Temor y discriminación: el diario de la comunidad LGBTIQ+ en pademia

El rechazo institucional y social hacia las personas con orientaciones sexuales e identidades de género distintas a las normativas, amenaza la vida de cientos de colombianos al año, víctimas de un sistema conservador que les niega sus derechos fundamentales.

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En Colombia, la discriminación hacia los miembros de la comunidad LGBTIQ+ persiste y ocasiona, todos los días, violaciones graves a sus derechos. Esto denota la falta de diligencia del Estado para la protección de esta población, que enfrentan circunstancias adversas y que ponen en riesgo sus vidas. Las denuncias de detenciones arbitrarias y arrestos injustificados, por ejemplo, son una constante de la cual poco se habla. 

Una de las formas más graves y comunes de agresión hacia estas personas es la violencia física, producto de una aparente desigualdad de derechos que protege a las personas hetero y no cubre del todo a las personas con orientaciones sexuales diversas. En este debate, la socióloga Anna Penner dice que la violencia que se deriva de la homofobia y la transfobia es una realidad cotidiana y un motivo de constante temor para muchas personas homosexuales de todo el mundo. A su vez, afirma que las personas lesbianas, gay, bisexuales, transgénero e intersexuales también han sido sometidas a violaciones y torturas psicológicas en las que se pretende transformar su “condición”.

29 personas trans fueron asesinadas en el 2020. Imagen de la Red Comunitaria Trans.

Los siglos de abusos hacia la comunidad originaron el movimiento de liberación LGBTIQ+, en el año 1969, en la ciudad de New York, donde varios activistas y organizaciones dieron los primeros pasos para defender los derechos de las personas homosexuales. Recientemente, el activismo y los procesos de formación incluyentes han logrado brindarle protagonismo a este tema en el ámbito nacional e internacional, permitiendo que se dialoguen y se exijan los derechos de las personas homosexuales. No obstante, la discriminación persiste entre individuos y grupos abiertamente homofóbicos y transfóbicos que, en la mayoría de los casos, tienen creencias equivocas, heredadas de tradiciones familiares o doctrinas institucionales, que fomentan ideas negativas acerca de esta población.

La violencia estructural y social representa un peso adicional debido a que muchas de las personas homosexuales y transgénero tiene un acceso limitado a los servicios que brindan las instituciones del Estado. Por eso, muchos de ellos prefieren aislarse de la participación política, dado que no tienen mayor representación en estas áreas y no hay muchos líderes o lideresas que legislen para ellos. Como expresa Nielsen en el documento Las desigualdades y las personas LGBTIQ+: “Cuando las personas son objeto de difamación o discriminación por su orientación sexual o su identidad de género se ven obligadas a ser “invisibles”, y se reducen así sus posibilidades de participación y colaboración en la vida social”.

A su vez, muchas de las personas homosexuales no tienen acceso a servicios básicos, lo que limita drásticamente su calidad de vida. De acuerdo con el documento Las desigualdades y las personas LGBTI, publicado por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) y ARC International: El debate sobre el desarrollo y los derechos de la comunidad LGBTI debería comenzar con la comprensión de que los derechos LGBTI son derechos humanos básicos, inseparables de los derechos de los demás seres humanos y (que los derechos humanos son) sólo un privilegio si no los disfrutan todos”. Por eso, muchos de ellos y ellas tienen índices elevados de analfabetismo, desempleo y pobreza, que en muchas ocasiones las hace víctimas de redes de prostitución y trata de personas. A su vez, carecen de atención oportuna en centros hospitalarios, de  asesoría en salud sexual y reproductiva, de seguridad social y de apoyo y atención al VIH/SIDA, en los casos en que el “oficio” les ha hecho portadores de enfermedades de transmisión sexual (ETS).

Vivir en este mundo como una persona trans es un arte - #JusticiaParaAlejandra. Foto de la Red Comunitaria Trans.

Un caso sonado recientemente es el de Alejandra Monocuco, una trabajadora sexual trans que murió en la ciudad de Bogotá en la madrugada del viernes 29 de mayo del 2020, luego de que una ambulancia se negara a prestarle asistencia médica al saber que era VIH positivo. Su cuerpo tuvo que esperar 15 horas a la intemperie antes de que le realizaran el levantamiento, y según la Red Comunitaria Trans, hubo negligencia por parte de la Alcaldía de Bogotá. Su nombre se convirtió en símbolo de lucha de cientos de mujeres trans, que al igual que ella, viven a diario la discriminación por su apariencia y su orientación sexual. Cabe aclarar que todo sucedió en medio de la pandemia por el COVID-19.  

