San Bernardo en Bogotá: inseguridad, desplazamiento y polémica por la renovación urbana tras el “Bronx”

El barrio San Bernardo, en la localidad de Santa Fe, enfrenta aumento de delitos, cierre de comercios y pérdida de arraigo mientras avanza el Plan Parcial de Renovación Urbana. Vecinos, académicos y líderes locales denuncian que las intervenciones priorizan el valor del suelo y no a la comunidad, alertan sobre nuevos desplazamientos y piden alternativas concertadas que protejan el tejido social.

En pleno centro de la ciudad, entre la carrera Décima, la calle Sexta (Avenida Comuneros), la avenida Caracas (carrera 14) y la calle Primera (Avenida de la Hortua), dentro de la localidad de Santa Fe de Bogotá, se encuentra el barrio San Bernardo, que en los últimos nueve años ha adquirido relevancia por su inseguridad, producto del microtráfico, las bandas criminales, los habitantes de calle y los consumidores de droga que residen en el territorio. 

Lo cierto es que San Bernardo ha atravesado una decadencia con un origen mucho más extenso, que se remonta a momentos históricos de la ciudad y su transformación. Debido a esto, las autoridades, a lo largo de los años, han intentado recuperar la zona por medio de planes de renovación urbana, en los que se busca una transformación integral que aborde tanto la seguridad del sector como la urbanización de espacios para los habitantes. A pesar de ello, los resultados reales de la intervención de las autoridades locales y estatales no han sido los esperados.
 
El crecimiento exponencial de la inseguridad y de las problemáticas en el barrio se puede argumentar de diversas formas. Primero, se debe tener en cuenta la historia de San Bernardo, su fundación y evolución a través de los años. El barrio fue fundado al mismo tiempo que su barrio gemelo, Santa Inés, y el colegio San Bernardo de La Salle, por el monseñor Bernardo Herrera, a finales del siglo XIX y principios del XX. En su tiempo, las familias adineradas y empresas decidieron instalarse allí.
 
Después del Bogotazo, en 1948, el barrio quedó en ruinas; sobrevivieron pocos edificios coloniales y otros, como la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, fueron reconstruidos. Con la salida de las élites y las grandes familias, y su eventual traslado a la parte norte de la ciudad, las grandes casonas abandonadas fueron subdivididas y convertidas en inquilinatos de bajo costo. Esto atrajo a una población empobrecida y vulnerable, incluidas personas desplazadas por la violencia rural que se extendía por el país en ese momento.
 
Con el tiempo, la zona fue sufriendo una decadencia fruto de la construcción de grandes vías, como la carrera Décima, que aisló aún más el sector del resto de la ciudad, creando una “frontera invisible” urbana. A pesar de esto, el barrio San Bernardo se hizo conocido como un barrio comercial por sus fábricas de muebles.
 
A partir de los años sesenta y setenta, la situación en el barrio contiguo, Santa Inés, empeoró debido a que el microtráfico de drogas se apoderó de las calles. En los años ochenta, la violencia y el control del barrio a manos de bandas criminales se agudizó con la llegada de la droga conocida como bazuco. Producto de la degradación de Santa Inés, surgió el llamado “Cartucho”, que no era más que una zona de expendio y consumo de drogas —las mal llamadas “ollas”— que servía de estadía a habitantes de calle y de concentración de bandas criminales y prostitución. Ya para los años noventa, las problemáticas del Cartucho se expandían hacia San Bernardo, pero era un proceso lento.
 
Fue hasta la primera alcaldía de Enrique Peñalosa que, por medio del Decreto 880 de 1998, se ordenó la intervención y demolición de las edificaciones del Cartucho por parte de las autoridades. Este decreto también dictaba un plan de desarrollo urbano que dejó como resultado la creación del parque Tercer Milenio, construido encima del barrio demolido. Pero el derrumbe de Santa Inés no significó el cese de la inseguridad, el microtráfico y la prostitución: la mayoría de las problemáticas se trasladaron a unas pocas cuadras, sobre la avenida Caracas, en el barrio Voto Nacional, donde se instaló una nueva zona de criminalidad conocida como el “Bronx”, y el resto a San Bernardo, que poco a poco sufría a causa de la renovación urbana. 
 
Lo cierto fue que, durante quince años, el Bronx atormentó a los habitantes de barrios aledaños, con una red criminal mucho más organizada, caracterizada por su violencia y por su zona de tolerancia. Sería hasta 2016 que, por medio del segundo periodo de Peñalosa, se logró retomar el territorio y desmantelar el Bronx.
 
 
La zona de tolerancia del “Sanber” está ubicada en la calle Quinta. Foto de Esteban Heredia.
 
