La crema y nata del diseño gráfico en Colombia

El 17 de marzo de 2020, en plena pandemia, la revista ARCADIA que conocimos fue suspendida por decisión del Grupo Semana. No entendimos claramente lo que eso implicaba. Ese día, La Liga Contra el Silencio y los 15 medios con los que había tejido una alianza para romper el silencio y la censura en Colombia, supimos que el proyecto cambiaba de rumbo y que su director y la mayor parte de su equipo de trabajo habían sido despedidos. 

En respuesta presentamos #LaRevistaQueNoFue, una propuesta de los colaboradores de la revista que quisieron publicar sus artículos, que ya no verían la luz, bajo el sello de La Liga. El buen periodismo -ahí el cultural-, ese que cabalga sobre terrenos inciertos, el que siguen haciendo periodistas, escritores y profesionales de distintas disciplinas, tiene su espacio aquí.

 

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Esto es lo que una generación de diseñadores hizo en el país desde el siglo XX.

Diseñar un buen libro. Hacer un cartel perfecto. Tener una sensibilidad profunda por el trazo y la cuadrícula. Combinar tipografías. Hacer leíbles y bellas las cosas. Esto es lo que una generación de diseñadores hizo en el país desde el siglo XX. Aunque algo más jóvenes que David Consuegra, todos son grandes. Aquí va mi listado. (Nota: no incluí diseñadores de menos de sesenta años, no ponderé grandes tipógrafos, ni diseñadores exclusivamente publicitarios ni ilustradores. Y –como siempre– no incluí el talento de región, por falta de datos y de tiempo de investigación. Gracias Juan Pablo Fajardo, Julián Roa y Juan David Giraldo por sus ideas.)

Enrique Coronado. Él es el diseñador detrás de la Editorial Villegas. Benjamín, fundador y director, por años ha marcado la pauta, pero este señor la lleva a su máxima expresión. Tiene un ojo mágico para editar y balancear las imágenes y controla los mil errores tanto en lo gráfico, como incluso en contenido. Y ha calibrado casi como nadie a impresores de todo tipo, incluso a los japoneses. Decenas de libros de esta editorial exquisita de tapa dura son su responsabilidad. Como lleva 30 años en Villegas, es casi Villegas.

Martha Granados. Acaso la mejor cartelista del país y una de las grandes del continente. Es tan sofisticada su obra que no es fácil saber por dónde empezar. El cartel es lo suyo, pero en los últimos homenajes que se le rindieron en el Museo Nacional y en la Javeriana, su alma mater, los especialistas también reafirmaron que estamos ante una increíble diseñadora editorial: célebre por aquella colección “Biblioteca Básica Colombiana” y otras bellezas más.

Carlos Duque. En los ochenta –cuando nos aburríamos como ostras– un cartel político estremeció nuestros imaginarios gráficos: Galán. Su éxito se volvió casi insuperable, pese a que los que veníamos de familias de izquierda ya conocíamos este innovador diseñador –muy premiado– que marcó una generación con revistas, logos y publicidades. Yo sigo pensando que una de las mejores piezas gráficas de la historia del cartel de teatro es su afiche de Guadalupe años sin cuenta, resaltada muchas veces.

Antonio Grass. Cuando era chico miré hasta la saciedad un libro que me parecía absolutamente bonito: Los rostros del pasado (1982). Solo muchos años después me di cuenta de la importancia de Grass, uno de los más revolucionarios diseñadores colombianos de nuestro siglo XX. Si lo prehispánico fue su cantera, lo hizo tan bien que se volvió casi mejor que el original. Cientos de dibujos, en contraste blanco y negro, de nuestro pasado cultural indígena convertidos en logos e imágenes. Es un gran maestro al que hoy yo condecoraría con la Cruz de Boyacá.

Diego Amaral. Este diseñador ha presentado una década reciente de trabajos de un refinamiento prodigioso: Violentología, La batea o recientemente el sublime Archivo Gaitán. Libros de gran formato, tan bellos que provoca enmárcalos. Pero si devolvemos la película podremos encontrar que este diseñador siempre fue excelso: por ejemplo, la mejor época gráfica de la revista Gaceta de Colcultura, cuando era dirigida por Guillo González, fue bajo su batuta, por citar solo uno de sus mejores proyectos. Siempre me sorprendió la limpieza de su pauta gráfica y, por ende, la claridad.

Camilo Umaña. Es, por supuesto, una leyenda. Aunque pueda resaltar su conocimiento tipográfico desbordado (ojala reeditaran La quincena tipográfica) yo diría que es tal vez el mejor diseñador editorial colombiano. Todo es impresionante: decenas de portadas y libros armados con trazos desbordados de belleza, diseños de colecciones enteras con un carácter armonioso sin par. Su conocimiento de la estructura gráfica del libro es inédito. Vean, por ejemplo, la colección de libros de la Editorial de la Universidad Nacional: majestuosa Cuando yo era un simple asistente editorial en el Museo Nacional me dio un par de lecciones que no olvidaré y que forjaron mi espíritu gráfico por los libros bellos y leíbles.

Nicolás Morales es editor. Es el director de la editorial de la Universidad Javeriana.

 

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La revista ARCADIA fue suspendida antes de publicar la que sería su edición 172. Sus autores y colaboradores, que se refieren a ella como #LaRevistaQueNoFue, le propusieron a La Liga Contra el Silencio publicar los artículos que ya no verían la luz. El CrossmediaLab, como medio que integra la alianza, reproduce dos de ellos.

 

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