Fecode, una historia de luchas y conquistas

Tras 60 años de fundada, la Federación Colombiana de Educadores (Fecode), se ha convertido en una de las organizaciones sindicales más grandes del país, con casi 270.000 docentes afiliados.

Pero en 60 años han sido muchos más los logros y obstáculos en la actividad sindical de Fecode. Jairo Rodríguez fue docente durante 30 años, y desde que inició en la labor, por el año de 1972, empezó también su actividad sindical en el municipio de Paipa, en el departamento de Boyacá. Evocando sus recuerdos, cuenta que tuvo que enfrentarse a dos sanciones por parte del gobierno debido a su participación en el sindicato, más exactamente por su liderazgo y por haber participado en paros. Durante estas últimas décadas presenció, hasta su retiro (e incluso después), los cambios tanto en el sistema educativo colombiano como en Fecode.

Reconocida sobre todo por sus movilizaciones y oposición al Gobierno, actualmente se ve enfrentada a ciertos sectores de la sociedad, debido a sus exigencias en torno al Plan Nacional de Desarrollo, al cumplimiento de los acuerdos con el gobierno anterior y a la polémica en torno al “adoctrinamiento” sobre los niños en las escuelas públicas en Colombia que alegan diversos sectores de la sociedad.

Esos enfrentamientos han sido una constante a lo largo de la historia de la federación, desde sus inicios, la actividad sindical de Fecode se ha encontrado con un gran número de obstáculos.

Después de varios intentos por organizar el gremio de docentes, a finales de la década de los 50, se funda Fecode, reuniendo a los sindicatos locales de los departamentos en una gran federación a nivel nacional. 

Eran los tiempos en los que se fundó el Frente Nacional, aquel pacto entre los partidos Liberal y Conservador para alternarse el poder. Por ese entonces nació Fecode, cuando las centrales obreras, incluso, eran controladas por ambos partidos, y recomendaban a los maestros no hacer política, y fue, por eso mismo, que decidieron romper con ese esquema y hacer política en contra de los partidos, la iglesia y el mismo Estado, como lo recuerda Adalberto Carvajal, uno de los primeros presidentes de Fecode y quien lideró una emblemática marcha a pie desde Santa Marta hasta Bogotá, junto a un centenar de maestros que duraría más de 30 días en 1966, año en el que se realizaría el primer gran paro nacional.

Y fueron estos acontecimientos los que marcarían las “formas de lucha” de Fecode. Primero, en marzo del 66, cuando se decretó el primer paro nacional de educadores, que duraría 23 días. Por entonces, Carvajal organizó la “Marcha del Silencio”, que reuniría aproximadamente 20 mil maestros en la plaza de Bolívar en Bogotá, quienes marcharon de manera lenta, y como su nombre lo indica, en silencio. Luego, en septiembre de ese año, partirían desde Santa Marta los maestros que, tras una asamblea decidieron marchar a pie hasta Bogotá, luego de 7 meses sin recibir sus salarios.

Ese ha sido un factor determinante dentro de la lucha sindical del Magisterio en Colombia, los salarios.

Y ese fue uno de los primeros logros que Jairo reconoce de la lucha sindical. Apenas unos meses antes de que él empezara a trabajar, los pagos de los salarios llegaban a retrasarse durante meses, o se les pagaba por porcentajes, incluso, algunas primas de servicio las pagaban con aguardiente, lo llamaban el “pago en especie”, y uno de los logros del sindicato, en las épocas cuando él empezó a ejercer como docente, fue que el salario de los maestros se pagara dentro de los 5 primeros días del mes.

En la década de los 70, se dieron más conquistas importantes para los maestros de Colombia, como la jornada laboral de 5 días (antes debían trabajar los sábados medio día y los domingos debían llevar a los niños a misa), también se logró el estatuto único, que fue tal vez el mayor logro de Fecode hasta esa fecha. Pero lograr todo esto requirió, indudablemente, de huelgas, paros y manifestaciones, pero también de sanciones, como ocurrió con Jairo.


