Esta aproximación era novedosa en los años setenta e hizo que surgiera una exploración profunda del break. Es decir, dejó de importar qué tipo de música fuera, qué artista o qué canción: si tenía un buen break podía entrar dentro de esta nueva sintaxis musical. El break tomó el papel protagónico; y canciones, bandas, discos y géneros musicales, pasaron a un segundo plano; otro paso importante en la transición de consumir a producir música (a partir de música previamente grabada y empaquetada para su consumo). La consecuencia fue que se comenzó a generar un gran conocimiento respecto a los breaks: dónde estaban, cuáles eran los mejores. No es cualquier cosa: es una tradición oral, que ahora es global, dedicada a preservar este conocimiento y es una visión de mundo que valoriza el esfuerzo necesario para encontrar breaks como una construcción de conocimiento colectivo. El hip hop es lo que surgió de satisfacer estas preocupaciones. Y este trato del break es lo que, en última instancia, permitió que el desarrollo del hip hop como un género musical llegara hasta sus últimas posibilidades.
En algún momento de los años setenta, todo este desmadre se hizo consciente y la manipulación de vinilos en tiempo real, con las técnicas del scratch y de cortar, etc., se comenzó a percibir de otro modo. Que sucediera esto, en vez de convertirse simplemente en un estilo de reproducir música, se debe a un esfuerzo consciente por comenzar a percibirlo como un arte en sí mismo por parte de los dj's y su audiencia. Y no está tan fácil, requiere una postura filosófica ante el fenómeno que sólo se explica en la colectividad y en la sincronicidad de ese momento en específico.
En particular el loop, es esta combinación entre un acercamiento afroamericano a la composición musical y el desarrollo tecnológico que permitió este modo de hacer música. Cuando un break es aisaldo de su contexto original y se repite y se repite incesantemente para crear un nuevo significado (loop), se reconcibe (tanto por el dj como por su audiencia) como circular, a pesar de que las intenciones harmónicas originalmente fueran lineares. Dicho de otro modo: las melodías se vuelven riffs. En vez de un desarrollo progresivo, el tema y sus variaciones son la composición. No se debe dejar de lado el aspecto político implícito en utilizar un disco que fue grabado de acuerdo a los estándares musicales europeos y, a través del acto del dj, físicamente forzarlo a que forme parte de una estética de composición musical plenamente africana. Es otro de los ejemplos de lo que se ha referido innumerables veces como "colonialismo a la inversa" para referirse al modo en el que culturalmente incide en la sociedad el hip hop.