Violencias que marcaron cuerpos que gritaban libertad

La Comisión de la Verdad en su ardua labor de esclarecer lo sucedido durante el conflicto armado en Colombia, tiene como fin darle un reconocimiento a la dignidad humana a esos millones de personas que casi lo pierden todo, desde vidas, hasta su propia identidad. Es así como en el capítulo La verdad es Arcoíris, busca honrar la memoria de la comunidad LGBTIQ+, que por sus siglas traduce: lesbiana, gay, bisexual, transgénero, transexual, travesti, intersexual y queer. El + del final se añade para incluir los demás colectivos que no están representados en las siglas anteriores. La gran mayoría de identidades mencionadas sufrieron la guerra de alguno u otro modo.

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La Comisión de la Verdad, tal como lo explica en su misión, busca el esclarecimiento de los patrones y causas explicativas del conflicto armado interno, prioriza el derecho de las víctimas, promueve el reconocimiento de lo sucedido y ayuda a sentar las bases para la no repetición. Es así como el capítulo 6 busca abrirle un espacio de reconocimiento y valentía a toda la comunidad LGBTIQ+, que por tantos años tuvieron que vivir en carne propia todo tipo de atropello y violencia por parte de la sociedad colombiana en general.

El rechazo o estigmatización a la comunidad LGBTIQ+ ha sido notable y repetitivo desde antes que empezara la República de Colombia. Según el informe, cuando los españoles llegaron al territorio colombiano no solo se enfocaron en extraer riquezas, también se concentraron en la imposición de ideas a través de la religión católica. En los documentos hallados en el Archivo General de Indias Español, se presentaron procesos penales hacia algunos ciudadanos por el delito de pecado nefando ya que se consideraba en contra de la moral, refiriéndose a las prácticas sexuales o afectivas entre personas del mismo sexo.

La situación fue la misma por varias décadas, siempre existió rechazo y discriminación hacia las prácticas diferentes a la heterosexualidad, no fue hasta 1837 que se tuvo un código penal que no incluía la sodomía o pecado nefando como un delito. Sin embargo, a mediados del siglo XIX surgieron nuevas discusiones que llevaron a la criminalización de estas personas.

Si bien para este momento cada vez más personas se unían a la comunidad debido a la aparición de movimientos sindicales y estudiantiles, la criminalización y persecución hacia las personas LGBTIQ+ se intensificó en Colombia aproximadamente desde el año 1957. Durante lo que se conoce como la primera fase de la violencia en el país, la policía irrumpía en bares clandestinos, torturaba y maltrataba a las personas gay, lesbianas y transexuales bajo la sospecha de que colaboraban con la guerrilla. Es así como nace un tipo de agresiones particulares dentro de la violencia que sufrió el país hasta el día de hoy.

Créditos: Capítulo 6 Informe Final - Comisión de la Verdad. Pág 232

Cuerpo que desarma el género

Los cuerpos de las personas LQBTIQ+ que sufrieron el machismo en su máxima expresión, tuvieron que vivir con la violencia propiciada por grupos paramilitares, guerrillas, ejército. Recibieron violencias sexuales y reproductivas, torturas, homicidios selectivos, esclavitud con y sin fines sexuales, secuestro, amenazas, desplazamientos y desapariciones forzadas, pisoteando por completo la libertad de expresión, con el fin principal de exterminarlas. Y en otras situaciones con el objetivo de obtener información.

A pesar del machismo, del patriarcado, de la misógina tan preponderante en el territorio nacional, la comunidad LQBTIQ+ encontró en su dolor un símbolo de resistencia para enfrentar todo tipo de discriminación y abuso cometido por parte de todos los actores involucrados durante el conflicto armado.

Irene Mujer transexual de Chaparral (Tolima) dio a conocer esta expresión de lucha: «Cuando vivía en Bogotá, yo tenía mi maricada, pero era como mi secreto». Ya cuando me vine para acá dije «quiero salir del clóset, no quiero seguir guardando más este secreto en mi vida». Yo aparentaba que era un hombre, pero no, yo dije: «Yo no quiero seguir más con esto, Dios sabrá, y si la gente me quiere calumniar, pues que me calumnie y que me digan lo que quieran, me da igual».

Cuerpos que amaron sin clóset

Las personas LQBTIQ+ dejaron sus miedos, y salieron del clóset, decidieron ser lo que su corazón sentía, lo que su interior les decía. Muchos de los afectados por un tiempo tuvieron que fingir relaciones heterosexuales como es el caso de Evans, hombre trans de la Comuna 13 de Medellín, quien por varios años sostuvo una relación con una mujer.

Otros contra todo pronóstico optaron por refugiarse en el amor con personas de su mismo sexo, enfrentando a las oposiciones que cuestionaban su relación, a pesar del miedo y de colocar sus vidas en riesgo decidieron luchar contra cualquier tipo de amenaza o persona que les impidiera amar de forma natural. Como en el caso de Paloma y Yolanda, una pareja lesbiana del Valle del Cauca quienes vivieron en carne propia la sentencia de muerte de un jefe paramilitar, según él: «eran un mal ejemplo para los niños», les dio 24 horas para que salieran del pueblo, o si no las mataban.

La Comisión logró esclarecer que muchas veces las resistencias de estos cuerpos se tuvieron que hacer en silencio, ocultas, detrás de un closet que no dejaba abrir sus puertas, que no permitía amar ante los ojos de una sociedad completamente ciega. Muchos otros tuvieron que negociar su libertad con el fin de sobrevivir, negando su homosexualidad, o identidad de género. Esto ante las imposiciones de roles establecidos que dejaban bien claro los actores armados y una sociedad homofóbica en general.

