Un iceberg que pesa más de un billón de toneladas y posee una extensión de 5.800 kilómetros cuadrados se desprendió entre el 10 al 12 de julio de la superficie de la Antártida, lo cual de inmediato encendió las alarmas de ambientalistas y gobiernos de todo el mundo, debido a las implicaciones adversas que este fenómeno podría tener en el cambio climático del planeta. El director del Departamento de Ciencias Biológicas y Ambientales de Utadeo, Andrés Franco, analizó la problemática en el periódico El Tiempo (Lea más:"La Antártida, un depósito de información sobre nuestro planeta").
Según el biólogo marino tadeísta, este fenómeno en el Continente Blanco ya había sido avistado por los científicos hace tres años, cuando algunos satélites detectaron fracturas en la superficie de la Antártica. De igual forma, no es una situación novedosa, pues desde hace 7.500 años este continente viene perdiendo hielo debido a incursiones de agua caliente provocadas por el cambio en la composición de los vientos polares.
“El calentamiento del océano es producto de las actividades naturales y humanas que han llevado a la elevación de la temperatura del aire, a cambiar su dinámica atmosférica y a que el océano absorba calor, lo cual altera las dinámicas de las corrientes, particularmente su velocidad, su dirección y la capacidad de hundimiento y de secuestrar CO2 al océano profundo”, comenta Franco.
Sin embargo, llama la atención acerca de que el Polo Sur al reunir todas las corrientes de los océanos del mundo, también alberga gran parte de la contaminación, polución y deforestación que se da en las zonas costeras y continentales.
El especialista aclaró que si bien el desprendimiento del iceberg no genera una elevación en el nivel del mar, pues este ya se encontraba en su superficie, si puede acelerar el desprendimiento de los glaciares continentales, hecho que si influiría en el ascenso del nivel de las aguas, en detrimento de las zonas costeras, aspecto que para Colombia sería grave, pues alberga en sus costas cerca de 3,4 millones de personas. Es por ello que llamó la atención del Estado y las ONG para que continúen implementando estrategias de adaptación al cambio climático, al tiempo que se despierta en la ciudadanía una conciencia ambiental nacional.
“Hacemos parte de las generaciones con el triste privilegio de ver día a día los cambios y alteraciones del cambio climático. Debemos reflexionar y cambiar”, puntualiza el tadeísta.
Lea el análisis de Andrés Franco en la versión web de El Tiempo.
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