El terror de una guerra nuclear
Ante la reciente crisis política y militar entre Estados Unidos e Irán se proyecta en el ambiente un terrorífico escenario de la que sería una confrontación nuclear. En su columna de opinión en El Espectador, el consejero y exrector de Utadeo, José Fernando Isaza, señala que, tras la Segunda Guerra Mundial, “las potencias nucleares han limitado el alcance bélico de las guerras que promueven”, en la medida que son impensables los resultados obtenidos en la posguerra si Estados Unidos hubiera mantenido el monopolio de las armas atómicas.
“El balance del terror a consecuencia del desarrollo nuclear por parte de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) ejerció una disuasión que limitó para ambos bandos escalar los conflictos militares”, argumenta Isaza.
De esta manera, Isaza relata la manera en la que, en su momento, la Unión Soviética desescaló el poderío atómico de los norteamericanos, mediante tácticas de espionaje. También reseña los intentos que tuvo Japón de convertirse en potencia nuclear en tiempos de guerra, con el acelerador de partículas de la Universidad de Tokio.
“La tecnología para construir la bomba atómica es de dominio público; el cálculo de la masa crítica está al alcance de un buen estudiante de maestría en física; si no quiere resolver las ecuaciones, existen programas que lo hacen y se obtiene la cifra de 52 kg de uranio 235”.
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