Si eras hombre te tocaba actuar con los pantalones bien puestos, con una voz masculina, con un corte de cabello natural. Así sin levantar sospecha alguna de lo realmente la comunidad LGBTIQ+ deseaba expresar. Así lo expresó Jennifer, activista que lleva desarrollando esta labor hace más de 10 años:  «Tuve que hacer un acuerdo con el jefe paramilitar, con el de la guerrilla, con el comandante de Policía y del Ejército, y mostrar una compostura que a ellos les convenga. Si yo no cumplo eso, me dan dos o tres horas para salir del pueblo... esto se tiene que saber, no soy la única».

Créditos: Capítulo 6 Informe Final - Comisión de la Verdad. Pág 243

El cuerpo como expresión de libertad

El arte se considera el medio más puro de expresión que tiene el ser humano y fue precisamente este el que brindó mayor libertad de expresión a la comunidad LGBTIQ+, sin embargo, fue un proceso complejo. Cuando hablamos anteriormente de la decisión progresiva de las personas en cuanto a la incorporación a esta comunidad, podemos ver a profundidad cómo se desarrolló a través de los testimonios presentados por el Informe de la Comisión de la Verdad.

Desde 1970 se empezaron a concentrar los colectivos de la comunidad en las diferentes zonas del país, lo que en la época causó el exilio de varios de ellos. Yamila una mujer trans, manifestó a la Comisión de la Verdad: «Empezamos a salirnos de los bares, aun cuando recibimos agresiones. Después dijimos: “No más bares. Tenemos que salir al espacio público, a hacer performance en la calle”». Sin embargo, aún seguían sufriendo agresiones por parte de las autoridades y la gente del común.

La discriminación por parte de la sociedad colombiana hizo que la comunidad LGBTIQ+ empezará a desarrollar estrategias de resistencia colectiva, que permitirían defender sus libertades sexuales. «Como te dicen las historias [...] cuando estás sentada con la persona ahí, y te cuenta todo lo vivido, vez que ella no sabe cómo ejecutar, porque no confía en la Policía, en la Fiscalía; no confía en las instituciones del Estado. De una u otra manera, en ese momento, cuando las mujeres se levantaron, cuando las organizaciones sociales comenzaron a conformarse y a luchar por los derechos, faltaban las organizaciones de las maricas, las lesbianas, las travestis, que tomaran el liderazgo en un territorio tan marcado. Entonces tenía que haber alguien que se pusiera al frente de todas esas situaciones y las afrontara».

Las expresiones a partir del arte implican el uso de su cuerpo, es acá donde empiezan a aparecer los primeros reinados, entre el 2000 y el 2015. La danza, el arte, la música y el teatro fueron puentes de expresión para la comunidad que además fue víctima de violencia en Colombia, Junto a otras víctimas del Urabá antioqueño, el sur de Córdoba, los Montes de María y Tumaco, la Vigorosa se ha esmerado por cantar las violencias que padecieron, sus sentimientos y pensamientos, para transformar los imaginarios que la guerra impuso en los territorios.

Créditos: Capítulo 6 Informe Final - Comisión de la Verdad. Pág 293

Para las víctimas de la violencia que además pertenecían a esta comunidad, significó una forma de afrontamiento de las situaciones que vivieron, pues encontraban apoyo emocional y empezaron a conformar una identidad colectiva que permitió mayor libertad, participación y sobre todo reconocimiento como víctimas de una violencia diferente. «Y aquí estamos trabajando día a día por mi comunidad LGBT para sacarla adelante, para mostrar que somos personas con capacidad de trabajar, de amar, de querer, de salir adelante. Fuimos atropellados por la violencia, tenemos muchos desaparecidos, pero hoy en día estamos aquí los que hemos resistido, y aquí estamos para darle mucho más a Colombia y aportar positivo».

La persecución, dejó serios problemas en las víctimas, principalmente en su construcción de identidad de género, tanto psicosocial como físicamente (marcas imborrables). El atropello constante provocó angustia y miedo, lo que llevó a muchos a ocultarse en un cuerpo ajeno, unas identidades limitadas a los cánones impuestos por los victimarios hicieron que, por ejemplo, homosexuales y bisexuales establecieran relaciones heterosexuales, también que Las personas trans frenaran sus tránsitos de género. En igual medida, desarrollaron sentimientos de culpa por su diversidad, lo que desencadenó ideas o intentos de suicidio, depresiones y pérdida de motivación por la vida. Pero también las personas LGBTIQ+ asumieron diferentes formas de enfrentar las violencias expuestas. La Comisión destacó las organizaciones, las redes de apoyo y el activismo como lugares de afrontamiento indispensables para numerosas víctimas. El encuentro y la juntanza con pares fue clave para sobreponerse a las secuelas de la guerra y continuar la vida. La comunidad LGBTIQ+ se ha convertido en un símbolo de resistencia que (re)existieron en el conflicto, (desarmaron) el género, salieron del clóset para vivir la sexualidad «no deseada», crearon arte y cultura, encarnaron roles no tradicionales de maternaje y paternaje, se mimetizaron y callaron para no morir, retornaron a sus territorios, han elaborado sus propias memorias y conformaron cuerpos colectivos y políticos que construyen paz, y sobre todo que dejan un mensaje profundo para la no repetición.

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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