Team penning, una tradición llanera hecha deporte

Más allá del horizonte, donde se reflejan luces cálidas de amanecer y atardecer, donde el aroma desprende un temple ambiente del pastizal natural, donde el sonido del viento encuentra composiciones de joropo con melodías de arpas llaneras. Allí, en Villavicencio, está Jairo Andrés, moreno, atlético y robusto, fuerte y vanidoso, un hombre de espíritu vaquero que vive en la puerta del llano y que guarda anécdotas de vida como tesoros.

Ya casi amanece. La temperatura irá aumentando con la salida del sol, por lo que será bueno darse un buen baño, uno varios que debe darse una persona al día, porque aquí, en El Buque, el calor es insoportable. No obstante, para Jairo, de 37 años, la tempertatura es normal. A las 6 a.m. está en pie y listo para iniciar su día.

Tiende su cama con la frazada y los cojines que traen estampados a sus tres yeguas: Atenea, La Pupileta y La Cuquis Perris. Sus quarter horse o caballos cuarto de milla, importados de Estados Unidos, son de tipo western, lo que significa que son los que se usan para las competencias de corte, aparte y encierro de ganado (team penning). El team penning es un deporte originario de Estados Unidos, que nació de la evolución del tradicional trabajo de rancho de separar reses para marcarlas, realizar revisiones veterinarias o transportarlas de un lugar a otro.

Jairo practica el team penning desde hace 6 años en Villavicencio. Ha sido campeón en diversas ocasiones. Él afirma que para este deporte preferiblemente se deben utilizar yeguas porque son más tranquilas y menos temperamentales, lo que ayuda a que manejarlas y montarlas sea más fácil.

Es tanto el amor que Jairo tiene por los caballos que los puedo ver por todas partes: en su mesa de noche unos cuantos potrillos de juguete, al frente un cuadro del paisaje llanero con un caballo en primer plano, una colección en su estante de la sala es impresionante ¿unos 100 o 200 caballos? y, en los cojines de los sofás también los veo, en las mantas, hasta en los diseños de las tazas del chocolate: caballos aquí, caballos allá, están por todas partes y presentes dondequiera que mires.

—Te conectas mucho con ellos, ¿verdad? — le pregunté

—Totalmente — respondió Jairo

— ¿Cómo es eso?

—Como si fueran mis hijos.

— ¿Tú los bañas?

—Y los peino también. Los alimento, los consiento, los curo cuando enferman, los monto, los entreno…

A las 8:00 a.m. vuelve a casa de un paseo en bicicleta, se da el segundo duchazo del día y se prepara para ir a trabajar en Vitaequinos Villavicencio, un negocio de artículos y accesorios para caballos donde venden sillas de montar, riendas, frenos, espuelas, vitaminas, suplementos, cabezadas, estribos, alfombras, protectores de cascos, y todos los artículos para su cuidado y protección. 

“Hoy es un buen día para ir a entrenar”, me dice Jairo y deja a Carolina, su ayudante, a cargo del local para que atienda a los clientes. Una Nissan 4x4 lo acompaña siempre para facilitar el camino rocoso hacia la pesebrera. Pero antes, debemos volver a casa porque alguien nos espera. Unas botas como las de Jairo, pero en un tamaño mucho más pequeño, quizá de talla 33. Es Luciana Romero, su hija, lista para el entrenamiento de hoy. También nos acompaña la madre de Jairo, doña Luz Marina. Luciana, con 6 años, ya practica el team penning y está próxima a competir en las arenas de Villavicencio.

—Debe ser difícil enseñar este deporte a un niño, ¿no? 

—No. Desde que tenga paciencia y mucho cuidado con ellos. Ahorita la ve montar y me cuenta qué tal le parece— Sonrió y tomó a su hija de la mano.

Las esencias de naturaleza que entran por la ventana de la camioneta y el olor a estiércol, señalan que estamos a punto de llegar. Luciana está emocionada, no ha bajado de la camioneta y ya se está poniendo su casco. Jairo va hasta donde sus animales y alista a Atenea, la perfecta y manejable yegua que Luciana necesita. Para él, la escogida para montar hoy es La Pupileta.

— ¿Te gusta esa yegua? — pregunté a la niña.

—Mucho— responde con ternura.

— ¿Por qué?

—Porque es bonita y mansita.

Sobre el team penning, Jairo dice que “es un deporte familiar, a la gente le gusta mucho porque no hay maltrato animal, usted puede ver que se pueden hacer equipos mixtos, competencias de solo mujeres y también de niños, entonces es muy agradable”.

Jairo empieza a cabalgar y guiar a su hija hasta las arenas de entrenamiento. Trota, da vueltas, retrocede y manipula su yegua mientras su hija lo observa. Julián Poveda, su compañero de equipo, también lo observa desde la entrada de la arena y dice “él es muy constante, eso es clave para tener un buen rendimiento, sabe la técnica para manejar el animal”. 

Mientras observamos a Jairo en su rutina, Andrés Chaves, el presidente de la Asociación de Corte, Aparte y Encierro de Ganado, que también practica y compite, explica que el deporte se practica hace siete años en los Llanos Orientales. En una arena grande de aproximadamente 35 metros de ancho y 65  de largo. Dentro de la arena hay un corral de 6x5 metros en donde se tienen que guardar las reses. Hay un total de 30 becerros marcados en grupos de a tres, con números del 0 al 9, y un equipo formado por tres jinetes con sus caballos. Los deportistas deben cortar del rebaño y encerrar en el corral tres reses de ganado con el mismo número asignado o la misma señal coloreada, el que lo haga en el menor tiempo gana.

Caía la tarde y el entrenamiento estaba por terminar. El competidor David Quiroz sale de la arena agotado y con las mejillas rojas. Al verme baja de su caballo y me levanta las cejas en señal de saludo.

