Maribel Torres, una experta en el oficio de ser feliz

Fotografía: Alejandra Zapata

Por: María Alejandra Navarrete

 

Restaurar un libro es un oficio, como aprender a hacer zapatos o trabajar la joyería. Maribel Torres asume la restauración con el cuidado y la infinita paciencia que la labor exige; revive con sus manos numerosos tesoros de amantes del arte, la historia y la literatura.

De pequeña soñaba con ser diseñadora de modas, hacía vestidos y bolsitos mientras su mamá le enseñaba a leer y a escribir. A los 16 años viajó a París buscando su sueño, aunque terminó enamorándose de los libros y se convirtió en restauradora, radicándose en Barcelona.

“Desde esa época me he dedicado a la restauración de libros y documentos. Yo restauro los libros sin deshacerlos, lo hago así para conservar su integridad. Me apasionan, todos los días aprendo de los clientes y de los libros que me traen”, asegura Maribel mientras sostiene un libro en sus manos.

 

 

Maribel es hija y nieta de hacedores de oficios. Sus abuelos eran artesanos y su padre, don Álvaro Torres, hacía muebles “a gente muy importante, de mucha cultura. Eran muebles que se hacían durante meses: tocaba comprar la madera, escogerla especialmente, ponerla a secar, diseñar la silla; él los hacía, los dibujaba a mano primero”, cuenta.

En 2002 llegó de nuevo a Colombia al taller de su padre, en donde desde hace más de 55 años su familia acoge los cuadros, esculturas, muebles, libros y demás objetos preciosos que necesitan cuidado. “El piojo de las aguas”, ubicado sobre la carrera 3ra con calle 23, es reconocido como uno de los mejores talleres de restauración y marquetería de Bogotá. Es, además, uno de los vecinos de Utadeo. 

 

 
 

 

La casa de “El piojo de las aguas” es, a su vez, un tesoro de la colonia conservado en el tiempo. Aunque ha sufrido modificaciones, las vigas de madera en el techo, los marcos antiguos de las puertas y las baldosas originales de la casa dan cuenta de su belleza atemporal. Al costado norte de la estructura se encuentra el taller de Maribel.

“Esto es una disciplina -asegura-. Si te cansas no sirve, tienes que tener mucha paciencia, porque tú sabes el día que comienzas a hacer la pieza, pero no el día que la terminas. En este trabajo estás plasmando todo el cariño y el amor para estar con tus obras. Es todo un procedimiento pero es muy bonito, es de tiempo y mucha paciencia. Si tienes paciencia, puedes hacer cualquier oficio, si es rápido no lo puedes hacer”.

 

 

Maribel ha trabajado libros incunables (es decir, libros impresos en el siglo XV) y piezas muy valiosas. Estando en Francia, restauró una hoja del libro original de la Marsellesa, himno de este país, así como dos publicaciones, encontradas por un ascensorista, en donde aparecen indicaciones sobre cómo Gustavo Eiffel construyó la torre Eiffel (se trata de dos libros de 40 x 50cm y de 11.5 libras cada uno).

Para Maribel, todas las piezas que ha restaurado son importantes porque lo son también para sus clientes. Pero la más significativa para ella ha sido la obra del pintor catalán Orión Montaner. “Él era mi profesor de arte. Al morir, toda su obra quedó guardada allá en un cajoncito, estaba dañada, había sufrido toda degradación y allí es cuando empiezo a restaurar todas sus obras. Es uno de los pintores más importantes de Cataluña”, asegura.

Antes de viajar a Barcelona, Maribel ya había estado involucrada con la restauración de documentos, pues su padre (Álvaro Torres) fue uno de los fundadores del Centro Nacional de Restauración en Colombia. Cuando regresó al país, trabajó como restauradora independiente para la Biblioteca Nacional y, actualmente, le gusta aprender de sus clientes de “El piojo de las aguas” y de los libros que le traen.  

 

 

Cuando se le pregunta qué es lo más valioso del oficio que hace, sonríe y dice: “Todo, porque cada pieza es completa. Si abres un libro y ves solo texto, de pronto te encuentras con un grabadito, un dibujo, un marmosete y dices ‘ay, qué bonito, este de qué fecha será’. Algunos libros antiguos que son hechos con papel perjurado, por ejemplo, tienen el sello de agua del molino en donde fue hecho el papel. Todo es bonito y como estos libros son hechos manualmente, encuentras mucha sabiduría, todos te enseñan”.

Maribel ama la restauración y además considera que los oficios harían el mundo ‘más bonito’, por eso asegura que si todos volviéramos al oficio seríamos muy felices. En su taller, se ha dedicado al oficio de apreciar la belleza, de interactuar con las personas, de respetar la creación humana; en últimas, se ha dedicado al oficio de ser feliz.

