El derecho a defenderse en libertad debería ser una generalidad y no una excepción

El derecho a defenderse en libertad debería ser una generalidad y no una excepción

Utadeo en los Medios
El derecho a defenderse en libertad debería ser una generalidad y no una excepción
Miércoles, Septiembre 30, 2020
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A propósito del debate que abrió el presidente Duque al señalar que al expresidente Uribe debiera dársele la oportunidad de defenderse en libertad, la directora del Área Académica de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales de Utadeo, Beatriz Eugenia Suárez, entre varios expertos, reflexiona sobre esta posibilidad como una garantía al debido proceso y una solución al hacinamiento carcelario.

Permitir que las personas que son acusadas de algún delito se defiendan en libertad es una discusión que, recientemente, volvió a abrirse en el país, luego de que el presidente Iván Duque saliera en defensa del expresidente Álvaro Uribe, condenando su arresto domiciliario. Bajo esa condición de que cualquier colombiano, “sea de corbata o de ruana”, pueda tener derecho al debido proceso y la presunción de inocencia, en un artículo publicado en El Espectador, la directora del Área Académica de Derecho, Ciencias Política y Relaciones Internacionales de Utadeo, Beatriz Eugenia Suárez, en compañía de los integrantes del Grupo de Prisiones de la Universidad de los Andes: María Fernanda López, Andrea Jiménez y Juan Pablo Uribe, señalan que tener la posibilidad de defenderse en libertad no solo garantizaría la efectividad del proceso, sino también calmaría uno de los grandes problemas que tiene el sistema carcelario en la actualidad: el hacinamiento.

“Este hacinamiento, que hemos descrito como la peor enfermedad del sistema carcelario, genera comúnmente todo tipo de problemas al interior de los establecimientos: falta de agua potable, falta de personal de seguridad, falencias en la prestación del servicio de salud, incremento en los casos de enfermedades contagiosas, falta de control de los internos, ausencia de tratamiento penitenciario y un largo etcétera que no alcanzaríamos a mencionar en estas líneas”, señalan los autores, citando, por ejemplo, el papel que el hacinamiento ha jugado en el contagio de Covid-19 en los centros carcelarios, al no poder darse las condiciones de aislamiento, distanciamiento social ni de protocolos de bioseguridad.

De igual manera, señalan que en Colombia el proceso penal, previo a la sentencia, ya se ha convertido en parte del castigo, pues al indiciado se le hace pasar por una serie de procedimientos que violan su dignidad humana:” los últimos seis meses fueron para nosotros una experiencia inimaginable. Fue un tiempo en el cual tuvimos que encerrarnos en nuestras casas, con un horario establecido para poder salir a respirar aire fresco o tomar el sol. Seis meses en los cuales no pudimos tener contacto con familiares y amigos que no residieran con nosotros (…) Para nosotros, los ciudadanos libres, han sido solo seis meses de confinamiento, pero para las personas que se encuentran en una cárcel esta es su vida diaria, solo que en condiciones mucho peores”.

Lea el artículo completo en el portal web de El Espectador

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