Pero el desmantelamiento de esta zona solo fue el punto de inflexión en el deterioro del barrio San Bernardo. Ahora el barrio es considerado como “el nuevo Bronx” y atraviesa un declive fruto de las problemáticas heredadas de sectores aledaños. La realidad de 2025 muestra cómo se ha convertido en un foco de criminalidad, con atracos, homicidios y enfrentamientos entre bandas delincuenciales como “Los Costeños” y “Los Venecos”, que luchan por el control del territorio y el microtráfico de estupefacientes. Todos estos elementos han generado en el barrio una crisis social que afecta la calidad de vida de los residentes: cada vez es más común el abandono de las viviendas y el incremento de paga-diarios.
 
Por su punto estratégico entre dos avenidas principales, el panorama del barrio es un problema no solo para quienes lo habitan, sino para quienes transitan por la zona o viven en sectores contiguos. No podemos olvidar que a tan solo unas cuadras se encuentran el centro histórico y el Palacio de Nariño.
 
¿Qué ha pasado?
 
A lo largo de ocho años, y como parte del POT (Plan de Ordenamiento Territorial) de la ciudad, se han creado, alrededor del barrio, planes parciales de desarrollo urbano, que tienen como fin renovar el área, promoviendo viviendas de interés social y prioritario, mejorando el espacio público, valorizando el patrimonio material e inmaterial y fortaleciendo la infraestructura de transporte. Por ello, la constructora Las Galias está ejecutando la construcción de cerca de cuatro mil soluciones de vivienda que beneficiarían a más de once mil personas. A la par de esta transformación, y con ayuda de más de dieciséis entidades, se ha hecho un trabajo social que busca garantizar los derechos de todos los habitantes del barrio.
 
De acuerdo con información de la página oficial de la Secretaría de Planeación Distrital, desde 2016 la Alcaldía Mayor ha diseñado varios planes de renovación para el barrio, decretados durante las últimas tres alcaldías: de 2016 a 2020 (segundo mandato de Enrique Peñalosa), de 2020 a 2024 (Claudia López) y desde 2024 hasta la actualidad (Carlos Fernando Galán). Estos son:
  • 2017: Decreto 528 de 2017. La Alcaldía anuncia oficialmente el Proyecto de Renovación Urbana “San Bernardo – Tercer Milenio”.
  • 2018: Decreto 342 de 2018. Declara condiciones de urgencia para la gestión predial y permite avanzar en adquisiciones y expropiaciones.
  • 2019: La SDP emite la Resolución 783 de 2019, que declara viable el Plan Parcial San Bernardo – Tercer Milenio.
  • 2021: Se solicita y se acepta el concepto de determinantes para un nuevo plan parcial, “Centro San Bernardo”, que amplía la zona de intervención hacia el sur.
  • 2022: La ERU (hoy RenoBo) radica ante Planeación la formulación inicial del Plan Parcial “Centro San Bernardo”.
  • 2025: RenoBo presentó ante la Secretaría Distrital de Planeación el desistimiento expreso de la solicitud de revisión y formulación de la propuesta del Plan Parcial de Renovación Urbana “Centro San Bernardo”.
El 4 de agosto de este año se desestimó la propuesta del Plan Parcial de Renovación Urbana “Centro San Bernardo”. A pesar de esto, los predios ya se han comprado y se tiene planeado ejecutar el primer plan de renovación creado en 2017 y entregarlo en 2026.
 
Mientras el gobierno avanza en su plan urbanístico, los habitantes de la zona consideran que su barrio tiende a desaparecer. Para personas como Ricardo Hernández, presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio San Bernardo y residente desde hace 55 años, esta no es una victoria: la lenta decadencia de la zona ha sido visible. 
 
Para él, hay muchas afectaciones directas en los residentes del barrio producto de los planes de ordenamiento urbano y del derrumbe de los barrios aledaños. En la economía lo ha vivido en carne propia: muchos negocios, incluido el suyo, tuvieron que cerrar debido a la inseguridad, al desplazamiento de los habitantes y a los proyectos de urbanización. Así expone su testimonio personal: “Yo tenía una miscelánea y, cuando en 2021 empiezan a tumbar el barrio, se comienzan a desplazar más de 2.300 personas; esto afectó mi negocio, estaban sacando a mis clientes. En un momento tuve que cerrar mi negocio porque ya estaba muy cansado”. De igual forma, resalta cómo el negocio de mueblería, uno de los más tradicionales del sector, poco a poco ha ido desapareciendo: “De 200 almacenes de muebles quedaron 50”. Estas circunstancias alentaron a don Ricardo a dedicar su tiempo principalmente a actividades sociales y de organización comunitaria en el barrio.
 
Don Ricardo subraya que los moradores del barrio no solo se ven afectados por la inseguridad, sino que padecen un alto impacto psicosocial. Añade que las personas que se han tenido que ir del barrio han perdido el arraigo: “Los vecinos me escriben diciendo que se sienten mal, solos; ya son adultos mayores y no tienen el mismo apoyo emocional que recibían de los muchos vecinos que se tuvieron que desplazar, y los que quedamos vivimos en una zozobra al no saber qué va a pasar con nuestros hogares”.
 
