La desnutrición, un problema que va más allá de la comida

— Tita, ¿qué haces si en estos momentos nos encontráramos con Sebastián Yatra?

— Nada, Sammy.

— Tita, ¿cómo que nada? Yo me muero, yo no sé qué haría si me lo encontrara en estos momentos saliendo del colegio.

Estas palabras son las que repite a menudo Samantha a su abuelita Carmen Díaz, Tita. Madelinne Samantha Antonio Díaz  nació el 5 de marzo del 2013. Llegó al hogar conformado por cuatro mujeres y un hombre (la Tita, su tía de 17 años, su mamá, su tía melliza y su tío) y dos gatas, una de cuatro meses y la otra de dos años. Viven en un segundo piso en el barrio Gustavo Restrepo.

Samantha asiste al colegio Liceo Femenino donde cursa transición en el “03”, número que ella reconoce como su salón y en el cual tiene 20 amigos. Samantha entra a clase a las seis de la mañana y sale a las doce del día. Usualmente, su Tita es quien la recoge. Su rutina después de estudiar al llegar a casa es almorzar, hacer tareas mientras escucha música, como canciones de su cantante favorito Sebastián Yatra; jugar a ser cantante y bailarina; muchas veces toma siestas; cuando lo hace, se levanta a las seis de la tarde a seguir jugando y a las nueve o diez de la noche -hora en que llega su mamá-, se acuesta para levantarse temprano al siguiente día para ir a estudiar.


Samantha, una niña en etapa de crecimiento, tanto en su proceso de desarrollo físico como cognitivo afectivo, debe estar en constante observación y su respectiva evolución, razón por la cual, su familia debe hacerle seguimiento médico permanente. A comienzos de este año, su médico general la reportó a la Secretaría de Salud debido a su bajo estado de peso; la Secretaría de Salud la visitó en su casa para verificar las condiciones en las que vivía. Esta entidad la remitió a asistencia con un nutricionista; revisaron su historia clínica y descubrieron que pesaba 14 kilogramos, un niño que, a su edad, debería tener un peso mínimo de 16 kilogramos, situación que no les pareció significativa, debido a que solo son dos kilogramos de diferencia; la sorpresa y por la cual reportaron que se encuentra en estado de desnutrición, es porque llevaba con este mismo peso desde el año 2015, casi tres de sus cinco años.



Su nutricionista le recomendó un suplemento nutricional llamado Fortini. Luego de unos meses, en su colegio hicieron la labor de tomar las tallas de los niños de preescolar para asegurarse de que estuvieran en buenas condiciones de salud, pero al medir a Samantha, notaron que era la única con baja estatura y con peso bajo; de nuevo la reportaron con Secretaría de Salud.

El 22 de agosto de 2018, la visitó la Secretaría de Salud. Esta vez analizaron más su entorno de vivienda, pesaron a las personas que conviven con Samantha, revisaron si reciclan y la estructura de su apartamento; le brindaron un tablero especial para lavarse las manos y un menú para alimentarse saludablemente. Les advirtieron que para la próxima visita debían tener el carné de vacunas -al día- de sus dos gatas, y quien debe estar al cuidado de la niña debe ser un mayor de edad; en caso de que se incumpliera una de estas condiciones, la Secretaría procederá a quitarles la niña a la familia.

Inician ese cuidado con Samantha, por su lado, el colegio le brinda onces durante las horas que asiste a clase, proporcionándole dos raciones, las cuales constan de yogurt, sándwich o pan blanco tajado y un postre. Las onces que recibió el día 11 de septiembre de 2018 fueron una leche entera con sabor a chocolate de la marca Colanta, un pan blanco tajado (sellado en una bolsa) y un brownie cubierto de chocolate (como lo describe su empaque). Como a Samantha no le gusta el pan, el colegio le da otra bolsa de leche chocolatada.

Gráfica de Índice de Masa Corporal (IMC) tomado a Samantha luego de ser reportada con Secretaría de Salud por desnutrición.

Samantha es uno de los 3.000 casos que se encuentran en riesgo de delgadez, cuando se cruzan las gráficas del índice de masa corporal (IMC) o variables, se encuentra armónica. Los puntos se encuentran entre las desviaciones -1 y -2. Samantha no va a crecer como lo venía haciendo antes porque se encuentra en una etapa de crecimiento lenta, claro está, debe manejar bien sus hábitos, garantizar 5 o 6 tiempos de comida y consumir todos los grupos de alimentos. El caso de las verduras es para generar buenos hábitos, pues estas no le van a ayudar a ganar peso ni talla, debe tener un consumo adecuado de proteínas, grasas, harinas, que tenga un patrón de sueño adecuado de mínimo 8-9 horas y que realice actividad física al menos una hora al día. Luego de un análisis de las gráficas del índice de masa corporal de Samantha, la nutricionista Katherine Vargas señala que “lo más importante es que empiece a acercarse al -1, el peso es más fácil ganarlo, pero debe ser armónico, de nada sirve que se encuentre para la edad bien de peso y sea de baja estatura, ahí nos daría un sobrepeso”.

Frente a estos casos, psicólogos y nutricionistas son fundamentales, ya que al existir desnutrición -muchas veces- puede ser signo de problemática familiar, y es ahí cuando estos profesionales deben actuar para identificar el origen de estas descompensaciones alimentarias.

