Sergio Escobar, el tadeísta detrás del éxito en inversión extranjera de Medellin durante el 2017

Sergio Escobar, el tadeísta detrás del éxito en inversión extranjera de Medellin durante el 2017

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Sergio Escobar, el tadeísta detrás del éxito en inversión extranjera de Medellin durante el 2017
Miércoles, Marzo 7, 2018
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La vida de este egresado de la carrera de Diplomacia en 1988 ha estado ligada al mundo de la cooperación internacional y la inversión con impacto social. En su gestión como director ejecutivo de ACI Medellín, cargo que ocupó hasta febrero de este año, se destaca el crecimiento significativo en inversión extranjera directa en Medellín, ciudad que pasó de 211,60 millones de dólares en 2016 a 372,72 millones de dólares en el año 2017. En la foto, el egresado se encuentra en la entrada que, para la época, era la principal.
Fotografía: Alejandra Zapata - Oficina de Comunicación

Medellín alcanzó un crecimiento significativo en la inversión extranjera directa, al pasar de 211,60 millones de dólares en 2016 a 372,72 millones de dólares en el año 2017. El hombre detrás de este logro es un tadeísta. Se trata de Sergio Escobar Solórzano, quien hasta febrero de este año se desempeñó como director ejecutivo de la Agencia de Cooperación e Inversión de Medellín y el Área Metropolitana.

Y es que este egresado de la carrera de Diplomacia (hoy programa de Relaciones Internacionales) en 1988 supo desde un principio que lo suyo era la búsqueda de inversores con impacto social, así como la cooperación internacional. Antes de graduarse, Escobar ya ejercía como diplomático en el exterior, en Italia, razón por la que no pudo recibir su título profesional, así que sus padres lo hicieron por él. Sobre eso recuerda precisamente una anécdota muy curiosa, pues su padre pronunció el discurso de grado refiriéndose a él como “el hijo ausente”, situación que fue interpretada por el auditorio como si se tratara de un estudiante fallecido.

De su paso por la Universidad, recuerda la rigurosidad de la academia, y de la existencia de profesores inspiradores como lo era el caso del historiador Armando de la Torre, así como de funcionarios de la Cancillería para la época, que lo encaminaron por el derecho diplomático y el derecho consular. Pero la vida universitaria también fue para disfrutar la amistad, amores y desamores.

De sus 19 compañeros de clase, fue el único que decidió aceptar el reto de trabajar en la Cancillería, pese a las quejas por los bajos salarios que allí se ofrecían para la época. Sin embargo, considera Escobar, este fue su trampolín para ejercer su carrera: “Estudiar esta carrera te permite casi que ser multifacético porque es trasversal. En la diplomacia yo manejé temas culturales, de cooperación, políticos, consulares, comerciales y financieros. La Universidad me brindó unas muy buenas bases, que posteriormente yo reforcé con cursos académicos en otras instituciones y lugares del mundo”, destaca el tadeísta.

Escobar escaló varias posiciones en el Ministerio de Relaciones Exteriores, ocupando importantes cargos en embajadas. También tuvo la oportunidad de estar vinculado con Procolombia, cuando aún se llamaba Pro-Export, allí ocupó el cargo de director de la Oficina Comercial y posteriormente como director de la oficina en México, logrando importantes acercamientos en materia de comercio exterior entre el país centroamericano, Estados Unidos y Colombia. Desde el 2016 y hasta el 2018 fue el director ejecutivo de ACI Medellín, entidad gubernamental que maneja los temas de cooperación, inversión y relaciones externas de la capital antioqueña. Actualmente es estratega en relaciones internacionales en Americas Global Alliance en Estados Unidos.

En entrevista con Utadeo, el diplomático tadeísta evocó su paso por la Universidad, así como las herramientas que Utadeo le brindó en su ejercicio profesional.

 

¿Qué lo motivó a estudiar diplomacia?

Yo siempre tuve en mi cabeza que quería estudiar diplomacia y que esa iba a ser mi vida profesional. En aquella época las normas de ingreso en la cancillería eran un poco más flexibles de lo que son hoy. Yo aplacé mis estudios en Utadeo durante un año y me fui a estudiar una especialización en Diplomacia en Brasil, y cuando regresé, el compromiso de los gobiernos brasileño y colombiano era que yo ingresara a trabajar automáticamente a la Cancillería, entonces por eso es que empecé a trabajar, aún cuando me faltaban dos semestres para terminar mi carrera de pregrado. Fue un esfuerzo grande porque tenía que trabajar de día y estudiar de noche, pero lo logré.

 

Si tuviera la oportunidad de hablar con alguna persona que desea estudiar Relaciones Internacionales, ¿usted qué le diría? ¿Qué aportes le brindó la Universidad en su formación como profesional y persona?

A mí me aportó muchos conocimientos básicos, creo que toda universidad lo debe hacer y lo hace, pues de alguna manera lo encarrila a este mundo que cada vez está más globalizado. Sin embargo, como profesional uno debe buscar más conocimientos, como por ejemplo el idioma. Yo tuve clases de inglés y francés en la Universidad, pero debe ponerse en práctica de otras maneras. La universidad te ayuda a definir si efectivamente este campo internacional es tu medio, y si lo es, prepararte lo suficiente para que puedas seguir a una siguiente etapa, que puede ser la carrera diplomática en nuestro país o una carrera en un organismo internacional.

 

Usted fue testigo de muchos de los cambios de la Universidad. ¿Cuáles recuerda eran sus lugares favoritos a la hora de compartir con sus amigos?

Bueno en esa época se estudiaba en la noche, por lo tanto teníamos clase desde las 6 de la tarde hasta las 10 de la noche. El frío era intenso, hubo momentos en los que jugué voleibol en los campeonatos que se hacían en la cancha. El otro lugar al que íbamos era la cafetería pero no nos gustaba mucho al final de la noche porque ya estaba prácticamente con muy poco alimento, así que salíamos a la calle a comer en un carrito, en el que vendían unas arepas deliciosas y era como el punto de encuentro.

Allí hablábamos mucho del barrio donde estaba la Universidad, un barrio que para algunas personas era tenebroso. Para mí era diferente, yo nunca sentí miedo, nunca me pasó nada, pues siempre lo consideré un barrio agradable. Pasé unos años felices aquí, conocí gente, algunos de ellos aportaron mucho a mi vida personal y profesional, cada uno en su tema. Recuerdo que a los profesores les aplicábamos lo que era el cuarto de hora, es decir que si a los 15 minutos no llegaban nos íbamos, y siempre tuvimos un buen ambiente de estudio en aquella época, aunque ya veíamos los problemas de inseguridad que generó el narco terrorismo en las décadas de los ochentas y noventas.

 

Y ahora que volvió a la Universidad, ¿cómo la ve?

Bueno, veo primero que todo el barrio muy cambiado. Eso me gusta, de que la Universidad ha invertido en logística, edificios nuevos y más modernos, han ampliado programas académicos, y eso también me parece muy interesante. Siempre tuve mucha admiración por la Universidad porque trabajaba unas carreras profesionales que no eran muy comunes en la época como Comercio Exterior, Publicidad, Diplomacia o Biología Marina, áreas en las que la Universidad ahora es líder. También recuerdo con mucho cariño al Museo del Mar y me encantó ver que abrieron nuevos espacios para los estudiantes. Veo a una Universidad amigable, que ayuda en el proceso de desarrollo de su propia imagen y de la ciudad.

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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