El desarrollo de la altillanura

El desarrollo de la altillanura
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Lunes 01 de Agosto 2016
Tomado de http://venezuelaagropecuaria.blogspot.com.co/

La discusión sobre la ley que abre las zonas de interés de desarrollo rural económico y social (Zidres) a la inversión privada está envuelta en un halo ideológico que confunde sus alcances y consecuencias.

Parecía que en La Habana se había acordado que el desarrollo rural debería combinar la economía campesina con la gran agricultura comercial; sin embargo, ahora un vocero de las Farc advierte que la ley que las establece va en contravía de estos acuerdos, iluminada por un torvo propósito “de persistir en ese ciclo de victimización e inequidad extrema”.

Colombia cuenta con 43 millones de hectáreas con uso agropecuario en el área rural, de las cuales sólo siete millones corresponden a cultivos. De ellos, la mitad está en palma africana y caña de azúcar, que gozan de un mercado nacional cautivo que exprime a los usuarios de biodiésel y etanol carburante. Es un capitalismo compinchero que no puede competir con el resto del mundo.

Hay 34 millones de hectáreas en pastos que albergan 21 millones cabezas de ganado, de los cuales tienen vocación pecuaria menos de la mitad. La izquierda debería presionar por que se utilicen mejor 16 millones de hectáreas con vocación agrícola, desperdiciada en pastos o en bosque, y así desarrollar las fuerzas productivas del país.

Las Zidres incluyen unas 14 millones de hectáreas concentradas en la altillanura (Meta y Vichada), de las cuales se pueden cultivar 3,5 millones, que requieren de grandes inversiones en agroquímicos, riego y drenaje para poder sembrarlas en soya, arroz, sorgo y maíz, siguiendo el ejemplo de Brasil, que se tornó en el granero del mundo.

La altillanura es un territorio hostil para las economías campesinas y es apenas lógico que lo desarrolle el gran capital nacional, complementado con capital extranjero y algunas empresas brasileñas que cuentan con la experticia para hacerlo. Lo que existe allí es una ganadería extensiva que sufre los bruscos cambios climáticos que lo caracterizan, cuyos suelos son de bajo contenido nutritivo; según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, los colonos que han sido titulados con baldíos allí, han optado por vender por las dificultades del territorio.

El logro de Brasil se basó en una gran inversión en centros de investigación aplicados, el llamado Embrapa (Empresa Brasileira do Pesquisas Agropecuarias), que tiene presencia en todas las regiones del gran país y que desarrolla en cada una de ellas biotecnología para encontrar las mejores variedades de cultivos y animales que mejor se adaptan al medio ambiente. Embrapa diseña los procesos productivos desde siembra, mantenimiento y cosecha, dosificación de fertilizantes y agroquímicos, y ha logrado un aumento sustancial en los rendimientos tanto de la agricultura como de la ganadería bovina, porcina y aviar y de la acuicultura.

La pata que le falta al proyecto colombiano es precisamente el fortalecimiento de una capacidad investigativa que descubra las mejores variedades de cultivos y métodos de producción en cada uno de los municipios. Para ello debe contratar cientos de biólogos, químicos, agrónomos y zootecnistas que las universidades han producido pero no han podido emplearse.

El Gobierno podría recaudar más impuestos de las empresas exitosas de la altillanura, contribuyendo así al financiamiento de investigaciones en biotecnología y procesos productivos que beneficien a todo el sector agropecuario, incluyendo la economía campesina.

Salomón Kalmanovitz | Elespectador.com

Donde fue publicado: 
El Espectador