“Las acciones del Distrito son solo pañitos de agua tibia; la administración distrital y local no realiza campañas de fondo. Todo es mantener el territorio estable, porque al final el objetivo es desalojar el barrio, desaparecerlos, sacarlos”, declaró la edilesa Ana Sabogal. El Plan de Ordenamiento Territorial, que busca organizar la ciudad y guía el desarrollo físico y la organización del suelo de un municipio o distrito a largo plazo, tiene al barrio San Bernardo incluido en el Plan Parcial de Renovación Urbana, cuyo objetivo es revitalizar las zonas urbanas fomentando tejido social, acciones que —considera la edilesa Ana Sabogal de la localidad de Santa Fe— han ido en camino contrario a lo esperado. 
 
 
Ana Sabogal, edilesa de la localidad de Santa Fe. Foto de Esteban Heredia.
 
“No han mejorado las condiciones de vida; las han deteriorado porque los han venido sacando de su hábitat, desconfigurando su entorno, valiéndose de problemáticas como el tráfico y microtráfico de estupefacientes que trae inseguridad e impulsa el proceso de inhabilitar las zonas y facilitar su transformación, haciendo que el valor del suelo sea cada vez menor, porque el futuro del centro de la ciudad de Bogotá es convertirse en una megaciudadela universitaria”, explica. 
 
Es evidente que la solución no es tumbar casas y construir torres de apartamentos, uno que otro parque y alguna que otra vía, porque la experiencia de los últimos 50 años refleja que, en una gran urbe como Bogotá, al tumbar un barrio que carga con el problema social del consumo de drogas, otro llega a reemplazarlo.
 
Los más vulnerables, los que han caído en la maldición de la droga, siempre buscarán su proveedor sin importar a dónde deban llegar. Tal es el caso de Jhon “El Flaco”, un consumidor habitual del “Sanber”, quien de manera muy abierta ofreció su testimonio: “Pueden tratar de acabar el ‘Sanber’, pero la gente de ahí… eso es un problema más complicado”. Él es consciente de que, si tumban, muchas personas como él solo se movilizarían hacia otro punto de la ciudad en donde se puedan proveer. También habla de los operativos que ha hecho la Policía en el barrio: “La Policía solo tiene órdenes de vigilar; aunque sea, lo respetan a uno, hasta lo cuidan a veces. Solo buscan que no haya peleas o problemas. Cuando hay quejas de la gente, eso sí actúan, pero si se ha portado bien no le hacen nada a uno. Ellos van por su lado y la gente va por el suyo”. A pesar de ser un consumidor, de forma consciente Jhon expone que las autoridades intentan controlar el tráfico y su expansión a sabiendas de sus limitaciones para derrotarlo definitivamente; por ello no se meten con los habitantes de calle o consumidores si estos no lo hacen antes.
 
 
Jhon “El Flaco” es habitante de calle en el sector. Foto de Esteban Heredia.
 
Óscar es guardia de seguridad del colegio San Bernardo de La Salle. Este colegio es tan longevo como el barrio y ha vivido de primera mano todas sus transformaciones sociales, urbanas y económicas. Él ha trabajado por más de seis años en la zona y ha sido testigo de cómo la inseguridad ha ido en crecimiento. “La seguridad actualmente ha cambiado, no para bien; ha habido más presencia de habitantes de calle y eso conlleva a más inseguridad en el barrio y los alrededores”, afirmó Óscar. 
 
Fue muy reiterativo al hablar de los operativos que han llevado a cabo entes gubernamentales como Integración Social: “Sí, los he visto por el barrio, vienen seguido, pero lastimosamente es algo de momento, que dura unos días o incluso unas horas. Son programas que no ayudan a un cambio significativo y que solo maquillan el estado real del barrio”. Para finalizar, Óscar comparte su panorama a futuro: “Todo el mundo que trabaja en el sector quiere lo mejor, que los proyectos conlleven a mejorar la seguridad. Pero son expectativas; todavía no hay nada seguro”.
 
De este colegio también hace parte Andrew Rodríguez, un estudiante que vive a pocas cuadras del plantel y que, a pesar de seguir estudiando allí, pertenece al proyecto Enlace en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Su testimonio deja en claro problemáticas del día a día en el barrio: “Aquí antes había muchos negocios y cigarrerías, donde se podían comprar muchos alimentos y dulces; estos con el tiempo fueron cerrando y ahora solo existen un par de tiendas y una panadería donde mi mamá y yo compramos pan todos los días”. 
 
