"La realidad histórica no es necesariamente la que ocurrió, sino la que narran los novelistas"
Cuando la realidad histórica no es necesariamente lo que ocurrió, muchos de los personajes que marcaron estos sucesos quedaron en el olvido o simplemente desaparecieron las hojas que registraron algunos de estos hechos, es la reflexión que hace el consejero, ex rector de Utadeo y miembro de la Misión Internacional de Sabios, José Fernando Isaza, en su más reciente columna de opinión en El Espectador.
Haciendo una revisión por textos literarios e históricos de diferentes periodos, Isaza señala que, en la época victoriana, obras como “Otra vuelta de tuerca” de Henry James develan una mirada hipócrita del erotismo y la sexualidad. Luego, en la Revolución Francesa, Dickens con su obra “Historia de dos ciudades” plantea un escenario que mezcla lo real y lo imaginario de este hecho histórico. Algo similar, dice, ocurre con los griegos y la Guerra de Troya, al considerar que lo descrito por Homero es verosímil.
“Es el mito el que conserva la historia. Con algo de razón se dice que la imaginación de los juglares que inspiraron a Homero era similar a la del compositor de “Bello puerto del mar, mi Buenaventura”. Los ejemplos pueden multiplicarse indefinidamente”, sostiene Isaza.
En los anales de Colombia también han quedado en el olvido muchos elementos de nuestra historia, como lo es el caso de José María Carbonell y su vital participación en las revueltas del 20 de julio de 1810, o algunas páginas arrancadas del Diario de la Independencia, de José María Carbonero, que daban cuenta de los hechos ocurridos antes, durante y después de la independencia.