Desigualdad, un río turbulento que no apacigua sus aguas

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Desigualdad, un río turbulento que no apacigua sus aguas
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Lunes, Mayo 2, 2022
En el artículo semanal acerca de la situación del Covid-19, preparado por Carlos Eduardo Rivera Rodríguez, docente en Modelamiento de Proyectos de la Especialización de Gerencia Financiera de Utadeo y que esta semana llega al artículo 100, se presentan algunas de las conclusiones de Amnistía Internacional sobre el inevitable desastre de la desigualdad en el mundo que hizo palpable la pandemia de Covid-19, y cómo a pesar de intentos por suavizar la situación, la inercia de la desigualdad global impide que la situación así como el caudal de un río turbulento no amaine sus aguas.

Amnistía Internacional es un movimiento independiente en ideología política, interés económico y credo religioso, la integran personas que trabajan en pro del cumplimiento de los derechos humanos; recientemente fue publicado el informe anual [2.021/22] sobre la situación en el mundo, en dicho informe la Secretaria General Agnès Callamard, destacó: “Tras la pandemia de COVID-19 quedaron un poco más que palabras huecas, las esperanzas de cooperación global se desvanecieron ante el acaparamiento de vacunas y la avaricia empresarial. Se esperaba que el 2.021 fuera un año de cura y recuperación, y en cambio se convirtió en tierra de cultivo de una desigualdad más profunda y una mayor inestabilidad”. 

Se presentan en este artículo algunas conclusiones del informe, relativas a “Salud y desigualdad” en lo que corresponde al Covid-19, dicho informe se basó en las cifras a término del 2.021 y para efectos de este artículo se presentan al corte del cierre del 28 abril, las cuales son tomadas de diversas fuentes como ourworldindata.org & worldometers.info: 