Él recuerda ahora sentado en su sala, lejos de las aulas, cómo a los 6 u 8 meses de empezar a trabajar, recibió su primera destitución por participar en un paro. Junto a su esposa y su cuñado, quien también es docente, llegan las memorias de aquellos acontecimientos. Margarita, su esposa, le ayuda a recordar ciertas fechas y algunos nombres de quienes hicieron parte de todas esas anécdotas sobre su vida como docente.

Empezó a trabajar como profesor de Sociales en Paipa en 1972, vivía en Tunja, así que viajaba todos los días. Inició su actividad sindical casi de inmediato, y a los pocos meses, se presentó su primer paro como docente, de nuevo, el tema del retraso con los pagos de los sueldos era la principal causa, así que, en la Asociación de Profesores de Enseñanza Media Boyacá (Aspemboy), de la que él y otros cientos de maestros del departamento hacían parte, se decidió realizar el paro. Él tomó liderazgo junto con otros maestros, se las dieron de “artistas” según sus propias palabras, y recuerda que una de las cosas que querían era que ese tipo de decisiones fueran algo más democráticas, que no fuera tan solo la junta o el presidente quienes decidieran esas cuestiones. Así que se sometió a votación, y exactamente cien profesores decidieron ir a paro.

Al día siguiente, más de la mitad de los que habían votado para suspender actividades, volvieron a trabajar. –Nos jodieron a los que nos quedamos -, y para él aun peor, fue haberse metido con un “gamonal”, un “politiquero” (dice levantando su brazo como con desdén), quien en una reunión de padres de familia mencionaba que los docentes no tenían razones para manifestarse, aludiendo a Jairo, preguntaba qué alegaban los profesores, si el profesor Rodríguez era soltero y tenía un gran sueldo, a lo que él le respondió:

-Yo no tengo la culpa de que usted no hubiera estudiado; producto del esfuerzo de mis padres y el mío asistí a la universidad y me convertí en profesional, lo que justifica mi sueldo. - Ahí firmó su primera “echada”, pues el señor “gamonal” era concejal y lo “botó al agua”.

Sin trabajo, recién casado, pagando arriendo, con algunas deudas y empezando a sentir una especie de desespero por la situación, llegó un día a su apartamento Simón Bolívar, profesor o consejero de un colegio en Tunja (los 3 que hay en la mesa no recuerdan con exactitud), quien para su suerte tenía los contactos, además del célebre nombre.

A Simón Bolívar lo recuerdan en un tono un poco jovial, puesto que era bajo de estatura, moreno, facciones indígenas, pero con un porte característico. Al citar lo que le dijo Simón Bolívar aquella vez que lo visitó en su apartamento, Jairo se pone firme, levanta la cabeza, mira hacia el frente, con el ceño fruncido, completa seriedad y un tono de voz bien grave.

 -Qué hubo hermano, ¡alístese ya! ¡nos vamos para Bogotá!

-Pero, ¿a qué nos vamos?

- ¡Ya le conseguí el puesto! ¡Ya hablé! –Dice levantando la voz al final de cada oración.

Pero en esos días no era tan fácil un viaje a Bogotá desde Tunja, mucho menos en su situación, él lo pensaba una y otra vez, sobre todo por el costo del pasaje. Con la desconfianza de estar “varado”, y así, “meterle un viaje a Bogotá”, le pidió prestado para el pasaje a Margarita, y se fue, junto a Simón Bolívar.

Llegaron a Bogotá al Ministerio. Ingresaron a la oficina de Educación Media a nivel nacional, Ahí se encontraron con el profesor Sandoval, quien era el Jefe de Media, a quien Simón Bolívar, en su estilo, le dijo:

- ¡Profesor Sandoval! ¡aquí le traigo al profesor de lo más calificado que encontré! Un profesor muy completo, de lo mejor. -Elogios no le faltaron para lograr ubicar a Jairo en ese puesto, a lo cual el profesor Sandoval respondió positivamente, pero en ese momento, Simón Bolívar también estaba en espera para ser nombrado en el colegio, Sandoval le dijo que no lo podía nombrar porque se había “metido a joder por allá al paro”. Y al ver tal seriedad con que lo decía, Jairo tuvo que confesar:

-Lo que pasa, doctor Sandoval, es que yo también participé en el paro.

