La historia, como muchas otras, empezó cuando dos o más personas decidieron trabajar juntas. En este caso, un grupo de profesionales se aventuraron a llevar sus conocimientos a otras latitudes con el fin de generar proyectos sostenibles que sirvieran a comunidades locales.
¿Muy bueno para ser verdad? Con el apoyo de empresas que ayudan a financiar los proyectos ganadores y profesores en diferentes países que se suman a la iniciativa y la hacen sostenible, aún hoy, cuatro años después de su fundación, una de las premisas del Impact Week es la colaboración.
Hablamos con María Camila Lombana, diseñadora estratégica de SAPlabs en Berlín y una de las iniciadoras del Impact Week, quien nos contó cómo empezó esta idea y por qué decidieron venir a Bogotá.
En tus palabras, ¿qué es el Impact Week?
El impact week es una semana en donde se enseña el pensamiento de diseño para estudiantes, en el que los mismos estudiantes nacionales buscan soluciones propias de emprendimiento dentro de la nación, sin tener la necesidad de importar necesidades que no son necesariamente óptimas para el desarrollo sostenible local. Si uno le enseña estas herramientas a la gente, no se necesita comprar servicios a los que nosotros tengamos que adaptarnos.
¿Cómo empezó este proyecto?
El Impact Week es una iniciativa privada que empezó hace cuatro años por unos profesionales alemanes. Ellos tenían la idea de ir a Kenia, porque tenían unos contactos allá, para empezar a enseñar y mostrar el tema del Design Thinking en una universidad. Se fueron, empezaron y les fue bien. Cuando volvieron, se dieron cuenta que era una buena iniciativa y dijeron “hagámoslo un poco más sostenible” y adicionaron una semana más.
Antes el Impact Week era solo lo que está pasando ahorita en la Tadeo (grupos de estudiantes trabajando en problemas locales), y se adicionó otra semana que se llama Train the Trainer, en donde se entrenan a profesores para que se cree cierto tema de sostenibilidad en diferentes lugares. Porque si los profesores ya entienden cómo funciona este proceso, entonces ellos también le pueden enseñar a los estudiantes y eventualmente no se necesita traer coaches internacionales para que siga funcionando el evento.
Después de eso, volvieron a Kenia, Nairobi, a la universidad en la que estaban y en el tercer año dijeron “esto está funcionando, por qué no lo escalamos”. Ahí entré yo y propuse que los trajéramos a Bogotá, porque en Colombia en ese momento se vivía cambio en la sociedad, se estaba hablando del proceso de paz, que valdría la pena integrarlo y mapearlo. Mostrar que, a pesar de que hay gente que no cree en el proceso de paz o que sí cree, que eso es justamente lo que en la innovación social se necesita, ese conflicto para poder armar innovación. Lo trajimos, se lo presentamos a Utadeo y les gustó mucho el tema.
¿Por qué escogieron Bogotá? Si uno habla de innovación por lo general piensa en Medellín…
Bogotá sigue siendo la capital, es el núcleo educativo colombiano, es donde están las instituciones políticas, donde están los recursos para poder empezar iniciativas como estas. Está dentro de nuestras ideas regionalizar el Impact Week, justamente porque estamos hablando de desarrollo regional, entonces sería bueno llevarlo a otras partes de Colombia. Sin embargo, tocaba empezar por una cuestión estratégica.
¿Qué hay de nuevo este año?
Este año hay dos temas que se cambiaron. El año pasado se mapearon los temas más relevantes del proceso de paz, teníamos educación, turismo y desarrollo regional, temas que son muy importantes para el desarrollo de la paz. Pero este año, decidimos cambiar unos de los elementos, porque hay otras necesidades, claramente. Y el diseño de este evento permite esos cambios, esa flexibilidad. Entonces este año se introdujo el tema de movilidad que es un problema y una necesidad muy grande y el tema de salud pública.
Conservamos el tema de la educación, porque además estamos dentro de una institución educativa, y tenemos desarrollo regional, que es un tema demasiado relevante para el mantenimiento sostenible del país. El tema de comercio justo, por traer sostenibilidad económica en el campo colombiano.