“El oficio es todo – señala –. Con un oficio, tu vida ya está solucionada. Él te da todo para pensar, para crear, para ser mejor persona, para poder aportar lo mejor a los demás, porque en el oficio está la sensibilidad tuya, sacas todo lo que hay dentro de ti y todo lo que tú puedes dar, lo bueno y lo malo. Yo creo que eso encierra todo: el oficio te concentra, tú estás con la ilusión de hacerlo bonito, de hacerlo bien, que sea bello, no hay una competencia, yo estoy segura de que en el oficio no hay competencia… y eso hace que sea más rico”.

 
 
 

Una mirada, desde la palabras, de quien capturó a Maribel con su lente

Queda mirando al vacío para hacer memoria; nos cuenta su historia y nos muestra parte de su casa. Nos enseña de historia, arte y oficios. Nos narra pequeñas experiencias en París, Barcelona y Bogotá en los años 80. Nos revela los sueños de una joven que a sus 16 años comenzó en el mundo del arte. Maribel Torres, influenciada por los artistas de su época (Fernando Botero, Alejandro Obregón, Luis Caballero, Margarita Lozano, Tejadita y Ana Mercedes Hoyos), es restauradora de libros y trabaja en “El piojo de las aguas”, se llama así porque cuando su padre era joven iba al río San Francisco, cerca de Monserrate. Allí, todas las mujeres iban a lavar ropa y a peinarse para quitar de su cabello los piojos, cuenta Maribel con algo de risa. 

Revela su amor por los libros, resalta el valor del detalle y del tiempo en su oficio; busca, siente y trabaja todos los días porque no podría imaginar un mundo sin arte. Mujer soñadora y valiente que vive sigilosa en el centro de Bogotá, representando a millones de mujeres emprendedoras y enamoradas por lo que hacen.

Alejandra Zapata

 

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Oficina de Comunicación Utadeo

Texto: María Alejandra Navarrete

Fotografía y reflexión final: Alejandra Zapata

Desarrollo web: John Beltrán 

 

Maribel Torres, una experta en el oficio de ser feliz

Especiales
Maribel Torres, una experta en el oficio de ser feliz
Jueves, Abril 11, 2019
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Esta es la historia de una de las vecinas de nuestra universidad. Maribel y su familia han trabajo durante años en la restauración de objetos históricos, en el emblemático taller “El piojo de las aguas”.

Fotografía: Alejandra Zapata

Por: María Alejandra Navarrete

 

Restaurar un libro es un oficio, como aprender a hacer zapatos o trabajar la joyería. Maribel Torres asume la restauración con el cuidado y la infinita paciencia que la labor exige; revive con sus manos numerosos tesoros de amantes del arte, la historia y la literatura.

De pequeña soñaba con ser diseñadora de modas, hacía vestidos y bolsitos mientras su mamá le enseñaba a leer y a escribir. A los 16 años viajó a París buscando su sueño, aunque terminó enamorándose de los libros y se convirtió en restauradora, radicándose en Barcelona.

“Desde esa época me he dedicado a la restauración de libros y documentos. Yo restauro los libros sin deshacerlos, lo hago así para conservar su integridad. Me apasionan, todos los días aprendo de los clientes y de los libros que me traen”, asegura Maribel mientras sostiene un libro en sus manos.

 

 

Maribel es hija y nieta de hacedores de oficios. Sus abuelos eran artesanos y su padre, don Álvaro Torres, hacía muebles “a gente muy importante, de mucha cultura. Eran muebles que se hacían durante meses: tocaba comprar la madera, escogerla especialmente, ponerla a secar, diseñar la silla; él los hacía, los dibujaba a mano primero”, cuenta.

En 2002 llegó de nuevo a Colombia al taller de su padre, en donde desde hace más de 55 años su familia acoge los cuadros, esculturas, muebles, libros y demás objetos preciosos que necesitan cuidado. “El piojo de las aguas”, ubicado sobre la carrera 3ra con calle 23, es reconocido como uno de los mejores talleres de restauración y marquetería de Bogotá. Es, además, uno de los vecinos de Utadeo. 

 

 
 

 

La casa de “El piojo de las aguas” es, a su vez, un tesoro de la colonia conservado en el tiempo. Aunque ha sufrido modificaciones, las vigas de madera en el techo, los marcos antiguos de las puertas y las baldosas originales de la casa dan cuenta de su belleza atemporal. Al costado norte de la estructura se encuentra el taller de Maribel.