De igual forma, Andrew ofrece un panorama diferente de la inseguridad en el barrio: “Es inseguro, sí, pero para las personas que habitamos aquí desde hace años no lo es tanto; las personas nos conocen, no se suelen meter conmigo o con mi familia, teniendo en cuenta que estudio en el colegio de La Salle. La mayoría de las personas le tienen respeto a los niños que estudian ahí; cuando sucede un caso de robo o de violencia, son casos aislados en su mayoría”.
 
En el artículo académico “Entre el Cartucho y el Bronx en Bogotá: ¿territorios del miedo o expresiones de injusticia socioespacial?” (2018), de Johan Andrés Avendaño, doctor en Geografía, Desarrollo, Territorio y Sociedad de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Francia, se explica que las “zonas críticas” como San Bernardo son producto de la naturaleza del debate contemporáneo entre la urbanización creciente y las economías informales, los conflictos por usos del suelo y la tensión entre delitos imaginarios de miedo e inseguridad. Esto crea lugares sin ley, que a su vez da pie a un imaginario que contempla que la transformación de los espacios desde lo material deja de lado al agente social de los espacios del miedo. Esto quiere decir que las dinámicas urbanas en el centro de Bogotá corresponden a un proceso histórico y repetitivo, que lo que hace es trasladarse de un barrio a otro.
 
La doctora Maira Yesenia Trujillo, geógrafa de la Universidad Nacional de Colombia y coautora del artículo anterior, se muestra pesimista frente a las posibles soluciones que se puedan emplear en un futuro. “La posición que tiene la Alcaldía y las entidades estatales frente al futuro del barrio San Bernardo se basa en el capital que pueden generar ellos ahí; se interesan en el territorio en sí, más no en las complicaciones que pueden tener los habitantes de la zona”. 
 
Ella es consciente de que zonas como estas existen en toda la ciudad, pero que no se les presta la atención que se debería debido a que no generan un interés económico en la Alcaldía. Maira habla de cómo se tiene que cambiar el concepto popular de seguridad en un barrio de Bogotá: “Hay que pensar el concepto que se tiene de seguridad dentro de territorios como estos; el aspecto más importante para la construcción de este término es el miedo. El miedo ha posicionado alcaldes, ha creado gobiernos y ha establecido una forma de control más que un sentimiento de seguridad”.
 
Carlos Alberto Torres, magíster en Urbanismo, director del proyecto de extensión solidaria U al Barrio y arquitecto de la Universidad Nacional de Colombia, desarrolló el proyecto “San Bernardo, territorio en resistencia” (2023), en el que concluyó que el proceso de renovación urbana que se está llevando a cabo en el barrio no constituyó una construcción colectiva y consensuada con la comunidad. 
 
Un futuro incierto
 
Más allá de las pérdidas patrimoniales y económicas, también se evidenció una ruptura de la vida y de los lazos que se construyen en comunidad, entre una población moradora y creadora del barrio que se ve amenazada a desplazarse después de cerca de nueve décadas de resistencia. La renovación urbana, necesaria en la consolidación de las ciudades, se debe aplicar con mucho cuidado, pues genera ruptura del tejido social.
 
Finalmente, el futuro del barrio San Bernardo no es claro; a pesar de la desestimación de los más recientes planes de desarrollo urbano, el terreno resulta muy importante para los entes gubernamentales y sus futuros proyectos urbanísticos, dada su ubicación estratégica.
 
Por ende, surgen estrategias y censos de vecinos para oponerse a nuevas demoliciones en la zona. “No estamos solos en esta lucha; ya nos hemos organizado con la Universidad Nacional y la Universidad del Bosque para preservar estos terrenos, esto de la mano de arquitectos que nos ayuden a organizar unidades de vivienda en el sector. Mejorar la calidad de vida es nuestro propósito, y generar nuevos vínculos con asociaciones y universidades es una misión que nos beneficiaría ampliamente”, dijo Ricardo, presidente de la Junta de Acción Comunal de San Bernardo.
 
Algunos de los habitantes se han organizado en grupos sin ánimo de lucro buscando mejorar el panorama del barrio y su entorno. Tal es el caso de la Fundación Conciencia Social San Bernardo, cuyo objetivo es no ser olvidados; mediante campañas ecológicas buscan mejorar el territorio. También la Fundación Asimetría Cero cumple una labor social dirigida a la población vulnerable.
 
La inseguridad en el barrio, más allá de una problemática aislada, es una causa que deja a cientos de personas sin hogar y beneficia la construcción de estructuras que, en principio, favorecerían a los mismos habitantes del sector, pero que solo han logrado el desplazamiento de estos, el aislamiento del resto de los barrios y la destrucción del patrimonio. Esto es un llamado no solo a la Alcaldía para replantear sus estrategias de urbanización, sino a concientizar que, a pesar de ser una zona tan peligrosa, también habitan familias enteras que viven con el miedo de quedarse sin hogar. 

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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