Gritaron tres, pero respondieron todas

Libres y Visibles es un espacio de lucha y reconocimiento creado por y para las mujeres lesbianas. Es un lugar seguro para todas las disidencias de género y que le apuesta a la educación, el empoderamiento y la economía circular. Conoce su origen, sus retos y luchas.

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Era 8 de marzo de 2022. Natalia Correa, Laura Torres y Eliana Riaño se reunieron para realizar un aquelarre entre amigas; para  encender fuego, quemar intenciones y recitar conjuros en una casa vacía pero que, en su interior, se cocinaba una llama colectiva. Sirvieron canelazo —bebida caliente de aguardiente, canela y azúcar—, quemaron algunas plantas y conjugaron sus fuegos para crear una gran llama que hoy arde como Libres y Visibles, una organización lesbofeminista.

Cada una trabajaba de forma individual en el activismo por los derechos de las mujeres: Natalia le apostaba a su participación para la paz integral, Eliana hacía activismo por el aborto legal y seguro, y Laura luchaba por una vida libre de violencias para las mujeres. Pronto se dieron cuenta de que podían unir sus caminos para crear algo grande.

Luego de pensar en sus necesidades como mujeres lesbianas, decidieron crear Libres y Visibles: un espacio físico, simbólico y político para la juntanza de lesbianas y mujeres en toda su diversidad. Un lugar en el que se pone de manifiesto las necesidades de las lesbianas, en el que se puede hablar sobre los retos específicos de este grupo de mujeres y donde se lleva a cabo un proceso para entender lo que significa el lesbofeminismo.

Natalia Correa, Laura Torres y Eliana Riaño. Foto: Cortesía Libres y Visibles. 

“Vamos a ser libres”

Decidieron hacer el lanzamiento de la organización a través de las redes sociales el 26 de abril de 2022, día de la visibilidad lésbica. Laura sonríe al recordar los momentos en que no tenían una sede física para el movimiento. Convocaban a sus amigas, compañeras feministas y a organizaciones a su casa; el recinto se llenaba y las sillas no alcanzaban para que todas se sentaran. Allí, en intimidad, hablaban de sus planes y los logros por alcanzar.

Dos meses después, el 10 de junio, abrieron las puertas de su espacio físico en una casa de Teusaquillo, Bogotá. Desde el principio fue un lugar ideal para ellas, sintieron una conexión que habían estado buscando.

En el patio de la casa cultural hoy se refleja el sol y los colores morado y rosado atrapan la mirada: es un mural que dice “sembrando somos libres”. El texto está rodeado de rostros de lucha. Es una pieza artística hecha por Natalia y una compañera suya con movilidad reducida. Natalia relata con alegría que la idea surgió del deseo de darle un sello propio al lugar. En el transcurso de una semana, trabajando de diez de la mañana a diez de la noche, pintaron de morado la casa, consiguieron darle la fuerza e identidad que buscaban.

Mientras enciende un cigarro, Natalia piensa en todas las personas que ha conocido gracias a la organización y se siente agradecida. Siente que, de alguna forma, su trabajo ha impactado la vida de otras. Después de sus encuentros con la organización, las personas “se van conmovidas, con la duda puesta, como inquietas, con el deseo de hacer algo, de querer saber. Eso es lo que buscamos”. 

Libres y Visibles ha sido un espacio de sanación para las tres fundadoras. Aseguran que esa sanación parte de la elección de amar, trabajar, hacer y estar con mujeres; que el trabajo que realizan no sólo transforma su entorno, sino su colectividad.

Natalia ha pensado que podría estar en cualquier otro lugar, estudiando o trabajando. Pero dice que, aunque los logros individuales son satisfactorios, los logros colectivos son transformadores. No tiene prisa por tener una casa o conformar una familia, desea reconciliarse con ella misma y se repite, día a día, que entrega su vida a una causa importante.

Para las fundadoras de esta organización, uno de los retos más grandes ha sido la autogestión y financiación para mantener un espacio que sea grande y acogedor, en una ubicación estratégica para que sea fácil de llegar y encontrar.