“Esto es una disciplina -asegura-. Si te cansas no sirve, tienes que tener mucha paciencia, porque tú sabes el día que comienzas a hacer la pieza, pero no el día que la terminas. En este trabajo estás plasmando todo el cariño y el amor para estar con tus obras. Es todo un procedimiento pero es muy bonito, es de tiempo y mucha paciencia. Si tienes paciencia, puedes hacer cualquier oficio, si es rápido no lo puedes hacer”.

 

 

Maribel ha trabajado libros incunables (es decir, libros impresos en el siglo XV) y piezas muy valiosas. Estando en Francia, restauró una hoja del libro original de la Marsellesa, himno de este país, así como dos publicaciones, encontradas por un ascensorista, en donde aparecen indicaciones sobre cómo Gustavo Eiffel construyó la torre Eiffel (se trata de dos libros de 40 x 50cm y de 11.5 libras cada uno).

Para Maribel, todas las piezas que ha restaurado son importantes porque lo son también para sus clientes. Pero la más significativa para ella ha sido la obra del pintor catalán Orión Montaner. “Él era mi profesor de arte. Al morir, toda su obra quedó guardada allá en un cajoncito, estaba dañada, había sufrido toda degradación y allí es cuando empiezo a restaurar todas sus obras. Es uno de los pintores más importantes de Cataluña”, asegura.

Antes de viajar a Barcelona, Maribel ya había estado involucrada con la restauración de documentos, pues su padre (Álvaro Torres) fue uno de los fundadores del Centro Nacional de Restauración en Colombia. Cuando regresó al país, trabajó como restauradora independiente para la Biblioteca Nacional y, actualmente, le gusta aprender de sus clientes de “El piojo de las aguas” y de los libros que le traen.  

 

 

Cuando se le pregunta qué es lo más valioso del oficio que hace, sonríe y dice: “Todo, porque cada pieza es completa. Si abres un libro y ves solo texto, de pronto te encuentras con un grabadito, un dibujo, un marmosete y dices ‘ay, qué bonito, este de qué fecha será’. Algunos libros antiguos que son hechos con papel perjurado, por ejemplo, tienen el sello de agua del molino en donde fue hecho el papel. Todo es bonito y como estos libros son hechos manualmente, encuentras mucha sabiduría, todos te enseñan”.

Maribel ama la restauración y además considera que los oficios harían el mundo ‘más bonito’, por eso asegura que si todos volviéramos al oficio seríamos muy felices. En su taller, se ha dedicado al oficio de apreciar la belleza, de interactuar con las personas, de respetar la creación humana; en últimas, se ha dedicado al oficio de ser feliz.

“El oficio es todo – señala –. Con un oficio, tu vida ya está solucionada. Él te da todo para pensar, para crear, para ser mejor persona, para poder aportar lo mejor a los demás, porque en el oficio está la sensibilidad tuya, sacas todo lo que hay dentro de ti y todo lo que tú puedes dar, lo bueno y lo malo. Yo creo que eso encierra todo: el oficio te concentra, tú estás con la ilusión de hacerlo bonito, de hacerlo bien, que sea bello, no hay una competencia, yo estoy segura de que en el oficio no hay competencia… y eso hace que sea más rico”.

 
 
 

Una mirada, desde la palabras, de quien capturó a Maribel con su lente

Queda mirando al vacío para hacer memoria; nos cuenta su historia y nos muestra parte de su casa. Nos enseña de historia, arte y oficios. Nos narra pequeñas experiencias en París, Barcelona y Bogotá en los años 80. Nos revela los sueños de una joven que a sus 16 años comenzó en el mundo del arte. Maribel Torres, influenciada por los artistas de su época (Fernando Botero, Alejandro Obregón, Luis Caballero, Margarita Lozano, Tejadita y Ana Mercedes Hoyos), es restauradora de libros y trabaja en “El piojo de las aguas”, se llama así porque cuando su padre era joven iba al río San Francisco, cerca de Monserrate. Allí, todas las mujeres iban a lavar ropa y a peinarse para quitar de su cabello los piojos, cuenta Maribel con algo de risa. 

Revela su amor por los libros, resalta el valor del detalle y del tiempo en su oficio; busca, siente y trabaja todos los días porque no podría imaginar un mundo sin arte. Mujer soñadora y valiente que vive sigilosa en el centro de Bogotá, representando a millones de mujeres emprendedoras y enamoradas por lo que hacen.

Alejandra Zapata

 

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Oficina de Comunicación Utadeo

Texto: María Alejandra Navarrete

Fotografía y reflexión final: Alejandra Zapata

Desarrollo web: John Beltrán 

 

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