La psicóloga y especialista en neurología, la doctora Merly Gutiérrez, afirma que una desnutrición no solo se da por no comer, sino que hay más factores que influyen en el bajo peso de un menor, como lo es el no descansar las horas suficientes. Este mismo concepto lo ratifica la nutricionista Katherine Vargas, explicando que es por la “proteína, un nutriente que se absorbe y/o no realiza su síntesis en el organismo alrededor de las 5 horas de un sueño profundo, es decir, si solo duermen 5 horas esta no se va a dar y puede afectar el crecimiento, por eso se es enfático en que los niños duerman alrededor de 8-10 horas diarias”.

Para aportar a una buena alimentación y un desarrollo en el crecimiento físico, los niños deben mantener una dieta balanceada, una actividad física (mínimo una hora diaria) y suficientes horas de sueño (como ya se mencionó). Entre el plan de alimentación, este debe consistir en la inclusión de “todos los grupos de alimentos como harinas, cárnicos, grasas, verduras, frutas y lácteos”, como lo indica la nutricionista Katherine, además las porciones deben ser adecuadas para la edad y en preparaciones saludables, es decir, no fritar siempre alimentos para agilizar el tiempo destinado en la preparación de dichos suministros.



Así como los adultos, los niños deben comer entre 5 y 6 veces al día empezando con la comida más importante para el ser humano, y más para los menores de edad en su proceso de crecimiento; la nutricionista recomienda para esta primera fuente de alimentación del día “una fruta, un lácteo, un cárnico como huevo o queso, y una harina, puede ser un pan, una tostada o unas galletas”. Para el refrigerio en lo posible llevar una fruta, un lácteo y una harina o frutos secos como maní; durante el almuerzo siempre debe estar la porción de verduras y el jugo a base de fruta natural, no jugos industriales ni gaseosas. En las horas de la tarde, el refrigerio puede variar, si se ingirió lácteo en la mañana, para este tiempo no será necesario, pero si un alimento similar como la fruta o el queso que compense el lácteo. Finalmente, la cena debe ser alimentos semejantes al almuerzo, pero en menor cantidad.

Este no es el único ni el último caso  en Colombia, ni en Bogotá que ha sido reportado a Secretaría de Salud, es por ello que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) bajo la Dirección de Nutrición manejaron una atención a 18.193 niños, niñas y adolescentes por desnutrición aguda durante el año 2017, a pesar de ello, las estadísticas del DANE reportaron que durante ese año el número de defunciones por anemias (nutricionales, hemolíticas, aplásicas), fue de 39 casos, 16 niños y 23 niñas y entre otros motivos, por deficiencias nutricionales hubo un total de 94 casos, 47 niños y 47 niñas.

En muchos de estas situaciones, tanto la Secretaría de Salud como el ICBF le impone unos requisitos a la familia que deben cumplir, empezando por la vivienda, factores económicos y el cuidado de estos menores a cargo de un mayor de edad, si llegan a infringir uno de estos, el ICBF intervendrá y optará por quitarle al niño a la familia.

Diariamente, la Policía Nacional recibe notificaciones que afectan la vida de los niños en nuestro país, pero en Bogotá hay un gran número de víctimas por causa de la desnutrición, el cual redondea entre los 300 a los 430 por mes. A pesar de ello, durante el 2017 la cifra tuvo un alcance registrado de 427 niños en febrero (el más alto durante ese año) en localidades más afectadas como Kennedy, Suba, Engativá y San Cristóbal; a pesar de ello, la cifra fue disminuyendo culminando el año con 0 muertes.

Medidas tomadas el 26 de septiembre de 2018 a Samantha en el colegio



El secretario de Salud, Luis Gonzalo Morales, entregó un informe a principios de este año donde presenta un balance de la gestión ante la desnutrición infantil en Bogotá apoyado por la Alcaldía de Bogotá, afirmando que ningún niño murió en la capital durante el 2017, pero las cifras entregadas por el DANE y la Policía Nacional demuestran lo contrario. Aunque al momento de alertar a estas entidades sobre casos de desnutrición infantil, estos ponen a disposición medidas de seguimiento y control para el menor y envían una persona encargada que visite a las familias reportadas (así fue con Samantha). Así mismo, el Estado brinda refrigerios por medio de las instituciones educativas pero muchas veces estos son altos en azúcar -como las onces que le dan a Samantha en el colegio-, presentando un daño muy grande para los niños, debido a que el azúcar es una gran causa de sobrepeso a futuro.

Así como Samantha, muchos niños están reportados en Secretaría de Salud, ya sea por desnutrición o riesgo de delgadez, y una de las causas principales es la falta de recursos económicos y la atención que le brindan a los menores en sus hogares. Samantha por ahora, está en el proceso de ganar peso -el adecuado con su estatura y su edad-, pero así como la familia tiene que brindarle acompañamiento, las instituciones educativas donde los menores están pasando mediodía, deberían brindarles una mejor opción alimentaria, ya que muchos de ellos al no tener esa atención, recurren a sus colegios; además, en muchas ocasiones, la comida que reciben en estos lugares es la única en todo el día que le están dando a su cuerpo, y sí solo les brindan una dieta con una gran cantidad de calorías y azúcar, la mortalidad por desnutrición aumentará.    

 

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Esta crónica hace parte del especial "Bogotá, de espalda a la niñez", producido por el CrossmediaLab de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, que busca sumergir al lector en una realidad en la que el Estado colombiano se ha quedado sin manos para cumplirle a quienes considera su presente y su futuro. 

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