Margarita, la esposa de Jairo Rodríguez.


Ellos, al verificar en una lista, encontraron su nombre, y, extrañamente, señalado en rojo. Al ver eso, Jairo no pudo evitar llorar. Sandoval lo vio tan triste que le dijo:

-Hagamos una vaina, profe, yo me hago el pendejo –porque así hablaba, dice Jairo –yo me hago el pendejo y te nombro. Algo te pagarán, hasta que te pillen y para afuera, y ya yo no tengo nada que ver –porque él ya estaría nombrado para ser rector de la sección nocturna de la universidad en Tunja. En cambio, Simón Bolívar, tuvo que esperar otros meses para su reintegro.

-¡Y hasta ahora no se han dado cuenta! –dice Jairo con regocijo.

Lo nombraron en un colegio de Cajicá, Cundinamarca. –¡Ya te imaginarás esa viajadera todos los días! –comenta irónicamente Margarita, pero no había más opción para él que viajar todos los días desde Paipa hasta Cajicá, unos 120 kilómetros por recorrido diarios, que, con las carreteras de esos años, tomaba más o menos 2 horas o 2 horas y media de tiempo cada viaje.

Durante esos años, Fecode buscaba lograr el Estatuto Docente Único, Cristina Sánchez, amiga de Jairo, quien además es coordinadora en un colegio público en Tunja, explica el Estatuto Docente como la norma que reglamenta y regula lo relacionado con las acciones que deben desarrollar docentes y directivos docentes al servicio del Estado. El estatuto incluye lo relacionado con derechos y obligaciones en materia educativa, derechos y deberes de los docentes y directivos, y con el régimen especial para regular las condiciones de ingreso, ejercicio, permanencia o estabilidad, ascenso y retiro de las personas que desempeñan la profesión docente en los distintos niveles y modalidades que integran el sistema educativo nacional. Convirtiéndose, por lo tanto, en una de las bases de la lucha de Fecode a lo largo de su existencia.

Misael Pastrana buscó decretar en el año de 1970 un estatuto que Fecode consideraba contrario a sus intereses, el cual llevó a la organización a realizar tres paros que lograron tumbar ese estatuto, pero trajo también otras consecuencias, y no todas positivas para el sindicato.

En el gobierno de Alfonso López Michelsen, en los años de 1974-1978 (durante los cuales Jairo Rodríguez recibió su segunda sanción), el magisterio no pudo avanzar mucho, ya que en el año 76, producto de haber realizado esos tres paros en el gobierno de Pastrana, el presidente López Michelsen negó el aumento del salario a los docentes, despidió dirigentes sindicales y expidió finalmente el decreto 128 de 1977, un nuevo estatuto docente, considerado por Fecode como aún más regresivo que el de Misael Pastrana. Entre otros artículos, llamaban la atención los del capítulo VII, correspondiente a faltas y sanciones disciplinares, según las cuales, producto de intervención militante en política, participación en conferencias o juntas políticas, desorganización en la vida privada, económica o social, o participación en huelgas o paros de carácter general, cuya ilegalidad sea declarada por autoridad competente, se incurriría en faltas graves, con consecuencias como la suspensión o exclusión del escalafón, que llevaría también a la separación y pérdida del empleo.

Este estatuto llevó a Fecode a convocar a una huelga que duró más de 70 días, una de las más largas que ha habido en el sindicato, además de llamar a un paro cívico nacional el cual logró que el gobierno cediera, se derogara el decreto del estatuto docente de enseñanza primaria y secundaria a cargo de la nación y se crearan las bases de negociación que continuarían en el gobierno de Julio César Turbay Ayala (1978-1982), donde se aprobó el que sería, según Fecode, el “mejor estatuto docente que ha tenido el magisterio colombiano”, y que hasta hoy sigue vigente para algunos maestros en el país.