Junto a paquetes de gomas, papas y latas cervezas hay un frasco que invita a los visitantes de la casa cultural a hacer un aporte solidario y voluntario. En busca de la sostenibilidad, han sido pintoras, cocineras y hasta organizadoras de eventos para otros colectivos que no tienen los recursos para pagar el alquiler de un espacio.

Mural del patio de la organización. Fue hecho por Natalia Correa, a unos días de abrir las puertas de Libres. Foto: Camila Rincón.

El origen, nuevas apuestas y banderas

Laura inició su trayectoria en el activismo defendiendo los derechos sexuales y reproductivos. En 2007, se vinculó a Católicas por el Derecho a Decidir, un movimiento sin ánimo de lucro compuesto por feministas católicas que trabajan por la defensa de los derechos de las mujeres para que tengan una vida libre de violencias y discriminación. 

Desde entonces, ha estado vinculada en procesos sociales y de investigación en organizaciones como el Esquema Feminista de Derechos Humanos —que acompaña a mujeres y poblaciones diversas en manifestaciones sociales—, y la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres. Actualmente hace parte de Somos un Rostro Colectivo, una plataforma de articulación y planeación de las movilizaciones feministas en Bogotá.

Natalia, por su parte, siente que su encuentro con el activismo se dio de forma natural. En su camino como mujer lesbiana, conoció compañeras cuando hacía trabajo comunitario en una huerta en Ciudad Bolívar (Bogotá), y con ellas hizo parte de una red político-artística de mujeres jóvenes que se juntaban para trabajar por la paz. 

Más tarde se vinculó al Diálogo Nacional: Juntanza de Mujeres Conectadas con la Paz, que se realizó en junio de 2018, cuyo objetivo era fortalecer la participación de las mujeres en la implementación del acuerdo de paz con las extintas Farc, y también incluir sus demandas en el diálogo entre el Gobierno colombiano y a guerrilla del Ejército de Liberación Nacional ELN. 

Eliana, ha acompañado procesos de interrupción voluntaria del embarazo por más de 8 años y ha sido activista por el derecho al aborto libre y seguro en Colombia por 15 años. En ese camino ha hecho parte de redes feministas como Las Parceras, y a organizaciones como la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe. Actualmente está vinculada a Estamos Listas Colombia, movimiento político feminista que trabaja para generar mayor participación de mujeres en espacios políticos electorales del país, en condiciones de igualdad y poder de decisión. 

Libres y Visibles lucha por el acceso al aborto libre y seguro. Natalia, Laura y Eliana trabajan para hacer su propia red de acompañamiento en procesos de interrupción voluntaria del embarazo, brindando información y educación sobre derechos sexuales y reproductivos.

Esta organización también defiende el derecho a una vida libre de violencias para las mujeres, pretende visibilizar y actuar contra las violencias ejercidas, particularmente, contra las mujeres lesbianas. Según el informe de Situación de Derechos Humanos de personas LGBTIQ+, publicado por Caribe Afirmativo, 1.172 mujeres lesbianas fueron blanco de amenazas, discriminación y hostigamiento solo en 2022.

Laura afirma que una de las cosas más difíciles del proceso ha sido alzar la voz y decir “¡Soy lesbiana!” en un país en el que la misoginia y la lesbomisoginia está presente en casi todas las esferas. Lo más importante para las cofundadoras es construir un espacio seguro para su comunidad, que transforme sus formas de habitar y que esté abierto para todas las disidencias de género.

Si bien la organización se fundó para darle un lugar principalmente a las mujeres lesbianas, en la casa de Libres y Visibles son bienvenidas personas trans, no binarias y de otras masculinidades; saben que es un espacio seguro.

Así lo siente Zully Mayorga, amiga de Natalia desde hace más de ocho años. Ella ve en Libres y Visibles un espacio de juntanza de mujeres, que recibe con los brazos abiertos siempre. Un lugar en el que las integrantes transmiten comprensión y confianza para poder hablar sin miedo, para dejar de callar.

Pintura realizada en conjunto por las integrantes de la organización, resignificando los términos más usados a modo de violencia para la comunidad de lesbianas. Foto: Camila Rincón.

