Gustavo Tatis, un viaje a la memoria de su periodismo

Todos lo reconocen por ser un escritor y un lector empedernido, desde las personas más cercanas a él hasta la crítica. Es, además, prolífico y sagaz, un apasionado por la pintura, un poeta excepcional.

Gustavo nació en 1961 en el municipio de Sahagún, Córdoba, “fruto de una de esas mudanzas familiares”, dice. En la actualidad es redactor cultural del diario El Universal de Cartagena. A los 14 años, y mientras terminaba el bachillerato, obtuvo su primer triunfo en un concurso departamental de cuento, con un texto narrado en segunda persona, que se titulaba “Cosas de mi Hermano”.

Posterior a esto y siendo reacio a estudiar Derecho por petición de sus padres, decidió partir a Cartagena a continuar con sus estudios universitarios. Consideraba que allí había una vida cultural más intensa que en Montería o el departamento de Córdoba. Desde entonces, encuentra en la madrugada y las primeras horas del amanecer, el tiempo y espacio para escribir.

En 1992 fue galardonado con el premio Simón Bolívar de Periodismo por una entrevista al nobel de literatura Gabriel García Márquez. Ha obtenido, en dos oportunidades, el premio de Periodismo Distrital Antonio J. Olier en Cartagena,  y el premio de periodismo Álvaro Cepeda en 2003. 

En entrevista, Gustavo Tatis nos guía en un viaje a la memoria del periodismo en el caribe colombiano.

"El periodista debe ser un lector de filosofía, de literatura. No perder el sentido de la curiosidad e investigación. El periodista debe ser una persona íntegra, un humanista". Foto: Juan Diego Duque.

 

Ricardo Stand: ¿Cómo cree que ha influido el Caribe colombiano en su vida profesional?

Gustavo Tatis: Nosotros somos hechura del Caribe. El Caribe entendido no solo como un paisaje, sino como congruencia cultural en la que convive un mundo indígena, africano y europeo; dentro de este último, la presencia de los árabes y chinos. Dando un matiz completamente distinto al Caribe inglés o francés. El Caribe es una manera de comprender el mundo, la vida y la muerte. Una noción distinta de cómo amar y vivir, de cómo escribir.

RS: ¿Cómo inició en el periodismo?

GT: Yo siempre he sido periodista, desde que estaba en el colegio, en el Liceo de Montería. Estuve vinculado al grupo El Túnel de Montería. Siendo estudiante de bachillerato dirigí un programa radial llamado Una hora con la Cultura. Ambos espacios eran de carácter cultural. Contaba con los profesionales de Sahagún a los que yo les pedía un aporte mensual para poder pagar el espacio de una hora.

Y nunca tuve un cargo directivo, hoy en día soy realmente un periodista. Uno más del diario El Universal. El periodismo no tiene jerarquías, el periodista sabe que su obra se debe a los demás. El escritor está en el centro de su individualidad. 

RS: ¿Cuáles son los hechos universales que usted considera más importantes, que le haya tocado evidenciar, narrar, reportear y escribir?

GT: La crónica es la que permite saber qué sucedió en determinada época. Si uno quiere saber qué ocurrió en el año 2020, debe acudir a las crónicas que surgirán a partir de la experiencia de los cronistas.

La última crónica que he publicado trata sobre 160 comerciantes del centro comercial Nueva Colombia, especialmente de dos que murieron por un infarto, en medio del drama de la pandemia de la COVID-19. Este trabajo es tan importante como las entrevistas que he realizado a grandes escritores como Alejandro Obregón, Gabriel García Márquez, Álvaro Mutis o como la que pude haber hecho a la hija de Thomas Mann. La importancia son los protagonistas de esas historias, no importa si son reconocidos o no.

RS: ¿Qué sensación evoca en usted el río Sinú?

GT: El río Sinú es más que un paisaje. Ha sido interiorizado por la música, por la pintura, por la poesía y por la narrativa. El río Sinú significa muchas cosas, un paisaje, una filosofía, unos ancestros indígenas. Es también música, tradiciones, comida. En ese río aprendimos a bailar con Porro Pelayero, como por ejemplo en el Festival del Río, dirigido  por Guillermo Valencia Salgado.

El río siempre fue importante. Allí se abastecían de bocachico, de mote de queso, de “cabeza de gato” y de toda la comida típica tradicional. El río Sinú abastecía en imágenes, en sonidos, en sabores y saberes ancestrales.   

RS: ¿Cuáles son los principales escritores del Caribe?

GT: Álvaro Cepeda Zamudio sigue siendo uno de mis ídolos literarios y periodísticos. Álvaro era un gran cronista, un gran reportero. Escribió la gran crónica del jugador brasileño: Garrincha. Además, otras muy importantes sobre vallenato, acordeón, una cosa preciosa. Ese trabajo ha sido continuado por otros grandes cronistas como Alberto Salcedo, Jorge García, que se nos fue a los 40 años. 

No solo se trata de Gabriel García Márquez. También hay que leer a Héctor Rojas Erazo, gran periodista, novelista, gran poeta y además pintor.

