La reforma tributaria es uno de los temas que actualmente agita la vida pública del país, luego del anuncio del Gobierno nacional en torno a gravar los productos de la canasta familiar. El profesor emérito de Utadeo, Salomón Kalmanovitz, reflexionó, en su más reciente columna de opinión en El Espectador, acerca de esta propuesta a la que califica como regresiva, en la medida que se aumentan los impuestos indirectos y se reducen los que recaen sobre las empresas, al tiempo que se incrementa la tributación para altos salarios, pero se mantiene una tasa a los dividendos que aún es tímida.
Esto, según el experto, se traduce en inequidad, pues se dan desproporcionadas cargas contra la clase media, y así mismo, los impuestos a las bebidas azucaradas tan solo quedaron con un IVA del 18%, cuando, dados los problemas que genera a la salud, deberían ser gravadas con una mayor tasa.
Citando cifras oficiales, Kalmanovitz asegura que, con el cambio del IVA, el Estado asegurará un 1,1% del PIB adicional. De ese modo, indica, aunque el IVA será un tributo permanente, el impuesto a la renta no lo será: “se puede deducir que el grueso de la plata que tienen los colombianos no está dónde la está buscando el Gobierno y quizá requiere de unas pistas para encontrarla”, añade.
Así, citando un estudio de Juliana Londoño. Kalmanovitz afirma que muchas de las familias más ricas del país han evadido de forma ‘olímpica’ la tributación por concepto de ingresos como arriendo a la propiedad raíz de lujo. Habla, además, de abolir las exenciones por conceptos de zonas franjas y otros negocios que, incluso, se proponen actualmente para hoteles, agricultura y empresas de la economía naranja.
Si se logra ello, indica Kalmanovitz, se obtendría el equilibrio fiscal e incluso poder prepagar la deuda más costosa, al tiempo que se garantiza más dinero para invertir en educación, salud e infraestructura.