Ese es el decreto 2277 de 1979, que se convertiría en el Estatuto Docente único, donde se plasmaría el Escalafón Docente, definido en la ley como “el sistema de clasificación de los educadores de acuerdo con su preparación académica y experiencia docente y méritos reconocidos”. Este escalafón se constituyó por 14 grados, entre mayor grado, mayor salario se recibía, pero, para ascender en el escalafón, se requerirían capacitaciones y años de experiencia.



La segunda destitución de Jairo Rodríguez vino antes de este estatuto. Con gracia confunde una sanción con la otra, puesto que ambas ocurrieron en un corto lapso de tiempo y hace más de 40 años. ¿Fue en el 75 o en el 76? Un silencio de varios segundos acompaña esta duda, Margarita le ayuda a recordar:

 -Cuando nacieron las mellizas te habían echado –comenta ella. Las mellizas serían la segunda y tercera hija, efectivamente, en el año de 1976 (confirmado luego de varios minutos de debate y una llamada telefónica a una de ellas), cuando por algún amaño, alguien hizo que apareciera como responsable por un paro, uno de esos llevados a cabo durante el gobierno de Alfonso López Michelsen.

Él apareció, junto con otros 11 profesores, como miembro de la junta directiva del sindicato de Boyacá, y él era, efectivamente miembro, de la junta directiva, pero de la entrante, no de la que había acabado de participar en el paro. Aún no se había posesionado, pero aparecía en la lista, que estaba plasmada en orden de mayor a menor votación, y él estaba en los primeros puestos. Esto fue motivo de su sanción.

A él le pedían que fuera presidente de Aspemboy, pero no quería, le gustaba el sindicato, pero más desde afuera, su trabajo como docente le gustaba más. La situación en los sindicatos en ese entonces, sobre todo de los presidentes, no le llamaba mucho la atención. –La presidencia del sindicato no hacía lo que debía hacer –comenta -no se les prestaba un buen servicio a los profesores, más que repartir volantes e ir de colegio en colegio a promover el paro y la toma de Bogotá. - La toma de Bogotá, que nunca falta en cada paro que realiza Fecode. Casi por lo menos anualmente se hace una marcha de todos o casi todos los sindicatos de maestros del país, hacia y en Bogotá, como la cúspide de sus manifestaciones y en búsqueda de ejercer presión sobre el gobierno.

-No todo era muy claro, los miembros de la Federación no estaban muy satisfechos con lo que se hacía-, dice Jairo, entonces, no le llamaba la atención ser presidente, pero sí ser parte activamente del sindicato, por lo que fue elegido dentro de la junta directiva.

Sanciones por 8 meses recibieron los dirigentes sindicales por haber hecho parte del paro de un solo día, mientras que los profesores únicamente 15 días. En el mismo decreto le aparecieron a él ambas sanciones, por dirigente y por profesor, una de meses y la otra de apenas unos días. Él estaba ejerciendo como docente, esta vez en un colegio en Duitama, aún no era integrante de la junta directiva en esos momentos, sin embargo, fue destituido por 8 meses.

Para ambas sanciones, la del 72 y la del 76, Jairo tuvo que demandar, junto con varios profesores que habían corrido la misma suerte. Serían entonces procesos demorados, que pasarían de mano en mano, pero en búsqueda de que sus derechos como profesor y como sindicalista le fueran reconocidos y lograra obtener alguna compensación. Esto tomaría un buen tiempo.

Fecode no fue ajeno a la ola de violencia en Colombia desatada en las décadas de los 80 y 90. Muchos maestros fueron asesinados por su activismo sindical, sobretodo en departamentos como Antioquia, Córdoba, Valle del Cauca y en la costa Atlántica. Muchas amenazas, sobre todo a los dirigentes, los llevó a recurrir a la protección estatal.

Jairo Rodríguez, docente durante 30 años, y desde que inició en la labor empezó también su actividad sindical en el municipio de Paipa, en el departamento de Boyacá.

Pero en los años 80 se dio otro importante logro, se negoció con el Congreso el régimen prestacional de los educadores, dándose así la ley 91 de 1989 en la que se creó el Fondo Nacional de Prestaciones Sociales del Magisterio (Fomag), manejado por la Fiduprevisora. Este fondo ha sido el encargado desde entonces de tramitar, vigilar y pagar las pensiones y cesantías del magisterio.

