Gélver Varón Sánchez, la voz de Chaguaní

Gélver Varón Sánchez estaba en su casa cuando llegué a visitarlo. Tenía puesta una camisa con el logotipo de la emisora que él mismo creó.

Pero, ¿cómo un hombre nacido en el Valle del Cauca y criado en los Llanos orientales, terminó inmerso en la creación de una emisora en un municipio de Cundinamarca? Esta pregunta se resuelve yendo a su infancia y narrando una serie de sucesos que se van entrelazando hasta terminar aclarando todo.  

Este experimentado locutor comienza sus andanzas por la vida en el año 1970. Nació en un humilde hogar en Guadalajara, corregimiento de Buga. Un año después, su padre, Luis Eduardo Varón, y su madre, Ilia María Sánchez, decidieron trasladarse a Puerto Limón, en el Meta. Transcurrido un año allí, se vuelven a trasladar, pero esta vez para Puerto Rico, también en el Meta. Allí compraron una parcela para trabajar el campo.

Gélver ya sabía desde su corta edad que la vida no iba a ser fácil. En las madrugadas acompañaba a su padre y lo ayudaba en la molienda y en el ordeño. En esos amaneceres, una voz que salía del parlante de un viejo radio, despertó su curiosidad. Lo llevó a preguntarse cómo hacían un programa radial, imaginando los aparatos y los lugares que hacían posible la transmisión. Esa voz era de uno de los mejores locutores de este país. Su inspiración era Cristóbal Américo Rivera.

Para esa época él recuerda que se inauguró una escuela en su corregimiento. Era una travesía poder ir a estudiar, además, su familia tuvo que donar unos pupitres.

Su debut en la emisora del ejército, uno de sus mayores logros a nivel profesional.

A sus 12 años se escapó de la casa a buscar independencia. Debido a la dura crianza que implantaba su padre, duró un año afuera en fincas aledañas a su pueblo. Después decidió volver al hogar, pero los malos tratos comenzaron a ser otra vez una constante. Se vuela otra vez a Puerto Limón, pero su padre lo encontró ocho días después. Él, con la terquedad de siempre, vuelve a escaparse, esta vez a Puerto Lleras, Allí comenzó a trabajar en un taller de mecánica, gracias a ello, y como rondaba los 14 años, el dueño le cogió mucho cariño, llevándoselo finalmente para Bogotá a surtir los repuestos.

Gélver todavía narra con emoción la primera vez que visitó Bogotá, además, afirma que, aunque su padre era duro con él, lo extrañaba mucho.

Dura un año en la capital, y en esas casualidades de la vida conoce al coronel del ejército Arturo Tovar, quien lo adopta como su hijo. Se lo lleva a Villavicencio para cuidar una finca, se quedaron dos años, y tiempo después, a don Arturo lo terminan trasladando de ciudad. Él le propone que se quedara y que le pagaba los estudios, pero la decisión del entonces joven de 16 años fue decir que no. Prefirió coger, otra vez, su vida de andariego, además, ya tenía en mente poder ser locutor.

En una larga travesía termina en Puerto Gaitán, Meta. Allí se encuentra con un amigo que se dedicaba a vender mercancía en los pueblos. Se lo lleva de nuevo para Bogotá. Estando allí, estuvo al cuidado de la suegra de su amigo.

Llegó al Barrio Buenos Aires en la localidad de San Cristóbal, y allí, con un hermano de la abuelita, como él le decía de cariño, se pone a reciclar. En esos recorridos por el centro de la ciudad, un hombre llamado Isidro Herrera no le pareció buena idea ver al joven dedicado a esos menesteres, entonces, le propuso que se fuera con él, para que se vinculara en un colegio y tuviera una mejor vida.

Esta vez no lo dudó, y se fue con aquel hombre para el norte de Cali, exactamente, al vecindario La Campiña. Allí cursó hasta quinto de bachillerato en una escuela que llevaba el mismo nombre que el barrio. Para 1988 ya había cumplido sus 18 años, se devuelve a Bogotá con las personas que lo acogieron en Cali, siguió estudiando en un colegio nocturno llamado Fundación Hermandades, cerca de la biblioteca Luis Ángel Arango. Terminaría graduándose al final.

Vivió en el barrio 7 de Agosto, comenzó a trabajar, ya tenía 19 años y no quería estar escondiéndose de los militares, así que se presentó y prestó su servicio militar en Bucaramanga.

Día feliz para Gélver, pues recibió un reconocimiento por su trayectoria en los medios.

Para el año 1993, con los ahorros que tenía, entró en el Colegio Superior de Telecomunicaciones a estudiar Locución. Sacó adelante algo con lo que siempre había soñado. Pasaron cinco años, hasta que apareció una emisora ilegal en el barrio donde vivía. Allí ponían música llanera, debido a su crianza en los Llanos orientales, se animó a probar suerte. Se dio cuenta que solo tenían un disco con media hora de música, llamó a los dueños de la emisora a preguntarles la razón. “Hombre, si tiene más música, pues préstela para darle más riqueza musical”, le respondió. Sin dudarlo, acudió a la cita y asumió el compromiso como nadie más. Desde ese día fue uno de los locutores estrella de la emisora.

Tuvo la posibilidad de conocer artistas y presentarlos, con eso logró catapultar su carrera.

