El método que volvería más efectivo el diagnóstico de Covid-19
En su más reciente columna de opinión en El Espectador, el consejero y exrector de Utadeo, José Fernando Isaza, reflexiona en torno a la eficacia de las pruebas practicadas para el diagnóstico del Covid-19, especialmente en la brecha de tiempo que existe entre la toma y la entrega de los resultados, en la medida que países como el nuestro pueden tardar en ese proceso hasta dos semanas, lo que, de acuerdo al columnista, hace que la posibilidad de reducir los contagios sea baja.
“En el país, generalmente la prueba se les toma a los que presentan síntomas y, si el resultado es positivo, a las personas de su entorno. Esto explica que la positividad alcance el 24 %, pues si la toma fuera al azar el resultado podría ser 10 veces inferior”, explica Isaza.
Ante esta problemática, Isaza indica que, en 1940, Robert Dorfman propuso un método que podría multiplicar en dos o más veces la capacidad de procesamiento de las pruebas. En ese entonces se utilizó para identificar a los soldados portadores de sífilis
“El método es más efectivo si la prevalencia —es decir, el número de afectados sobre la población total— es baja. El sistema es hacer un pool de muestras. Por ejemplo, en un tubo de ensayo se mezclan diez muestras; si no hay positividad, con un solo proceso se analizan diez tomas”, sustenta Isaza.
Este método, puntualiza el tadeísta, sería de gran utilidad en el país, en la medida que la prevalencia de los afectados asintomáticos es equivalente al 0,77%. Así, dice, se podrían tomar 100 muestras a asintomáticos, mientras que a los que muestran síntomas se les aplica el proceso convencional, de a una muestra por tubo.
“En cada tubo de ensayo se mezclan diez muestras. La probabilidad de que en 100 personas haya más de cuatro asintomáticos es inferior al 2,2 %. En el caso más desfavorable cada muestra de un infectado estaría en un tubo diferente, se tienen seis tubos negativos y cuatro positivos”, explica.