"El caribe es una manera de comprender el mundo, la vida y la muerte. Una noción distinta de cómo amar, vivir, de cómo escribir". Foto: Juan Diego Duque.

 

RS: ¿Qué opina de Gabriel García Márquez? ¿Cuál fue su relación con el Nobel de Literatura?

GT: Es uno de los grandes reporteros y cronistas colombianos. Relato de un Náufrago es un libro fuera de serie, es un libro que no tiene nada que envidiar a El Viejo y el Mar de Ernest Hemingway. Es un libro que compite con la mejor literatura del mundo, siendo una crónica periodística.

Fue un hombre que investigaba y abarcó todo el caribe: Cartagena, Barranquilla, Valledupar, la Guajira y el Sucre de sus ancestros paternos. Recorrió la Mojana, que tanto lo maravilló y encantó. Lo increíble es que toda su experiencia humana está reflejada en sus cuentos, en sus crónicas, en sus libros. No hay nada que no tenga una referencia documental.

Mis abuelos eran contemporáneos y vecinos de los abuelos de García Márquez en Sincé, Sucre. Además, conocieron al papá de García Márquez. Esa cercanía fue una puerta que me permitió llegar al escritor. Con él hubo una cercanía, más que amistad, un privilegio de cercanía. Conversábamos sin ningún tipo de distancia o jerarquía. Yo era muy respetuoso de esa confianza depositada y eso permitió que yo pudiera consolidar esa amistad.

En cierta ocasión, Gabriel García Márquez me pidió que describiera la casa donde nació. Eso para mí fue un honor. Hay muchas anécdotas que podrían ser entrevistas aparte, pero lo más importante es cómo su obra hoy sigue enriqueciendo el camino de los cronistas, novelistas y cuentistas.

RS: ¿Cree que la prensa escrita sobrevivirá a la crisis generada por la pandemia de la COVID-19?

GT: Desde hace más de dos décadas se viene hablando de la desaparición de la prensa escrita y de un periodismo absolutamente digital. Personalmente creo que eso no va a ser así. En España, en Francia y Estados Unidos, periódicos independientes y tradicionales, crearon nuevo espacios digitales con experiencias exitosas. Lo que puede agotarse son los formatos.

Fue como cuando se dijo que la pintura iba a desaparecer. La pintura no ha desaparecido, los artistas ya no utilizan el lienzo, pero utilizan otros elementos para su creación. Lo mismo sucede con los libros, los libros digitales van a tener un encanto para los nuevos lectores. Sin embargo, se perderá esa experiencia táctil del diseño físico de un libro.

Jorge Luis Borges decía: “Los periódicos están creados para el olvido”. Porque se hacían día a día. Pero realmente los periódicos permiten encontrar información formidable para crónicas o libros de ficción.

En este momento de pandemia, la crisis económica no va a moldear en forma absoluta el camino de los periodistas. Pueden fracasar las empresas periodísticas. Una vez escuché al gran periodista argentino Tomás Eloy Martínez decir: “Hay dos clases de periodistas: los que trabajan para ganarse la vida y los que trabajan para ganar la vida”.

Es cierto que cerrarán muchos medios, otros se reinventarán principalmente con el apoyo de las herramientas digitales. Pero no se aplastarán el uno al otro, podrán coexistir y salir adelante en medio de la encrucijada de salud, económica y emocional, generada por la pandemia.

RS: ¿Tiene alguna reflexión para los lectores?

GT: Algo importante que no está demás decir, es que el periodista debe ser un lector de filosofía, de literatura, no perder el sentido de la curiosidad e investigación. El periodista debe ser una persona íntegra, un humanista.

Aparentemente ya se ha dicho todo en el periodismo y literatura, pero la experiencia humana siempre está dando cosas nuevas. Como periodista debes encargarte de ser novedoso para narrar una experiencia humana. Siempre habrá un periodista que cuente algo de manera diferente.

El caso de la Guerra Civil Española contada por Ernest Hemingway, siempre está la mirada del periodista como algo novedoso. Si uno vuelve a leer esas crónicas, es increíble, pues no se han desgastado en el tiempo. Siguen propiciando perplejidades y preguntas. El periodismo es algo incesante, algo inacabable, es como una necesidad del ser humano de que alguien nos cuente cómo ocurrieron los hechos.

RS: ¿Hay algo que quisiera compartir sobre sus planes a futuro?

GT: Más allá del periodismo, tengo varios proyectos. Tengo unos cuentos para niños, estoy escribiendo otro libro y seguiré con el camino de las novelas. Espero tener algunos años para poder cumplir ese deseo de escribir novelas.

Gabriel García Márquez Decía: “Va a llegar un domingo en que todos vamos a estar viejos”. El tiempo va pasando con mucha velocidad y hay que planificar con mucha convicción, vocación y pasión ese trabajo creativo, literario o periodístico.

El periodismo es una vocación que no caduca, que no envejece. Todo periodismo requiere de una verificación, documentación e inmersión para poder narrar de manera objetiva. La objetividad está compuesta por un largo camino de subjetividades en la que muchas veces estamos adivinando el camino, porque no lo conocemos. Como dice el verso de Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. La experiencia misma va construyendo el sendero.

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