El ocaso de la globalización

El ocaso de la globalización
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Lunes 16 de Enero 2017
Tomado de http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/ocaso-globalizacion_505083

Estamos acercándonos al fin de la segunda globalización.

La primera se vino abajo en 1929 con la Gran Depresión y el surgimiento del fascismo en Europa y Asia. La restauración fue liderada por Estados Unidos, que emergió triunfante de la Segunda Guerra Mundial y organizó el mundo a su imagen liberal: reconstrucción de los países devastados, construcción de la comunidad europea y de naciones, restauración de la democracia y un orden económico basado en el libre comercio y un sistema financiero relativamente estable. La guerra fría que la desafió terminó con la disolución de la Unión Soviética.

La globalización benefició a las trasnacionales de Estados Unidos, Japón y Europa, aceleró el desarrollo de Asia y en menor medida el de México, pero contribuyó a deteriorar las condiciones de vida de la población norteamericana. Quizá más importante que la competencia externa o de la inmigración en Estados Unidos fue la gran concentración del ingreso a favor de los ricos que prohijó el dominio conservador de la agenda política norteamericana a partir de los años 80 y el cambio tecnológico que dejó a buena parte de la población sin empleo y sin calificación.

La reacción comienza a sentirse con creciente fuerza a partir de la Gran Recesión de 2008. En Europa se vigorizan los nacionalistas radicales que socavan la comunidad europea desde adentro, mientras que la recomposición de Rusia y su proyecto de anexar sus viejas posesiones del este, comenzando por Crimea, la amenazan desde el exterior. En Estados Unidos la campaña de Clinton, una figura cercana a Wall Street y a la maquinaria de Washington, se enfrenta a un populismo de izquierda que la debilita sin lograr cohesionar el voto negro ni el de la clase obrera blanca.

Lo que hace Trump es interpelar a todas las fuerzas disidentes y a los nacionalistas blancos, enarbola un programa de ley y orden, matonea a México y a los inmigrantes, amenaza a China, anuncia el fin del libre comercio y renuncia al liderato de Estados Unidos en el mundo. Su populismo de derecha confunde a la izquierda y le quita votos. Este programa le permite un triunfo relativo en las elecciones, ya que gana el colegio electoral pero no la elección popular. La intervención rusa en las elecciones a su favor le resta legitimidad adicional a su mandato, algo que no puede deshacer con insultos a los que lo denuncian.

En el plano europeo, la alianza de Trump con Putin pretende socavar la Comunidad Europea y la alianza militar de la OTAN, incrementando su apetito anexionista sobre el Báltico y el este de Europa. Se trata de recuperar el viejo imperio soviético aunque su base económica es endeble, basada en la exportación de petróleo. La desconfianza que despierta el déspota ruso dentro del partido republicano le dificultará a Trump consolidar su nueva alianza; ha venido rebajando sus críticas contra China pues le puede contragolpear con mucha fuerza. De hecho, parece estar resuelto a dejar el Asia bajo la responsabilidad china.

Su política internacional estará más centrada en el interés norteamericano que en el del mundo que solía liderar; combatirá con más violencia y menos diplomacia a quienes considera sus enemigos (ISIS, Irán). El riesgo de nuevas guerras se ha elevado. América primero se traduce en una política industrial que obliga a algunas grandes corporaciones a relocalizarse en Estados Unidos. No le será fácil cambiar la estructura construida en 70 años de globalización.

Salomón Kalmanovitz | Elespectador.com

Donde fue publicado: 
El Espectador