Maternidad entre rejas y otros problemas en reclusión

La maternidad es quizá el vínculo más valioso de nuestra cultura y muchos niños y niñas dependen únicamente de ese primer lazo. Las madres son esa figura primordial, el primer latido compartido, y cuando el ser humano es tan pequeño y frágil, todo a su alrededor afecta su crecimiento. Sin embargo, no todas las mujeres tienen la posibilidad de vivir esta experiencia con las condiciones mínimas. En los centros de reclusión de mujeres hay un alto porcentaje de madres cabeza de familia, al tiempo que existen mujeres gestantes y lactantes privadas de la libertad, que no tienen la posibilidad de brindarle a sus pequeños una nutrición adecuada ni la posibilidad de crecer en espacios seguros. 

De acuerdo con el informe de 2018, “Mujeres y prisión en Colombia: Desafíos para la política criminal desde un enfoque de género”, del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR),  la  Universidad Javeriana y el Centro de Investigación y Docencia Económicas de México (CIDE),  de 536 mujeres encuestadas, que pertenecen a diferentes centros de reclusión del país, 75% eran mujeres cabeza de familia, 73.4% vivían con sus hijos antes de ser recluidas y el 54% eran las principales cuidadoras de sus hijos.

Esta era la situación de Liliany Obando cuando fue recluida. El allanamiento y su detención ocurrieron en agosto de 2008. Allí estaban su mamá, una adulta mayor, y sus dos hijos: una niña de 5 años y un niño de 15, llamado Camilo. “A ellos les tocó vivir conmigo el tema del allanamiento, la agresión que hubo sobre todo hacia mi hijo, que trató de defender a su mamá”, recuerda Liliany.

Durante esa temporada en reclusión, y a raíz de todos los inconvenientes que tuvo para velar por sus hijos, sintió que estar lejos era casi una segunda condena por sus ideas políticas. “Durante el tiempo que estuve en el Buen Pastor siempre pedimos la detención domiciliaria, por ser madre cabeza de familia. Me la negaron diez veces. Diez veces se la pedí, diez veces me la negaron”, recuerda Liliany. Este es tan solo uno de los inconvenientes en los que se ven inmersas las mujeres privadas de la libertad.

 

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