La cuarentena estricta a la que se tuvo que someter la capital a comienzos del 2020 trajo consigo restricciones polémicas como el ‘pico y género’, una medida de la Alcaldía Mayor de Bogotá para disminuir el tránsito de personas en las calles de Bogotá. La alcaldesa Claudia López explicó que el pico y género consistiría en que los días impares podrían movilizarse exclusivamente las personas del sexo masculino y los días pares podrían movilizarse exclusivamente las personas del sexo femenino. Sin embargo, esta medida no tenía en cuenta a los miembros de la comunidad LGBTIQ+, lo que generó graves problemas para las personas transgénero. Según la Red Comunitaria Trans, desde el 13 de abril al 8 de mayo, se reportaron veinte casos de personas trans discriminadas en supermercados en la ciudad de Bogotá, en el que se presentaron burlas, miradas discriminatorias y acoso. Adicionalmente, se registraron dos casos de trabajadoras sexuales trans violentadas por la policía en el barrio Santafé.  

Eleonor Zárate es una mujer trans que desde pequeña se sintió identificada con el sexo opuesto. Sus padres la bautizaron como Santiago Zárate, pero ella decidió llamarse Eleonor. Le gusta maquillarse y sentirse como una mujer hermosa, por eso viste faldas, blusas escotadas y vestidos atrevidos. Fue víctima de discriminación el tiempo que estuvo en vigencia la modalidad de pico y género en la ciudad de Bogotá, y según relata, hacer las compras era todo un desafio. En una ocasión llegó a una tienda el día que le correspondía a las mujeres y, a pesar de que ella explicó que era una chica trans, lo único que obtuvo fueron burlas y expresiones vulgares sobre su miembro viril. 

Las trabajadoras sexuales trans viven abusos y violaciones de derechos aún en medio de la cuarentena - #EstamosPutas. Foto de la Red Comunitaria Trans.

Así como Eleonor, varias personas trans fueron víctimas de discriminación en los días de pico y género. Un documento de Fondo Lunaria Mujer, una organización feminista que moviliza recursos para apoyar a organizaciones de la diversidad de mujeres colombianas, que trabajan autónomamente para el ejercicio pleno de su ciudadanía como sujetas de derechos y actoras en la construcción de un país en paz y con justicia social, libre de machismo, racismo, clasismo y homofobia, recogió varios acontecimientos donde los insultos y las agresiones son el factor común: 

“Daian Nikole, una mujer trans, fue apuñalada en Ciudad Bolívar, en Bogotá, luego de que su agresor, que la hostigaba y acosaba hace tiempo, le gritara que ese 18 de abril era el día para que salieran las mujeres y ella no era mujer. Otro suceso fue el de Alexander, un chico trans que salió a comprar alimentos y un vigilante de la tienda Ara no le permitió entrar, llamándolo femenino y diciéndole que ese 17 de abril era el día para que salieran hombres, y él, según su cédula, era una mujer. Otro caso, el de dos mujeres trans que estaban comprando alimentos en la tienda Metro y fueron obligadas a salir por dos oficiales de la Policía Nacional que argumentaban que ese 26 de abril era un día para que salieran las mujeres, y ellas, según su cédula, eran hombres”. 

Por otro lado, por los días en que estuvo vigente la medida, se hicieron evidentes algunos casos de violencia contra personas LGBTIQ+ que involucran a miembros de la Policía Nacional. Por ejemplo, un grupo de trabajadoras sexuales trans denunciaron haber sido agredidas con bolillo y haber sido perseguidas por varias cuadras con motocicletas y patrullas como si se tratara de una cacería, según relató Juli Salamanca, directora de comunicaciones de la Red Comunitaria Trans; para ella, “la medida puso en riesgo la vida de las personas transgénero, dejándolas en manos de sus mayores agresores: la policía”. A pesar de que esta institución tiene como labor encargarse de la seguridad pública, ha sido responsable, según esta misma organización, de los daños que las mujeres trans han sufrido, tanto en el pasado como en el presente, lo que invita a cuestionar la formación que reciben uniformados sobre los derechos de las personas homosexuales. 

Protestas debido a los abusos policiales contra una mujer en el Metro de Medellín. Foto en Twitter de @redcomunitariat / VANGUARDIA.

Este panorama, agudizado recientemente por la pandemia del COVID-19, ha aumentado el número de casos relacionados con el suicidio dentro de miembros de esta comunidad. Desde el ámbito de la salud, el suicidio es producto de un trastorno de personalidad llevado al extremo (como la ansiedad, la depresión y la impulsividad, entre otros), es por esto que las personas que presentan este tipo de alteraciones deben recibir apoyo psicológico y acompañamiento de sus familiares y su pareja sentimental. Según el informe Estrés, salud y bienestar de las personas LGBTQ+ en Colombia (2020), que tuvo como objetivo proporcionar una visión integral del conocimiento básico en salud y bienestar de la población LGBT colombiana, el 72% de los encuestados reportaron al menos un malestar psicológico moderado. El 55% de las personas LGBT reportó que había tenido pensamientos suicidas a lo largo de su vida y uno de cada cuatro (25%) había intentado suicidarse al menos una vez. Las mujeres bisexuales (33%) y las personas transgénero (31%) tuvieron una tasa más alta de intentos de suicidio y una de cada tres personas informó que intentó suicidarse al menos una vez. 

