brinden herramientas a las nuevas profesionales para identificar los factores de riesgo y saber qué hacer en caso de que vivan experiencias violentas en el ejercicio de su profesión. A su vez, Calvo sugiere hacer seguimiento sobre las violencias basadas en género que ocurren al interior de las universidades, dentro y fuera del ámbito digital, pues en la actualidad estas manifestaciones no solo se viven en las aulas. 

Por último, en el ámbito político, Calvo también destacó la importancia de crear políticas y estrategias para reducir el acoso y violencia contra la mujer, que se puedan poner en práctica de manera efectiva. Esto con el fin de atender los casos y reducir las cifras reveladas por la investigación, pues desde el sector público hasta la academia, todos son actores responsables de la prevención de estas violencias.

Este texto contiene datos que hacen parte del informe "Periodistas sin acoso: Violencias machistas contra periodistas y comunicadoras", publicado en marzo de 2021 por la Red Colombiana de Periodismo con Visión de Género y la Fundación Karisma.

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