Y en los 90, dirigentes de Fecode hicieron parte de la Asamblea Nacional Constituyente, y gran importancia tuvo su participación, porque se logró que en la Constitución de 1991 quedaran consagradas las bases de la Ley General de Educación, que luego fueron discutidas, negociadas y desarrolladas con el presidente César Gaviria, de nuevo, luego de un gran paro en mayo del 93.

Por esos años también se resolvieron las demandas de Jairo, curiosamente, la misma semana salieron ambas, y las dos a su favor. Un respiro que, aún hoy, siente como una victoria sobre el Estado.

En el 94 Entraría a gobernar Ernesto Samper, quien, para Jairo y muchos maestros, fue uno de los presidentes más comprometidos con los maestros y con la educación, pues durante su mandato, se facilitaron los ascensos, se trató de profesionalizar la educación mediante ascensos de maestros de primaria a secundaria, se dieron facilidades para el acceso de los docentes a posgrados, y se trató de cualificar la educación pública, según explica Jairo. Pero, por otro lado, se descompensó el presupuesto de la educación precisamente con tantos aumentos, pero si no hubiera sido por Samper, los salarios de los docentes serían hoy la mitad de lo que reciben, afirman Jairo y otros maestros.

Ya en el nuevo siglo, el mismo año en el que se retiró Jairo, los profesores enfrentaron un gran revés en una de sus conquistas más importantes, 20 años atrás, el Estatuto Docente.

Era el año 2002, gobernaba Andrés Pastrana, quien ya se había enfrentado a una gran huelga nacional de trabajadores. A pesar de la objeción de Fecode, salió a la luz el decreto 1278 de 2002, un nuevo estatuto docente, que desde entonces no ha sido de mucho agrado para ellos. En este nuevo estatuto se determinan los ascensos mediante examen y concurso a cargo del Estado. El problema radica en que los ascensos siempre son sometidos a la disponibilidad presupuestal, por lo que no todos los docentes pueden ascender de categoría inmediatamente, a pesar de haber cumplido con los requisitos. Este estatuto cobija solo a los nuevos maestros a partir del 2002. El documento también lleva la firma del entonces ministro de Hacienda, Juan Manuel Santos.

Jairo y otros cientos de docentes nombrados antes del 2002 seguirían bajo el estatuto 2277 del 79. Junto con su retiro, terminó también su actividad sindical. Reconoce los logros que la federación obtuvo y las luchas que aún siguen por parte de los cientos de miles de maestros que aún se encuentran en las aulas de Colombia. Pero igualmente es crítico ante el actuar de ciertas personas, dirigentes, sobre todo, en el pasado de Fecode.

-Siempre hay intereses personales. Cuando algunos llegan a Fecode, ya es mirando a ver cómo llegan a senadores, porque saben que tienen su fuerte político, los maestros lo respaldan. Ahora, decir que los maestros son de izquierda es el cuento más “pingo” que hay, los maestros son más godos que de izquierda.



Luego, llegaría el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, y la actividad de Fecode continuaba. Al posesionarse como presidente, en el año 2002, Uribe presentó casi de inmediato el referendo que prometió en su campaña, denominado “contra la corrupción y la politiquería”, sería el primer referendo que se realizaría en Colombia. En el año 2003 se llevó a cabo el referendo, en él, los derechos pensionales del magisterio desaparecerían, puesto que en el octavo punto del mismo se planteaba que la vigencia de los regímenes pensionales especiales (como el del magisterio) expiraría el 31 de diciembre de 2007. Esto llevó a que Fecode se opusiera al referendo, que, finalmente, fracasó en las urnas, donde solo una de las iniciativas propuestas logró ser aprobada al superar el umbral que especificaba la ley.