Sandra Rodríguez, pedagoga infantil, señala que “los jóvenes que están empezando a entender y a concebir que su condición de sexualidad es real, pero es completamente rechazada por el entorno en el que conviven, experiemntan fuertes depresiones en sí mismos; lo que conllevara a conductas que pueden inducir al suicidio. Las personas, incluidos los padres de familia, maestros, compañeros de trabajo, etc., condenan la identidad sexual y por eso las personas comienzan a sentirse rechazadas por la sociedad y a tener unos desenlaces fatídicos”. Sin embargo, esto no es tan evidente hasta que el dolor psicológico es demasiado profundo. 

En la actualidad, todavía los padres experimentan dificultades para aceptar la identidad de género de su hijo o hija, lo que conlleva a una etapa de transición, donde se mezclan la confusión y la angustia. Muchos de ellos se cuenstionan si el “problema” de su hijo o hija radica en la educación que le dieron o en lo que dejaron de hacer como cuidadores, no obstante, no hay pruebas que demuestren que la homosexualidad sea el resultado de un error en la crianza o de la educación. Hay padres que entienden y aceptan a sus hijos desde el principio y, a su vez, hay quienes tienden a sentir tristeza, desilusión o incapacidad por aceptar la orientación de su hijo o hija adolescente, ya sea por sus creencias religiosas o personales. Esto resulta una limitación para las personas homosexuales, bisexuales, transexuales o transgénero, que les impide enfrentarse a los prejuicios y estereotipos de sus seres queridos y ser sinceros sobre su orientación sexual. 

Como una estrategia para combatir la homofobia, escuche a continuación las experiencias educativas que afectan constantemente a niños y niñas trans:

María Camila Romero, especialista en psicología clínica infantil de adolescente y familia, afirma que “lo principal es desmitificar la conciencia cultural y las enseñanzas ancestrales de que solamente existen dos bandos: hombre y mujer. Además, para combatir la homofobia desde las escuelas, lo primordial es impedir malas informaciones e interpretaciones que radiquen desde casa, y que van cogiendo fuerza en las interacciones de las escuelas en ese voz a voz. La apertura necesaria a esos diálogos pedagógicos conscientes permiten contribuir a la formación asertiva y respetuosa de la sexualidad”. 

Dentro de este marco, es necesario considerar las herramientas necesarias para el apoyo de la infancia y la adolescencia trans, teniendo en cuenta que la transfobia es una forma de violencia, que promueve la estigmatización y la exclusión social. Los jóvenes que desde pequeños no encuentran una concordancia entre su identidad de género y sus genitales, necesitan del apoyo familiar, ya que esto puede tener un impacto  positivo en su salud física y mental, fortaleciendo así su autoestima y el autocuidado. La política pública y el contexto educativo debe inculcar no solo una sexualidad sana, acompañada de factores de protección, que den lugar a diálogos constructivos y sin juicios, también debe dar a conocer los derechos de la comunidad LGBTIQ+ para prevenir y visibilizar los abusos cometidos en su contra.

Las marchas del orgullo en todo el mundo han visibilizado la diversidad y ha sido también una plataforma de denuncia para quienes han sido omitidos del marco normativo por su orientación sexual. En estas movilizaciones, quizá los miembros más visibles son las Drag Queen, o “Reinas de la Noche”, por su traducción al español. Se trata de personas que rompen todos los esquemas, y que con su apariencia construyen su propio performance. Pueden ser homosexuales, bisexuales o de cualquier orientación sexual; ahí radica su autenticidad y su belleza. 

A menos de un día para el estallido feminista nacional: 25N. Foto de la Red Comunitaria Trans.

Un ejemplo concreto es el de Said, un hombre gay que participa en varios eventos de Drag. Asegura que para sentirse libre de expresar su orientación sexual, influyen demasiadas cosas sobre su desarrollo, entre ellas la música de Lady Gaga y la difusión en medios de personas que se sentían como él. “Cuando tenía 13 años, por medio de la red social, Facebook, visualicé un vídeo muy corto sobre un grupo de Drag Queen, desde ahí supe qué es lo que quería ser y para dónde iba, me siento libre por lo que he construido durante mi vida”. Esto, contrario a lo que los más ortodoxos podían pensar, no interfiere en la percepción que tiene de sí mismo ni sobre su identidad sexual. “No me identifico como una chica, soy abiertamente gay”, dice.  

De manera que la aceptación pública, al menos hacia algunos referentes LGTBIQ+, ha impulsado cambios importantes en la sociedad, pero es indiscutible que hacen falta transformar las instituciones y las políticas públicas para garantizar a las personas homosexuales el bienestar que merecen como seres humanos.  

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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