  • A nivel global, las vacunas abrigaron la esperanza de acabar con la pandemia, que a la actualidad ha cobrado al menos 6,25 millones de vidas, aunque desde distintos puntos del planeta se tienen estimaciones de un número de muertes dos o tres veces superior.
  • Muchos gobiernos se comprometieron a apoyar una cobertura global de vacunación, esta ha alcanzado el 65,2% de la población inoculada con al menos una dosis. Para Amnistía Internacional, tanto el G7 como el G20 formularon compromisos importantes, sin embargo, pese a los esfuerzos de algunos gobiernos, la cooperación internacional fue en buena parte un fracaso.
  • Los países de ingresos altos acumularon millones de dosis más de las que necesitaban, al punto que algunos podían vacunar entre tres y cinco veces a toda su población, y este aspecto refleja que únicamente a hoy el 15,3% de la población con bajos ingresos ha recibido al menos una dosis.
  • La desigualdad de vacunas a nivel mundial exacerbó aún más la injusticia racial; la población total africana presenta la tasa más baja de vacunación entre todos los continentes, para el mes que termina, escasamente el 21,81% de la población total africana tiene al menos una dosis, una diferencia abismal respecto del objetivo del 40% fijado por la OMS para el fin de 2.021. Esta desigualdad fue palpable desde las casas farmacéuticas Pfizer - BioNTech y Moderna que percibieron ingresos en el 2.021 de hasta 54 mil millones de dólares, y sin embargo suministraron menos del 2% de sus vacunas a países de ingresos bajos. Los registros sobre distribución de Johnson & Johnson fueron mejores: el 50% de sus existencias llegaron a países de ingresos bajos y medianos bajos, aunque muchas de estas dosis se suministraron como “donaciones” de países de ingresos altos y no como parte de los contratos de venta.
  • Con respecto a América Latina & el Caribe [ALC], donde se ha llegado a 1,29 millones de muertes [21% del total mundial], cifra que Amnistía Internacional califica de desproporcionada al compararse con otras partes del mundo, dado que esta región cuenta con el 8,4% de la población mundial; al respecto, concluye Amnistía Internacional que los países con más desigualdad y menos gasto público en salud y protección social fueron los que más sufrieron durante la pandemia, y que los efectos más devastadores recayeron en los grupos históricamente marginados. Las políticas públicas basadas en derechos humanos son vitales para evitar futuras calamidades en una región como ALC considerada la que presenta la mayor desigualdad social y pobreza del mundo, y en los últimos decenios, que han tenido épocas de expansión económica, los gobiernos no han recaudado suficientes ingresos por impuestos para combatir la desigualdad, en los países de la región se ha tenido un inevitable  escaso gasto en servicios de atención de la salud y protección social, incluidos desempleo, pensiones y apoyo a la infancia, elementos que para Amnistía Internacional son indispensables para una vida digna de las personas.
  • Entre los indicadores que soportan las desigualdades en la región de América Latina & el Caribe con 665 millones de personas [Cepal, 2.022], acorde a lo indicado por Amnistía Internacional están:
    • 16 millones de personas se encuentran en pobreza extrema
    • 21 millones de personas viven con inseguridad alimentaria severa
    • 44 millones la pasan con inseguridad alimentaria
    • El 30% de la población se encuentra sin acceso a salud pública
    • Cerca del 60% de los niños y niñas que perdieron un curso escolar completo en el mundo estaban en la región
    • En 2.019, el 20% de las personas más ricas de la población en la región concentraba casi la mitad del total de ingresos, mientras que el 20% más pobre disponía de menos del 5% de ese total
    • El 1% de las personas más ricas de la región concentra casi la cuarta parte del total de ingresos
    • En 2.019, el 30% de los hogares de la región eran considerados hogares hacinados y el 50% de los hogares de personas que vivían en la pobreza tenían condiciones de hacinamiento
    • Menos de un tercio de los hogares vulnerables tienen acceso a un computador en casa
    • Los países de América Latina y el Caribe pierden anualmente 40.100 millones de dólares estadounidenses debido a fraude tributario de las empresas, con los ingresos que se han perdido en los últimos 10 años, la región podría haber garantizado el acceso a agua potable de 492.632 personas o haber impedido la muerte de 42.281 niños y niñas.

En conclusión, finalizando el mes de abril el Covid-19 ha dejado al mundo al menos una incidencia de 512,10 millones de casos, letalidad [6,25 millones de muertes], recuperación [465,88 millones de pacientes], casos activos [39,96 millones], vacunación [11,57 billones de dosis], o para nuestro país [6,09 millones de casos, 139,78 mil muertes, 5,92 millones de recuperados, 2.513 casos activos y 82,63 millones de vacunas inoculadas], no solo han sido indicadores de pandemia, también han salido a relucir indicadores de desigualdad y pobreza, como los presentados en el artículo, y una terrible realidad, la desigualdad no amaina, cada vez la nube sombría sobre las poblaciones marginadas y desprotegidas es más grande y oscura.

Se cierra este artículo #100 con la afirmación de la Directora para las Américas de Amnistía Internacional, Erika Guevara Rosas:  “Promover la igualdad no significa tratar a todas las personas del mismo modo, la situación actual de América Latina es el resultado de cientos de años de injusticias coloniales que implican que a determinados grupos se les han negado histórica y sistemáticamente sus derechos; y es que mientras los países se recuperan de la pandemia, los gobiernos deben hacer frente a esta situación adoptando un enfoque de igualdad sustantiva y medidas de acción afirmativa”. Y en una reflexión al respecto, y con la realidad de la fragilidad humana que nos mostró el Covid-19, promovamos la igualdad, cuidándonos entre todos, cuidémonos como prójimo que somos y si nuestros dirigentes en medio de una ola mundial de desigualdad social nos disponen medios para nuestro cuidado y nuestra salud, usémoslos, y esto no es más que asumir la vacunación con una gratitud infinita.

Descarga aquí el cuadro que detalla la actual situación en Colombia.

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