Diálogo, cine y mercado: tres iniciativas de Libres y Visibles

La organización es movida por el deseo de llevar a cabo procesos de pedagogía popular para reducir la brecha que les impide a personas de la comunidad acceder a espacios de aprendizaje. Según la encuesta Población LGBT y Bienestar Subjetivo, el 27,5% de la población LGBTIQ+ tiene educación media y solo 24,4% es profesional o tiene posgrado. En esa vía, Libres y Visibles creó Echemos Lengua, una iniciativa para generar círculos de formación a partir de la educación popular, invitando a la gente a debatir y dialogar.

Los procesos de educación no son solo para los miembros de la comunidad LGBTIQ+, también son bienvenidos sus familiares. El conversatorio “Soy la oveja ‘marika’ de la familia” fue uno de los más poderosos que han tenido hasta la fecha, según las cofundadoras. Para el evento invitaron a la escritora Cristina Rojas, con su libro De colores, preguntas y respuestas sobre diversidad sexual y de género para toda la familia’

La casa estaba llena de jóvenes, madres, padres, tías, hermanos y otros miembros de familias. “A ellos no les llegamos con el feminismo, porque no es algo que les interese. Es mejor cuando le hablas a tu familia a través de tus experiencias, y la invitas a un espacio para conocer más”, afirma Natalia.

La organización ha hecho clubes de lectura —alrededor de la Sentencia C-055 de 2022, que despenalizó el aborto hasta la semana 24 de gestación—, y otros conversatorios sobre aborto, autocuidado ginecológico y sexual y el capítulo de género del informe final de la Comisión de la Verdad.

Otra de las iniciativas de Libres y Visibles es un Cine Porro. Cada miércoles la casa cultural muta a un cine en el que se proyectan, con ayuda de un video beam, muestras audiovisuales, documentales de artistas independientes y películas que abordan temas de persecución, denuncias, temas políticos y de la lucha lesbofeminista y feminista. Además de las muestras artísticas, los asistentes pueden hacer uso recreacional de la marihuana y fumar con tranquilidad.

Libres y Visibles apuesta a la defensa y el apoyo de la economía circular. Para eso creó el mercadito lesbofeminista. Según el boletín Violencias contra las mujeres y participación en el mercado laboral 2022 de la organización feminista Sisma Mujer, a octubre de 2021 la tasa de desempleo de las mujeres fue de 15,1%, mientras que la de los hombres era de 8,4%. Laura sonríe y dice con orgullo que cada vez son más las mujeres que asisten a la casa cultural y presentan sus emprendimientos en un espacio seguro, libre de acoso, maltrato y discriminación.

Carteles de la organización de la lucha feminista y lésbica. Foto: Camila Rincón. 

Teff Piñeros y Verónica Zúñiga agradecen la alianza que se formó entre Libres y Visibles y Yerbateras, un movimiento que vincula lo ancestral como fuerza política por medio de la espiritualidad y el feminismo, enfocando el trabajo con plantas para el placer, el bienestar y las emociones femeninas.

Teff explica que ser lesbiana es una amenaza constante para una sociedad heteropatriarcal: “Siento que una casa como Libres y Visibles, donde te permiten este tipo de alianzas, nos permiten también existir. Entras y nadie te va a reclamar por qué te besas con tu compañera, nadie te va a preguntar por qué te vistes de cierta manera. Nadie te va a acosar, a juzgar, ni te va a hostigar”.  Verónica, por su parte, piensa que “no es solamente una utopía. Es un lugar real en el que podemos ser libres de violencia y dignificar nuestros derechos”.

Así es. En la casa que tiene unas tijeras pintadas en el frente, árboles en la parte exterior y carteles feministas en sus ventanas, arde constantemente el fuego de lucha. Es la apuesta política de Eliana, Laura y Natalia por cambiar el lugar en el que se habita y las formas de pensar. Estas tres mujeres convocan a todas las demás: a las bajas, las altas, las mestizas, las indígenas, las solteras, las casadas, las niñas, las heterosexuales, las lesbianas y las afro. Siempre tienen abiertas las puertas de un lugar en el que se pueden sentar a reír, llorar, tomar cerveza, cantar, bailar y fumar. Un lugar seguro donde pueden ser más maricas, más seguras y más libres.

 

 

 

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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