La política monetaria floja

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La política monetaria floja
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Lunes 25 de Abril 2016
Tomado de https://colectivoeconomico.org/2011/06/

La Junta Directiva del Banco de la República está dividida.

En un extremo el ministro Mauricio Cárdenas informa que lo peor ya pasó, gracias a la moderada recuperación del precio del petróleo que revaluó el peso y al comienzo de la temporada de lluvias. Ambos factores deben manifestarse en un ritmo menor de incremento de los precios tanto de los bienes importados y transables como de los alimentos.

En el otro extremo, están los codirectores que piensan que los desajustes macroeconómicos fundamentales del país como son los déficits gemelos, el externo y el fiscal, persisten, y que el crecimiento económico evidenciado en los primeros meses del año lo empeora, por lo cual no es sostenible. El argumento del ministro de que un dólar a $2.950, como el que se viene registrando en los últimos días, ayudará a bajar las expectativas de inflación es cierto. Pero también puede agudizarse el déficit comercial si se vuelven a incrementar las importaciones.

Los codirectores disidentes defienden la posición de hacer aumentos de 0.5% en la tasa de interés cada mes para enfriar las expectativas inflacionarias y frenar la demanda por importaciones, algo que en el pasado les valió un regaño aleccionador del presidente, quien no tiene por qué entrometerse en las decisiones de política monetaria. En los países serios se respeta la independencia de las instituciones que lo requieren.

La inflación alcanzó el 8% anual a marzo de este año y el de los indicadores de inflación básica —que excluyen los precios de los alimentos y el de los servicios regulados, como la energía— también se incrementaron. Al mismo tiempo, se deterioraron las expectativas inflacionarias. Estos elementos le dan la razón al grupo de codirectores que abogan por una política monetaria más restrictiva.

El Gobierno está arrastrando los pies frente a la reforma tributaria, necesaria para conseguir los recursos perdidos por la baja de la renta petrolera, al tiempo que pretende mantener su gasto, que también contribuye a fortalecer la demanda interna y de importaciones. Se siguen haciendo anuncios triunfantes de nuevas inversiones en autopistas 4G y otras infraestructuras que favorecen las aspiraciones presidenciales de Germán Vargas Lleras, quien no quiere oír de austeridad.

El ministro de Hacienda ha estado recurriendo al endeudamiento externo para llenar la tronera fiscal, algo que aumenta el riesgo de que no le presten más recursos si no pone la casa en orden. Esa fue la fuerte insinuación que hicieron Moody’s y Fitch con la baja de la calificación de la deuda colombiana, al cambiarle la perspectiva de estable a negativa en febrero pasado. El ministro anunció como un éxito que haya colocado deuda por 1.350 millones de euros (US$1,526 millones) en marzo, al 3,8% anual, lo que es más barato que hacerlo localmente, pero contiene un doble riesgo cambiario (euro-dólar y dólar-peso).

El país ha contado con suerte de que la Reserva Federal de Estados Unidos haya aplazado el endurecimiento de su política monetaria en el futuro inmediato; de haberse dado, hubiera retirado recursos de las economías emergentes, con lo cual el financiamiento del déficit externo y del déficit fiscal de Colombia hubieran quedado seriamente comprometidos.

Aunque no lo quiera admitir, el Gobierno camina sobre el filo de la navaja. La indecisión y los aplazamientos no lo ayudan sino que, por el contrario, profundizan los desequilibrios que nos amenazan.

Salomón Kalmanovitz | Elespectador.com

Donde fue publicado: 
El Espectador