Para ese entonces tenía su primera esposa, y en 1997 nace su primer hijo, Óscar Fabián Varón. Un año después nace su segundo hijo, Miguel Ángel Varón.

Rondando el año 1998 nace la radio comunitaria para la localidad de Usme. Se llamaba Alternativa Estéreo. El Ejército Nacional era quien la manejaba. Recibió una llamada proponiéndole que trabajara allí, asignándole un espacio los sábados al medio día con temática de música llanera. Saltar de una emisora escondida a una emisora con reconocimiento, fue uno de sus primeros logros en la materia.

Cuando estaba por terminarse el siglo XX, se separa de su esposa. Conoce entonces a Esperanza García Sánchez, una de sus más fervientes oyentes del programa. “Yo tenía un poco de miedo, sin saber quién era. Comencé a llamar, y me gustó su forma de expresarse, además de su voz, pero tenía cierto temor al saber con quién me encontraría. En la primera cita me topé con un gran hombre, entonces me enamoré”, recuerda su pareja. Tuvieron dos hijos, Nikoll Jhossiany y Jaider Alejandro.

En el 2002 en la emisora hacen cambio de personal, Gélver, por recomendación de los dueños, sale a trabajar en la emisora de Kennedy, donde funda el programa Sentimiento Llanero, junto a José Maximiliano Sánchez.

Su pasión por la música llanera y la radio le ha dado la oportunidad de desempeñarse en varias emisoras, aquí en Ecos Naturales Estéreo.

Duró dos años, se despidió de sus amigos y emprendió camino a la emisora Punto 5, allí presentó el programa Llano Adentro, de seis a siete de la noche. Con esta emisora estuvo como corresponsal en el Llano, transmitiendo eventos como reinados, carnavales y festivales.

Dos años después se unió a Vientos Estéreo, duró un corto tiempo y decidió poner una pausa para después montar un negocio en el centro de Bogotá.

En el 2012, con unos amigos, fundaron la emisora Ecos Naturales Estéreo, trabajando tres años en la modalidad online. Gracias a esa emisora se va a Chaguaní, Cundinamarca, pues el alcalde actual, cuando todavía era candidato, lo contactó para proponerle que lo ayudara con su campaña, con la promesa que, si lo elegían, lo ayudaría en la creación de una emisora.

Chaguaní no tenía cadena radial propia, además, estaba en un periodo de tensión social entre los miembros de la comunidad, no gozaba, por ejemplo, del reconocimiento que tenían otros municipios aledaños como Guaduas.

Gélver se animó a darle un mejor ambiente al pueblo, al llegar allí se encontró con unos equipos viejos, pero que todavía funcionaban, comenzaron las transmisiones, el impacto que logró en ocho meses de funcionamiento fue muy grande. Como dice Gladys Rodríguez: “Uno amanecía y prendía la radio, y don Gélver ya tenía programación, dando noticias del pueblo y poniendo buena música, además, a las festividades trajo muchos artistas y visitantes de otras ciudades. Al pueblo ya lo conocían más, buena parte de la nueva imagen del pueblo es gracias a él”. 

Duró ocho meses con la emisora, pero todavía no estaba registrada. Por diferentes motivos la emisora tuvo que silenciarse. En el 2017, como recuerda su esposa, “comenzó la época de las “vacas flacas”, ya que vivíamos de la presentación de los artistas y de la publicidad que vendía mi esposo. Eso empezó a complicarse”.

La familia, lo más importante para él. Su inspiración para salir adelante.

Él Pensó en irse y retomar otra vez camino a Bogotá, cuando el pueblo supo todo lo que estaba aconteciendo, se llenaron de solidaridad y comenzaron a traerle mercado a la puerta de la casa. Gélver, con alegría, rememora esos días: “Apenas lo vecinos me golpeaban a la puerta me traían huevos, leche, pan, me llené de mucha fuerza para retomar la emisora, no creía que ellos le tuvieran tanto aprecio a mi trabajo, además, me donaron dinero y unos equipos para continuar trabajando”.

Así que utilizó la página de Facebook para seguir publicando información, y no dejó apagar la emoción que había sembrado en el pueblo.

“Ya comenzó la construcción de una verdadera emisora, legalizada por la Agencia Nacional del Espectro, con los papeles de la DIAN y la Cámara de Comercio. En el mes de junio ya estará con la resolución oficial”, dice.

“Yo considero que ser locutor no requiere tanto esfuerzo, comparado con un reportero, por eso quiero aprender y tener una nueva faceta que ayudaría más a la comunidad. Todas las personas del pueblo son humildes, trabajadores, echadas para delante, se merecen tener una voz que responda todas sus quejas, y aquí estoy yo para cumplirles”, relata ahora que empezó a recibir clases de redacción.

“No hay edad para cumplir sueños desde que uno tenga ganas y no se rinda, todo lo que uno quiera hacer lo lograra. Fue lindo llegar a Chaguaní y dejar de ser un empleado, convertirme en director y creador de esta emisora, apoyar a una comunidad para que lograran una mejor calidad de vida. Soy feliz y espero que cuando me retire, nunca se pierda el amor por la radio”, concluye.

 

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Este perfil hace parte del especial "Contar la región, así se hace periodismo en Cundinamarca" producido por el CrossmediaLab

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