— Usted también tiene mucha dedicación a esto— le dije.

— ¡Claro! Yo pienso que es un deporte muy bonito, muy familiar, protege la integridad de los caballos, se aprende a trabajar en equipo y a entenderse con las demás personas

— ¡Al que le gusta le sabe!

— ¡Exacto! Es una pasión que uno lleva dentro. — responde después de reir.

Jairo acabó de entrenar. Ahora se dirige a bañar las lleguas porque también merecen un descanso después del buen rendimiento que han dado en el campo. Mahyra Rojas, la veterinaria encargada, acompaña a Jairo a bañar sus yeguas y explica que es importante que “previo al trabajo haya un muy buen entrenamiento de los animales, que tengan un buen calentamiento, que no sean animales que entren fríos o que si vienen con lesiones anteriores, sean tratados antes de salir a competencia”. 

Oscar Parra, el entrenador de Jairo Andrés, dice que “un caballo debe trabajar de cuatro a cinco días a la semana para tener un buen rendimiento. Y la limpieza del caballo, la alimentación y el cuidado son fundamentales para mantenerlo sano y listo para la competencia”. Cae la noche, bañadas y alimentadas, las yeguas están dispuestas a descansar: se acerca el día de la competencia.

La gradería está llena, la presión ya se siente y los competidores están listos para la gran competencia. El equipo Maranatá fue el que hizo a Jairo campeón de las Válidas del Meta en 2016, conformado por Julián Poveda, Jairo Andrés y Juan Camilo Mesa. “Ante todo un equipo de amigos”, como aclara Julián. Bajo el código de vestimenta de sombrero, camisa manga larga, jean y botas, los tres compañeros se distinguen de lejos. Sus familias los apoyan desde la tribuna: la pequeña Luciana y doña Luz Marina; también está Noé Rey, el suegro de Jairo Andrés quien también compite y Jesca Rey, la novia de Jairo y compañera del equipo Vitaequinos Elisua, otro equipo en el que Jairo compite.

El sentimiento de rivalidad se siente entre los competidores y la concentración entre los compañeros de grupo es notoria. No todos tienen actitudes amigables entre ellos. Noé Rey dice “no es rivalidad, es querer hacer las cosas bien y ganar”. También Andrés, el presidente de la Asociación, entiende que “hay muchos rivales en la competencia, pero afuera todos somos amigos”.

El equipo de Jairo hace su primera entrada, la gente grita y aplaude. A mí se me eriza la piel y siento emoción. No imagino lo que debe estar sintiendo Jairo en el campo de juego. Antes de entrar me dijo que la presión del público lo pone nervioso y cuando gritan siente que no debe cometer errores. Ha competido con personas de Estados Unidos, Venezuela, Uruguay, Brasil y Panamá.

Empieza el juego y el trio de jugadores cabalgan a todo dar en busca del ganado: tres reses con el número "1" son las que deben separar. Las yeguas atajan el rebaño, parece que no está tan fácil separarlas, a mi lado se encuentra Oscar el entrenador y me dice que será mejor que se apresuren para lograr un buen tiempo “un buen tiempo pueden ser 22 o 23 segundos, la idea es estar entre los 30 y 40 segundos para poder estar en la final” me explica mientras miro el reloj y empiezo a calcular los segundos.

Jairo está concentrado en su estrategia, lo peor que puede pasar es un No time, que significa la descalificación del equipo. Hay un máximo de 90 segundos para encerrar los tres becerros, pero el tiempo sigue corriendo y no se sabe qué pasará.

El equipo de Maranatá levanta la mano en señal de que acaban de terminar su partida y suenael silbato para frenar el tiempo. Jairo sale de la arena con una sonrisa y ahora solo falta esperar el resultado de los equipos rivales para definir los ganadores.

Jairo descansa y ríe con sus compañeros, ahora recuerdo que todos me han dado un aspecto común cuando hablan de él: “Jairito le pone el toque de humor y alegría al deporte, aporta bastante, él no puede faltar en las tardes de team penning” me decía Andrés Chávez. Su suegro también dijo que “Jairo es muy espontáneo por su forma de ser, tiene esa chispa que hace reír a la gente”, hasta el competidor David Quiroz me afirmó que “Jairo es un buen jinete que siempre trata de darlo todo, es una excelente persona”.

Llegó el momento de los resultados. Todos han dado una excelente exhibición. Maranatá no ganó, pero estuvo dentro de los  diez mejores. Celebran y sonríen en un ambiente de completo gozo. Entre la multitud me encuentro al ministro de Agricultura, Juan Guillermo Zuluaga, y cruzamos algunas palabras.

—Creo que el team pening debería ser un deporte más reconocido—Le digo

—Esa es la idea. Lo hemos visto como una gran oportunidad para vender El Llano, para mostrárselo a Colombia. Con la vaquería yo creo que vamos a poder nacionalizar esto, ya son muchas las ciudades que se están sumando a practicar este deporte tan familiar.

—Espero que así sea.

— ¡Claro! Esas actividades diarias de los llaneros, las hemos convertido en un muy bonito espectáculo, esto hace que te enamores y respetes los animales, el bienestar del animal está por encima de cualquier cosa.

Las palabras del Ministro me hicieron entender que una mezcla de deporte, amor por los animales, pasión y disciplina son los aspectos que motivan a muchos llaneros que, como Jairo Andrés Romero, buscan una salida de la cotidianidad, el estrés y los problemas diarios.

Entre ganadería, vaqueros y joropo, el sol se esconde una vez más en Villavicencio y Jairo termina su jornada con el pensamiento de que mañana afrontará nuevos retos con toda la berraquera que caracteriza a un hombre llanero.




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