El acuerdo de paz

El acuerdo de paz
Compartir en
Lunes 03 de Octubre 2016
Tomado de http://www.elheraldo.co/caricaturas/acuerdo-de-paz-219231

Escribo sin conocer el resultado del plebiscito del 2 de octubre, pero con el deseo de que el electorado ratifique el fin del conflicto con las Farc. Los portavoces del No han sido irresponsables al descalificar sus alcances y al ocultar las consecuencias catastróficas que tendría su triunfo para el futuro de la República.

Un análisis cuidadoso de Jorge Orlando Melo sobre los acuerdos firmados en La Habana muestra, primero que todo, que el balance final del conflicto fue favorable al Estado colombiano. Las Farc no pueden ni quieren aceptar que fueron derrotadas políticamente con las abrumadoras manifestaciones contra el secuestro en febrero de 2008; las campañas militares contra sus comandantes mermaron severamente su dirigencia, ya alcanzada por los años y sin haber podido educar cuadros nuevos en la política marxista.

Gracias a la acumulación de fuerzas que logró la administración Pastrana, a la asesoría técnica, a recursos avanzados que proveyó el Plan Colombia y a la persistencia de la política de seguridad democrática de Álvaro Uribe, todas las ganancias de territorio valioso que había logrado la insurgencia desde 1998 fueron retrotraídas y se vieron obligadas a devolverse a la guerra de guerrillas. Si el narcotráfico permitió su financiamiento holgado y la multiplicación de sus tropas, también los degradó moralmente y contribuyó al fuerte rechazo que se han ganado dentro de la ciudadanía.

Imaginemos que el conflicto hubiera terminado en un empate; las Farc entonces hubieran podido cobrar la mitad del legislativo y del gabinete y no diez representantes temporales de 256. No hubieran aceptado ser juzgados por jueces independientes ni permitido la posibilidad de que sus dirigentes fueran condenados; aun sin penas privativas de la libertad, las sanciones tendrán un contenido moral que les puede hacer mucho daño políticamente.

Tampoco hubo una clara victoria del Gobierno: las Farc quedaron con capacidad de hacerle daño a la economía y de seguir produciendo víctimas por sus acciones de guerra y de su destemplada política fiscal, como la llamó Romaña para justificar las pescas milagrosas y la barbarie del secuestro. Por eso lograron en la mesa el derecho a hacer política, derecho que nunca se le debió quitar a ningún grupo político y mucho menos exterminarlo cuando amenazara intereses de las élites, como fue el caso de la Unión Patriótica.

Es muy poca ilustrada, para decirlo suavemente, la pretensión del Centro Democrático de impedir que grupos de izquierda puedan participar en la competencia electoral. Es paranoico expresar que van a ganar las próximas elecciones y a montar rápidamente la República Socialista de Colombia. El Centro Democrático tuvo procurador que les arrebató los derechos políticos a sus oponentes y defendió la corrupción de sus aliados y la propia, descomponiendo el Ministerio Público. Quizá saben que sus prácticas deslegitiman la justicia y la democracia y que nuevos grupos con ideologías frescas y discursos éticos pueden desplazarlos del panorama político, ya sin la polarización que tanto los ayuda.

La justicia transicional que se les aplica a las Farc es mucho más rigurosa que la que ofreció Uribe a los paramilitares; está a años luz de total impunidad por los crímenes de lesa humanidad de La Violencia o de las amnistías otorgadas a los dirigentes del M-19. Se trata de un buen acuerdo que refleja el balance de poder con que terminó la guerra.

Salomón Kalmanovitz | Elespectador.com

 

Donde fue publicado: 
El Espectador