Sin embargo, años más tarde se daría el acto legislativo 01 de 2005, en el que se puso fin a los regímenes especiales, y además se impondría la ley 100 de 1993, a lo que Fecode respondería con un paro indefinido que terminaría en un “Plan Nacional de Movilización”, cuya manifestación central fue una marcha desde Tunja hasta Bogotá, la cual logró que se incluyera en el acto legislativo 01, un parágrafo especial en el que el régimen pensional de los docentes se conservaría, y no desapareciera a partir del 2010, como otros regímenes especiales.

En el gobierno de Juan Manuel Santos (2010 – agosto 2018) se dio un gran número de manifestaciones. La primera se realizó el 30 de mayo del 2012, fue un paro nacional convocado por Fecode y varias centrales obreras, donde los maestros se manifestaban principalmente en contra de la Directiva Ministerial 02, que extendía la jornada académica y laboral de los docentes.

Varios paros se realizaron en el país durante el gobierno de Santos (no solo por parte de los profesores), que lograron paralizar el país, como el Paro Nacional Agrario de 2013, aquél en el que Santos aseguró que: “El tal Paro Nacional Agrario no existe”, o la “Minga Agraria, Campesina, Étnica y Popular” en el 2016, o el paro cívico de Buenaventura, en mayo del 2017.

Fecode no se quedó atrás y organizó, a partir del 11 de mayo de 2017, luego de retirarse de la mesa de negociaciones con el Ministerio de Educación, un paro que duraría 37 días, en el que más de 300 mil docentes cesarían actividades. Fueron casi 5 semanas en las que más de 8 millones de niños de los colegios públicos del país estuvieron sin clases, mientras los maestros se manifestaban y se desarrollaban diálogos con el gobierno, cuyo presidente había afirmado algunas semanas antes, ante las peticiones de Fecode, que “el gobierno no tiene plata”.

Finalmente, llegaron a concretarse acuerdos entre el gobierno y los maestros. Fueron 21 puntos acordados, dentro de los más destacados están la reforma estructural del Sistema General de Participaciones, del que Fecode haría parte importante, buscando más recursos para la educación, así como el proceso de nivelación salarial para los docentes, en el cual el gobierno se comprometió a mejorar las condiciones salariales. Se acordó, además, una bonificación para los docentes, que sería pagada de forma progresiva. La salud fue otro de los acuerdos fundamentales. Es uno de los temas que más preocupa a los docentes, debido, sobre todo a los prestadores del servicio. Al final, los maestros se comprometieron a recuperar los días del paro en los que hubo cese de actividades.

Pero, ese no sería el último paro durante el gobierno de Juan Manuel Santos, debido a incumplimientos de los acuerdos, alegados por los maestros, volvieron a manifestarse en varias ocasiones, siendo el gobierno de Santos uno de los que más ha enfrentado los paros y movilizaciones de Fecode.

Y ahora, Iván Duque, ya se ha enfrentado a 4 paros de maestros. Este gobierno heredó los acuerdos de las negociaciones pasadas, los maestros se han manifestado, de nuevo, por los incumplimientos por parte del mismo. Además, se han opuesto a la acusación, por parte de ciertos sectores de la sociedad, de adoctrinar a los alumnos en las aulas de las escuelas públicas del país, que los maestros rechazan tajantemente. Igualmente, Fecode se ha manifestado frente al Plan Nacional de Desarrollo, que considera lesivo para la educación pública. Se había anunciado un paro para el 25 de abril, si no se resolvía el pliego de peticiones presentado por Fecode, que incluía entre otros temas, una reforma al Sistema General de Participaciones, de nuevo, en búsqueda del aumento de los recursos para la educación pública. Y fue precisamente en este punto, en el que se llegó a un acuerdo entre el gobierno y Fecode.

Margarita, su esposa, le ayuda a recordar ciertas fechas y algunos nombres de quienes hicieron parte de todas esas anécdotas sobre su vida como docente.

Esto es lo que han enfrentado Jairo y otros cientos de miles de maestros en toda Colombia, durante 6 décadas de existencia de Fecode, que mediante tantas “luchas y conquistas” se mantiene como una de las principales organizaciones sindicales del país, quienes actualmente son los artífices de la educación de más de 8 millones de niños en las instituciones oficiales.

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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